De todos modos, sea cual sea su comienzo, enero no suele ser un mes muy digerible, así que habrá que apurar los últimos días de vacaciones al tiempo que se adelanta un poco para todo lo que vendrá después. Digamos que el virus navideño ha ido rotando a través de los años. En 2007 me arruinó la cena de primos y de clase. En 2008 (casi) la Nochebuena. En 2009 no, por fortuna, bastante tenía ya con ser amo de casa. Y en 2010 le tocó el turno a la Nochevieja. Y hablo de días sueltos porque poco más me dura. Llegan, tocan un poco las narices y luego se van. Pero en esta ocasión no llegó a tiempo a la cena de primos, que se celebró en la misma pizzería de hace un año, entonces llamada Latina y ahora Mary te quiero... No estaban todos los primos que son, pero las ausencias fueron por motivos bastante felices en este caso.
En fin. Ahora, a esperar a los Reyes. Les pediría que me hicieran algún trabajo en alguna asignatura que tal vez no debí escoger... Tampoco estaría mal alguna compañera de trabajos, alguna más excitante en todos los sentidos que las que ahora me corresponden... Bueno, no divaguemos. Que tengáis buena entrada de año y una cuesta de enero que no se pase de repecho.
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