La besucona pareja se había esfumado. Jonás apenas se hallaba fuera de sus recuerdos cuando se acercó hasta su posición un joven latino que no daba la impresión de llegar a la mayoría de edad, o al menos eso aparentaba. Era bajito y arreglado como para salir de fiesta, el pelo engominado y camisa. Se sentó a su lado sin pedir permiso.
- Hola- dijo.
- Hola- repitió Jonás, de forma mecánica.
- ¿Estás aburrido?
- No- respondió, de forma no tan mecánica y sí bastante agria.
- Perdona que me presente así pero voy de buenas, ¿eh? Por cierto, creo que te conozco.
- ¿Seguro?
- Sí. ¿No eres tú el nuevo vecino de mi casa? Alguna vez te he visto por la escalera. Acabas de llegar y ya te estás convirtiendo en todo un héroe. ¡Vaya susto les metiste a esa pareja de idiotas!
- ¡Ah, ya! Eso… Algo así me contaron antes. Bien, vecinito, ¿y querías algo más entonces?
- Eh, sí, bueno, es que te he visto aquí solo y algo triste…
- ¿Cómo sabes que estoy triste? ¿Estudias Psicología acaso? Aunque te veo muy adolescente para eso.
- ¡Oye, tío, que tengo más de dieciocho! No hace falta estudiar nada, se te ve en la cara. Creo que te vendría bien algo de diversión.
- Y tú me la puedes dar, ¿no? Oye, no tengo nada en contra de eso, pero no llegas en momento oportuno…
- ¡No, tío! No he venido a hacer cruising.
- ¿Cru…qué?
- Que no quiero ligar contigo, coño. No te quiero dar placer, quiero que encuentres placer gracias a mí. Yo soy el intermediario…
- ¡Tócate los cojones!
El chico sacó unas tarjetas que mostraban la foto en primer plano de un par de nalgas, supuestamente femeninas, tan solo cubiertas por un tanga que dejaba ver la perfecta forma que tenían. Jonás, sin desdeñar el trasero, se puso a leer.
- Whiskería Hot Girls… Bueno, no es un nombre muy original, claro que en los restaurantes chinos pasa lo mismo. ¿Y qué?
- Buenas copas, buen ambiente y buenas chicas. Te quitarán esa cara de amargado que tienes.
- Joder, chaval, para ser relaciones públicas no tienes mucho tacto. ¿Por qué me das esto? ¿Tengo cara de putero?
- Esto no es un puticlub… Es una whiskería, Y también local de strip-tease. El resto… Bueno, todo es negociable.
- Todo es negociable- repitió Jonás, con una sonrisa- ¿Este culo también? Negociable no se, pero sí formidable, si es que es real y no de PhotoShop.
- ¡Es real! Bueno, no te digo que lo haya probado… Solo que lo he visto.
Jonás observó un poco más aquella tarjeta y luego se la guardó.
- Ah… Whiskería, ja, ja. Ojalá estuviera aquí un amigo al que le encantaría este eufemismo. En fin. ¿Sabes? Creo que igual necesito ir a ese sitio, pero por lo del whisky más que por lo otro… Necesito la bebida. Para lo otro no tengo ganas y, si quisiera, no pagaría por ello.
El joven latino le mostró una sonrisa casi compasiva, como si expresara: Eso dicen todos…
- Vale, tío. ¡A beber, pues! ¡A beber y disfrutar! Ya verás como cuando lleves un par de copas igual piensas de otra manera…
- Lo dudo.
Jonás fue guiado hacia la citada whiskería, un local cercano con luces de neón encima de una puerta que parecía sólida y en principio inexpugnable. Jonás, por mucha desesperación que llevara encima, no se habría atrevido a franquearla sin la presencia de su acompañante, que saludó al voluminoso cancerbero que vigilaba el acceso a ese inframundo de condenados por la lujuria.
Jonás no mintió al decir que solo estaba allí por la bebida, de hecho decidió no interesarse en principio por todas las partes del establecimiento que quedaran fuera de la barra. La luz era tenue y acogedora, él no perdió de vista al joven guía, que le hizo una seña al camarero.
- ¡A ver!- exclamó- Un par de chupitos para quitar penas, a cuenta de la casa.
Les sirvieron en efecto dos chupitos en los que Jonás, antes que especialidad de la casa, creyó que encontraría garrafón de la casa. Pero no era momento de tener remilgos… El joven latino alzó el suyo para brindar con él.
- ¡Porque tengas una feliz noche! ¡Y que te vea mañana por casa para que me lo puedas contar!
Jonás bebió la pequeña dosis de lo que le pareció una mezcla suave, que si acaso inducía al consumidor a pasar a licores con más potencia. Su cicerone se despidió con una palmadita en la espalda, dispuesto a buscar otros eventuales clientes, y Jonás se quedó solo, que a fin de cuentas era lo que estaba deseando. No supo muy bien explicarse qué sentía. Si a esa sensación podía llamarla ansiedad, entonces supuso que sería capaz de ahogarla en un whisky doble. No prestaba atención, al menos en el comienzo de su estancia allí, a lo que ocurría en el resto de sala y escenario. En este, dominado por la característica barra de strip tease, una bailarina de rasgos caucásicos daba vueltas, conservando aún la ropa interior, y de vez en cuando jugueteaba con, o quizá mejor sería decir desperdiciaba, un bote de nata montada.
El espectáculo no resultaba muy excitante para Jonás, quien en algún momento dirigió su mirada hacia la chica o hacia el público, que estaba constituido en su gran mayoría por varones de diferente edad, más o menos entusiastas de lo que estaban viendo. Él, aunque a todas luces no fuese el momento oportuno, trató de observar la escena bajo un punto de vista científico, como si en vez de utilizar su probeta estuviese analizando a diversos machos de su especie, atravesando un período de celo durante el cual acechaban a su posible hembra. No obstante, por mucho que quisiera animalizarlos no cabía la opción de que entre estos se iniciara una competición para conseguir la cópula, ni que se pelearan entre ellos, ahí estaba el cancerbero para disuadirles de esa iniciativa. ¿Quién necesitaba la ceremonia del cortejo? Mientras tuvieran la cartera bien abultada, nada de eso era necesario. Jonás en todo caso la tendría para tomar unos cuantos tragos hasta que la situación se le hiciera un poco más soportable. Quizá entonces tendría que cambiar su refugio de la barra por una mesa…
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