Claro que uno siempre puede entretenerse con la campaña electoral. El lunes realicé un comentario pragmático sobre un folleto del candidato del PP, un señor que todavía no ha tenido tiempo de meter la pata y que, para comenzar con buen pie, afirma en dicha propaganda que los leoneses somos gente abierta, inquieta, genuina y auténtica. El significado de los dos últimos adjetivos no lo entiendo demasiado bien. También dijo que pretendía que esta fuese una ciudad divertida, aunque el concepto de diversión no sea igual, como es obvio, para todos los ciudadanos. Hoy mismo hay un concierto gratuito, y van y protestan porque dicen que es propaganda electoral. Pero, ¿en qué quedamos? ¿No querían que esta ciudad tuviera sus ocios? A ver si hay que limitarse a los dos santos, Juan y Froilán...
Si el caché de los artistas es muy alto, igual hay que pensar en entretenimientos más baratos. ¿Un botellódromo? Eso nunca falla aunque, a falta de espacios habilitados, siempre tendremos el Genarín. Yo veo como idea menos descabellada el follódromo que proponía Carmen de Mairena en su campaña. El problema es que tendría que ser un follódromo muy discreto, porque en esta ciudad la discreción en algunas personas pasa de ser una precaución a convertirse en una paranoia teñida de aroma provinciano. Pero, en fin, algún uso se le podría sacar a tanto piso vacío, ¿no?
Yo hoy, ni conciertos ni mítines. Me he vuelto más de sábados. El viernes me conformo con deglutir algunas de las mayores sandeces que estos ojos hayan visto o que estos oídos hayan escuchado a lo largo de este curso al que por fortuna solo le quedan veinte días (¡contados! Y quizá alguna hora que le descuente).
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