lunes, enero 24, 2011

MI SEMANA COMO PROFE (2)

Respecto a la exposición que hice en clase, creo que hay cosas para comentar, y vituperar. La asignatura, Narrativa Española, es uno de esos experimentos de adaptación a ese plan Bolonia bajo cuya égida, por suerte, nunca (en principio) vamos a estar. Como todos los experimentos, puede salir torcido. Aquí, bajo un totum revolutum de tantos por ciento que estuvo a punto de cambiar en el último momento, te exigen asistencia, participación, una exposición oral, un trabajo individual y, last but not least, un examen. Aparte de ello, por lo visto también se exigen unas determinadas técnicas didácticas, lo cual no deja de ser un absurdo porque cada maestrillo tiene su librillo y, en el hipotético caso de que yo llegue a dar clase en una facultad o un colegio, la daré como me plazca y no como me diga una señora, por muy profesora titular que sea.

La asignatura fue un despropósito desde el principio. Nos mandaron un trabajo en grupo, cosa que no me gusta ni siquiera cuando puedo elegir a gente de mi confianza. No fue el caso, en mi grupo eran todos extranjeros y digamos que con una perspectiva desigual de cara al trabajo. Si ha habido falta de coordinación, no he sido yo el mayor culpable en ello. Sospecho que hay personas que no estaban preparadas para enfrentarse a esta materia (ni para estudiar cuatro meses en este país). Cuando al fin llegó el momento de la exposición, yo analicé mi tema de modo bastante exhaustivo, dentro de lo que puedes decir en media hora, e hice el esfuerzo de memorizarlo más o menos y me gasté la tela en varios tacos de fotocopias. Cierto que no hice un power point de esos. No me dio la gana y no lo veía necesario, nuestra profesora dijo que no hacía falta aunque luego parece que lo echó de menos, en otra de sus contradicciones.

Está bien ese sistema de que el resto de alumnos comente lo bueno y lo mejorable de las exposiciones, un poco en plan Alcohólicos Anónimos, pero tengo la impresión de que la profe, al hacer lo mismo, reparaba a veces en meras insignificancias. A mí me dijo que, aunque mi exposición estaba bien, mi tono de voz era monótono. ¿?. Puede que sea verdad pero, de todos modos, el que lo diga ella no deja de ser una ironía. ¿Monótono? ¿Está hablando la misma mujer que nos tuvo dos meses analizando el mismo libro, con todas las ediciones de la A a la Z, compiladas por Fulano o Zutano? ¿Está sugiriendo que a clase uno va a divertirse? Porque yo en varias de las suyas casi echo raíces, y sin embargo hubo que firmar la asistencia como si estuviéramos en una fábrica.

No se a qué se refiere. Desconozco si mi tono de voz es monótono pero, de haberlo sabido, me hubiera puesto a imitar a cierto profesor de los Maristas que sí lo tenía de ese modo, y no por ello ha perdido su empleo. ¿Es que ahora la labor de docente es equiparable a la de actor? ¿Tendré que recitar mis lecciones como un Laurence Olivier? ¿O, tal vez, para darle más nervio, analizar la filmografía completa de Jim Carrey para dotarme de un nutrido arsenal de muecas? Ni idea, yo solo se que:

a) Me he matriculado de Narrativa Española, no de Enseñanza de Narrativa Española.

b) Me la pela que casi todos los profesores den por hecho que nuestra salida es la docencia. Nadie tiene una bola para mirar al futuro.

c) Los comentarios subjetivos de la profesora son válidos en cuanto que es ella quien corrige, pero no pueden ser generalizados.

Por ello, menos tonterías y menos boloniadas, que a clase se va a aprender, y hay recursos que ayudan pero no son ni mucho menos imprescindibles, al menos por el momento, ya que en esta sociedad de la tecnología pronto habrá que subirse al carro a menos que… Todo el mundo acabe en la UNED, ja, ja. No es broma. Ya algunas de mis compañeras han sugerido esa salida para no toparse con según qué profesores.

No hay comentarios: