La última (o penúltima) estupidez de mi profesora ha sido que, además de enviar el trabajo por correo, como ya he hecho, tenemos que llevárselo a la facultad, un trabajo de ocho páginas... Como si la facultad la tuviera al lado... Y no es que me pese el culo, pero tampoco me gusta que me hagan perder el tiempo. En fin. ¡No miremos todo desde el lado negativo! Se termina el mes, un mes que comencé enfermo y que confío en que no acabe igual. La meta de la cuesta de enero se acerca, y yo he pasado por encima de todo: jornadas maratonianas, empleos exprés, incompetencias e informalidades... Hasta me he moderado en las rebajas.
Incluso he conseguido dar un poco de vidilla a este blog, una decena de entradas, algunas mejores que otras pero que en cierto modo también me relajan, puedo dar rienda suelta a mi vena creativa sin que el estudio se vea perjudicado por ello. No se si lo he dicho ya, pero todo cambiará en el segundo cuatrimestre. O al menos ahí reside mi esperanza.
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