Los prejuicios respecto a las razas son algo que pueden verse más o menos modificado según nuestras experiencias particulares. Por ejemplo, la imagen que tenía acerca de los gitanos se ha visto corregida y aumentada en mi estancia en Telepizza (y menos mal que yo no atiendo en caja) Luego están los chinos, cuya tipología coincide bastante con la de sus compatriotas de León, aunque aquí hay una variación más, la del chino ambulante que va vendiendo cervezas Kronenburger, otras latas, bocadillos, arroz y tallarines para los hambrientos noctámbulos por Chueca, Gran Vía y otros barrios. Sospecho que hoy me encontraré a más de uno.
La sensación que tuve ayer nada más comenzar a ver la película Happy Together, de Wong Kar Wai, fue de una estupefacción semejante a la de cuando esta misma semana me enteré de que Martin Scorsese iba a dirigir el spot de Freixenet, desconozco si fichando a Leonardo di Caprio como el duendecillo que siempre aparece con la gorra calada hasta las orejas. Tengo tan enraizado el mito, que no me acostumbro a ver a dos chinos gays, mucho menos en una escena amorosa (y sexual) De hecho, al principio me costaba distinguirlos a los dos, y eso que prácticamente no sale nadie más en la película, les diferenciaba en que uno llevaba un pendiente en la derecha y el otro en la izquierda, y uno se llamaba Fai y el otro Poh o algo así. Incluso me parecía chocante que, cuando uno trataba de seducir al otro, su jerga (la vi en VO) me resultara semejante a la que se escucha de fondo cuando vas al Bazar Xuan Chen o sitios por el estilo. Desde luego que es cuestión de prejuicios, admitámoslo. ¿Dos chinas lesbianas? Eso forma parte del ideario de muchos hombres libidinosos. Pero dos chinos...
La culpa en gran parte la puede tener su país de origen. Es una de las ideas que quería expresar en el proyecto de ÍTAKA. Las dictaduras, tanto las bendecidas por la Iglesia, como las únicas que no lo son, las comunistas ateas, tienen un punto en común sin embargo: su aversión por la homosexualidad, y por tanto la transexualidad e incluso la bisexualidad. Que unos lo hagan en nombre de Dios y otros en el de la Revolución, el Estado, bla bla, todo la misma mierda. Que no os confunda la gorra de Mao que llevo en la foto de la derecha. Yo a China sería uno de los últimos sitios a los que iría. Sobre todo, porque tiene un puritanismo tan sumamente ridículo, que no obstante se mitiga en lugares como Hong Kong, de donde son oriundos los gays del filme, una manera de tratar a sus ciudadanos como si jamás hubieran abandonado la guardería. No me cabe la menor duda de que esta película jamás se ha podido ver allí, a excepción de en el top manta. Y creo que ya eliminaron la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, aunque no lo afirmaría muy alto. Así cualquiera se hace una potencia mundial...
Conclusión: la orientación sexual no entiende de razas, culturas ni regímenes ni nada de eso. Obviamente, no en todos los sitios tiene la misma esperanza de sobrevivir...
1 comentario:
Uy...me disponía a comentar un poquito y me di cuenta de que la entrada es antigua, pero bueno...de estar aquí :-)
Yo vi esa peli por primera vez en China. No es de lo más comercial que hay por allí, pero desde luego es famosa y de fácil acceso (es que allí el "top manta" es casi legal y encuentras mercados de varias plantas con cientos de puestos dedicados a ese negocio. Lo normal es quedar con amigos para comprar DVDs, no ir al cine). De hecho, me la recomendó un amigo chino.
Y sí que existe mucha represión (se me vienen muchas historias, garciosas o no, a la cabeza). Pero mira un ejemplo de cine y homosexualidad: uno de los cortos más aclamados del festival de cortos independientes de mi universidad (soy profe por eses tierras natales de Mao)fue uno que hicieron un grupo de chicas lesbianas, estudiantes de la universidad, en que relataban su historia amorosa en el campus.
Bueno...no quiero defender a nadie, que conste. Sólo era por poner otro punto de vista, que aunque sea poco representativo, sí existe.
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