jueves, octubre 20, 2011

Bye, bye, gobernador de Libia.



Habrá quien no entienda, con toda razón, el epígrafe de este blog. Diré que tiene conexión con una canción de Franco Battiato, Carta al gobernador de Libia. Diría más, pero tampoco las fuerzas dan para mucho y... ¡he venido aquí para hablar no de mi libro, sino de mi cumpleaños!
El anterior gobernador de Libia, los de la boina, todos se conjuran para restarme protagonismo, ja, ja. Mientras sea para bien... Porque, tanto aquí como en Libia, es de desear que se abra una etapa de esperanza que además, simbólico evento, coincidiría con mi aniversario número treinta. ¿Acaso no es una buena noticia alcanzar una nueva década en la existencia? A mí no me resulta deprimente porque mi yo de treinta años ha evolucionado bastante a partir del yo de veinte (quizá en algunas cosas involucionado, eso sería caso aparte) y, si a partir de los veinte fui capaz de afrontar metas antes no sospechadas, no veo por qué ahora no vaya a poder suceder lo mismo. 
No podemos elegir, claro está, que el día de nuestro cumpleaños sea festivo, por eso ha caído en la jornada con más clases. Menos mal que el churrasco de la cafetería pudo elevarme un tanto la tensión; al final, recordando el reboot o precuela (?) de El planeta de los simios (excelente, por cierto), volví a mis ancestros simios y cogí el hueso con la mano para comerlo a mordiscos y dejarlo mondo y lirondo. En realidad, fue un acto de protesta; estoy ya cansado de esas personas que no saben comer un filete sin rallar con el cuchillo en el plato. O yo soy hipersensible, o la peña está abotargada. La primera opción es más viable. Un simio hipersensible. 
En fin, mañana, tras la única hora de clase, comenzarán los preparativos de mi celebración. Pretendo que sea austera, pero, no obstante, que marque cierta línea de lo que puede dar de sí esta década entrante. Sea como fuere, gracias por estar aquí un año más. 

No hay comentarios: