Si la gente llega a detestar la política es por su capacidad de extenderse a todos los ámbitos de la vida. Por ejemplo en el cine, con ese Festival Internacional de Cine Históricu del Reinu de Llión que empieza hoy. Conste que es positivo que una ciudad con este bagaje cultural tenga festival de cine. Pero el cine no es el espectáculo nacional de España, sino el fútbol. Y lo de este deporte a veces da risa, y a veces pena. Veamos lo de la final de la Copa del Rey. A mí me avergonzó. No me emociona ni nuestro himno, ni nuestra bandera, ni la figura de los Reyes (sobre todo de la Reina), pero aún así es cuestión de respeto. El respeto que se está perdiendo en muchos terrenos del día a día, y en el deporte más. ¿Qué pensaría sobre esto alguien como el hermano Tomás, con su apocalíptica filosofía? Él afirmó que el deporte es una escuela de valores. Pero, además, siempre ha afirmado que el fútbol es un deporte de barriobajeros. En contraposición al balonmano, desde luego. Pero, ay hermano, este noble deporte nunca ha sido de masas, mientras que el fútbol desata pasiones ciertamente barriobajeras, y bastante mala educación. Pero lo peor de todo es que muchas veces ello es provocado por sus adalides, que son los primeros en decir sandeces y en ocasiones consentirlas. Ya no es la pitada al himno sólo, es que hay cosas peores: los gritos simiescos hacia los jugadores negros, o el Guti, Guti, Guti, maricón (posiblemente lo sean quienes nadie espera) Quiero pensar que todo ello es obra de una minoría, porque lo contrario me hundiría en la desesperanza.
Pero ya no hablo de espectáculos como el fútbol. La mala educación también ha llegado, y cómo, a la universidad. Durante sendos exámenes tuve que soportar, en algún momento, a individuos que se comportaban dentro del edificio como lo harían fuera, en la espicha. Y hoy ya fue el colmo del surrealismo. Como sea que el calor ha vuelto, estábamos dando clase con la ventana abierta cuando comenzó un soniquete machacón, de megafonía, que se mezclaba con las palabras de la profesora, distrayendo tanto a ella como a nosotros. Resultaba que el bus antiabortista había llegado al campus, rojo como los de Londres, con voluntarias también encarnadas de la cabeza a los pies. Por si no nos enterábamos a la primera, toda la hora estuvieron recordándonos la concentración que habrá hoy a favor de la vida, bla, bla. Me parece estupendo, salvo la manera de llamar la atención de estudiantes en pleno mes de mayo. A mí tampoco me gusta el aborto, pero mucho menos lo que ellos significan. Estaría muy bien tener hijos si pudiera ofrecerles una educación no empañada por este tipo de distracciones. Así que, señores, no caigan en contradicciones. Que para eso están los políticos, como ese Rajoy tratando de ser centrista y luego pasando por el Constitucional cada vez que no sabe arreglar la papeleta.
Hablando de embarazos, hoy se estrena el tercer capítulo de Pigmalión. La espera desde el segundo se me ha pasado volando, es que ni la he olido entre exámenes y fiebres. Ahora mismo me encuentro esperándola como... Pues sí, como agua de mayo, a qué negarlo. Je,je. Que lo disfrutéis:
http://www.pigmaliontv.com/
viernes, mayo 15, 2009
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