miércoles, junio 20, 2012

Casi el fin.

El lunes tuvo lugar el examen casi, casi de desenlace. Desde luego que merecía haber sido el último. Fue un examen épico, lastrado por la elefantiasis de nuestro profesor a la hora de escoger sus preguntas, y su puntualidad estilo Willy Fogg a la hora de contestarlas. De seis personas, tres simplemente lo firmaron para hacer acto de presencia, y las otras tres, las únicas que habíamos aprobado el anterior parcial, le dimos duro de diez a doce. El magister, estricto observador de normas y procedimientos por absurdos que sean, me hace ir mañana para mirar la nota en el tablón y, si acaso, revisarla. De todos modos, no será lo único que haga en la facultad. 
Batirme con el último titán de la carrera me dejó bastante bajo mínimos, el lunes, también ayer aunque creo que en este caso se debió asimismo a los restos del catarrillo de primavera. Hoy me encuentro con la opción de leer, que no estudiar, las 260 caras del examen del viernes. Si yo, a lo largo de cinco años, me hubiera tomado la carrera de otro modo, me limitaría a mirar los conceptos básicos, lo más factible de caer, y aspiraría al aprobado. Pero, en fin, no es un modo glorioso de acabar, y la asignatura de Medios de Comunicación me gusta. La puedo estudiar aquí o en Madrid, con tiempo de sobra, calma, y aprendiendo por el gusto de aprender, que es lo que me trajo aquí, no el hecho de pasar los exámenes como trámites para que al final te den un titulito. 
El tiempo dirá si me arrepiento; lo dudo, al menos en la carrera he planificado bien, a veces demasiado en serio. En cuanto sepa más resultados podré hacer un balance completo, entonces regresaré por aquí. 

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