¡Martes del Bollo! En verdad que algunas coincidencias parecen diseñadas por alguna malévola entidad que dirija nuestros azares. Martes de Campo o Martes del Bollo, o Fiesta de la Balesquida, tales denominaciones recibe la fiesta que se celebra hoy en Oviedo. En contra de lo que pensaba en un primer instante, no es una celebración en loor a la gula, sino que se remite al siglo XIII. Pero no voy a soltar el rollo histórico. Digamos que lo tradicional es salir a alguno de los espacios verdes de la ciudad para degustar el clásico bollu preñau con vino o sidra.
Como sea que tengo congreso el lunes, opté por apagar la fame en casa. No se de qué añada sería el vino, pero por un tiempo me permitió continuar con la ponencia. Si hablaba de coincidencias fue porque hoy también se celebra el Día contra la LGTB (y más) fobia. ¿Más bollos? Sí, desde luego, los que reflejo en el escrito que estoy preparando para el evento. Bollería elevada al cubo. Había una concentración delante del teatro Campoamor. Un puñado de gente, sobre el mismo número o quizá algo inferior que la última vez que dicho acto se celebró en León; con todo, personas concienciadas y, además, el día me estaba reservando otra sorpresa: un festival de cine LGTBIQ en Avilés, en el centro Neimeyer. Complementado, eso sí, con algunas charlas sobre la materia que serán impartidas por profesoras de mi programa. Mi directora está entre ellas y me encantaría ir a verla. Así que es posible que se avecine excursión, sin descartar pasarme a ver alguna de las pelis que exhibirán.
En definitiva, puedo decir que, aunque al principio me resultaba extraño este día festivo a destiempo, y pensé que tal vez me estorbaría en la preparación de mi ponencia, finalmente ha sido una jornada bastante bien aprovechada, andariega, que me ha abierto nuevas posibilidades y me ha hecho un poco más ovetense de adopción, regresando a muchos lugares de memoria reciente. Los espacios, tal y como escribí en mi ponencia, no suelen ser neutrales. Están cargados. Yo ya deambulo por lugares cargados en Oviedo, algunos de ellos me producen gran emotividad por pertenecer a la cartografía de mis memorias y sentimientos. Así, al menos, veo esta ciudad menos extraña. La hago un poco más mía. Como dice Jeanette Winterson en una entrevista que menciono en mi ponencia, las ciudades son entes vivos. No se si el curso que viene seguiré aquí o no, imagino que sí. En todo caso, no podré decir que no he almacenado ciertos momentos para el recuerdo, algunos de los cuales habéis podido ver reflejados aquí.
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