De la noche a la mañana, como quien dice, me he quedado sin portátil y no porque dicho cacharro esté anciano, que lo está, sino que ha sido el Windows lo que ha fallado sin que encuentre una mínima razón para que lo haga. Mientras pruebo si soy capaz, seguramente no, de repararlo, al menos tengo este otro ordenador, más moderno pero al que no estoy acostumbrado y por tanto tampoco voy a extenderme mucho. Ayer, una semana después de mi cumpleaños, parecía el día de Todo al Revés: no funciona el portátil, no funciona la báscula, no tienen mi libro encargado... Ohú,¿qué habré hecho para merecer esto? Y no es que sea yo un adicto irredento a Internet, pero lo cierto es que mi vetusta máquina me sirve para bastantes más servicios.
Jamás me volveré a fiar de Windows, ni el 7 ni el 69, pero de momento es lo que hay. Confío en que la reparación acabará, a más tardar, la semana que viene, y hasta entonces si vengo por aquí no creo que sea más que para despotricar brevemente contra este desahucio que me ha venido sin esperarlo y, digo yo, sin merecerlo.
miércoles, octubre 28, 2009
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