El período pre-exámenes requiere, por qué no, algunas dosis de frivolidad y, por ello, ayer estuve viendo, a trozos, el festival de Eurovisión, aunque no soy muy fiel al respecto.
Quizá las apuestas se equivocaran sobre el ganador, en todo caso no lo hicieron las que vaticinaban un fracaso de nuestro país. Y es una pena, porque la chica lo hizo bastante bien, parece mentira que el Chiqui Chiqui quedara en un puesto mucho mejor. Pero, en fin, ya se sabe que aquí los criterios musicales no son los más decisivos y, de todos modos, tampoco está mal ser antepenúltimos. De hecho, la semana que viene es mi antepenúltima del curso y estoy deseando que llegue; preferiría que fuese la última, pero la espera tampoco se hará muy larga...
Lo cierto es que vi bastantes canciones que me gustaban, y que hubieran merecido algo más. Podría destacar, en conjunto, al cantante sueco, país en el que tengo parte de mi familia y por tanto me alegro de que quedara en segundo lugar; no se si él será sueco de nacimiento pues, contra el tópico, es moreno, en todo caso es muy guapo y he seleccionado una foto suya, bien mojadico, para abrir la entrada. También me llamó la atención el francés, ese sí rubio, con una canción tal vez más operística que de festival. Respecto a las mujeres, y como contraste con el conjunto de inmaculadas estatuas griegas que componían el conjunto azerbaiyano, recuerdo que me causó buena impresión la eslovena, por su vozarrón y corpachón, en el buen sentido, aunque se lo hubiera embutido en un vestido de furcia metálica. ¡Mejor ese estilismo que el de los gnomos moldavos, o el peinado a lo Cabeza borradora de los irlandeses!
Por lo visto, Azerbaiyán linda con Irán, y todavía no se sabe si los del turbante habrán montado en cólera porque en el país vecino vayan a organizar un festival con un numeroso conjunto de seguidores homosexuales. En general, los países acabados en -án no suelen ser muy gay-friendly que digamos, pero, en fin, eso será un aliciente más para ver la edición del año que viene. Eso y ver qué conejo se sacan de la chistera para romper la mala racha nacional pues España, para bien o para mal, siempre tiene puesto fijo en la fiesta. Y para reparar el orgullo patrio, a quien no le gusta la música... siempre tendrá el fútbol.
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