viernes, agosto 30, 2019

Metas.

Anoche se cerró, en cierta medida, el mes, como el año pasado, con el último concierto de los jueves del Musac. Cambiando los amigos acompañantes, y ya sin episodios chuscos, el grupo de ayer era una orquesta de improvisación que, supongo que ayudaba el hecho de estar junto al altavoz, a ratos ofrecía una inmersión dentro de un completo caos cacofónico. El mes, por su parte, no ha sido demasiado caótico, pese a la existencia de días en los que, por la acumulación de visitas, la vida social se volvía complicada, antes ya de regresar a la mayor calma de septiembre. Lo cierto es que no me puedo quejar: en un mes he completado las dos metas principales del año, si bien una de ellas aún está por materializarse. Habiendo acabado con la tesis, he encontrado piso sin necesidad de buscarlo, como sucedió en Oviedo hace un lustro. Céntrico, precio muy atractivo, por no decir un chollo, y con varias habitaciones, de las que una podría servirme como estudio, un espacio que no puedo permitirme en mi residencia actual. 
¿Buscar piso antes de buscar trabajo? Bueno, eso es relativo. Trabajo ya tenía antes, dado que así es como considero la labor que estoy ejerciendo en nuestro piso turístico. De hecho, hemos hecho literalmente el agosto, dado que casi todas las jornadas de este han tenido ocupación en aquel. Esto forma parte de mi tercera meta, aunque, huelga decir, coincidiendo con mi mudanza voy a buscar empleos algo más relacionados con mis estudios, al igual que hice en Oviedo y al igual que intenté hacerlo el anterior otoño, sin resultados porque tampoco busqué demasiado. Por ahora estoy sobrecualificado, algo bastante común en la actualidad, por otra parte. Pero, sí, este año he tenido suerte y, si la cuarta meta prevista no llega a cumplirse, será debido a causas ajenas a mi persona, siendo lo más inteligente sustituirla por otra similar. Mientras desempolvo (metafóricamente, porque es un documento virtual) mi currículo, es posible que haga una excursión de un día a la playa, a Gijón, a donde no voy desde esa visita fugaz con el amigo influencer hace dos años. Esta sería también fugaz, que no estamos ni para perder tiempo ni para derrochar en hoteles, tan solo por probar agua de mar antes de que termine el verano. No lo considero vacaciones, para mí las vacaciones van a ser el irme a vivir a mi bola, que es, si nada se tuerce, lo que haré dentro de unas semanas. 

domingo, agosto 25, 2019

El río sigue.


Un río abre un ciclo, otro lo cierra; al menos, esa es la sensación que tuve ayer. Hace un año estuvimos en una helada presa y luego en un más apacible pantano, dentro de un plan establecido previamente, pero lo de ayer fue bastante improvisado, y resultó perfecto, como sucede en ocasiones, cuando todas las circunstancias se alinean en una velada que no se había podido prever. Hace una semana fui a comer con mi familia a Vegacervera, al mismo lugar en que celebramos la Navidad, y descubrí un recodo que difícilmente se podría haber aprovechado en invierno, la zona de baño habilitada en el río. Entonces ni siquiera me mojé los pies, pero ayer, pensando que iba a ir con amigas a la piscina del gimnasio, como en otras ocasiones, un plan perezoso dado que la noche anterior había salido un rato por el Húmedo, al final ellas sugirieron otra clase de baño, en el monte, por lo que me pareció buena idea estrenar ese rincón, ya que el tiempo acompañaba. 


De este modo, tras un segundo desayuno, partimos hacia allí para sumergirnos, de manera parcial eso sí, en las aguas del pueblo, experiencia revitalizante y muy veraniega, ahora que el otoño se va acercando con un nuevo ciclo y algunas de las visitas se irán marchando a sus destinos, más cercanos o lejanos. Después de introducir el cuerpo hasta la barrera, por así decirlo, de los pezones, huelga decir que endurecidos para la ocasión, tomamos algo en la terraza del bar de al lado mientras, que no falte, dábamos rienda suelta al frikismo de estrenar, por mi parte, un nuevo juego de cartas, basado en el Catán. ¿Se puede encontrar un medio de felicidad más sencillo y preciso? Además, en una semana en la que parezco haberme asegurado un lugar propio para iniciar una nueva etapa, que, dentro de su incertidumbre, resulta tan ilusionante como cuando, hace un lustro, decidí mudarme a Oviedo para comenzar el proyecto que acaba de terminar en este mismo verano. 


Doy gracias por todo ello, porque, en general, esta vez he aprovechado una corriente que corre a favor. Esta es la clase de momentos que merecen ser inmortalizados aquí, aparte, claro está, de en mi memoria y en mi bagaje sentimental. Lejos queda esa última excursión a la montaña, lastrada por el dolor de muelas y la mochila de esos artículos que, en su mayoría, ya están en el horno de la edición. De un río a otro, sin miedo a meter los pies, en buena compañía como los muestro en la imagen de arriba. 

jueves, agosto 15, 2019

Regresión postdoc.

Al acabar una empresa tan larga e importante como la que terminé el mes pasado, es normal sentir un vacío profundo, incluso cuando los rescoldos están aún lejos de apagarse; de hecho, ayer mismo me confirmaron que mi primer capítulo de libro colectivo está en edición, y en la segunda mitad del mes tengo previsto corregir, esencialmente en sus detalles formales, el artículo de la revista de la Uned. Si este último es confirmado, habré publicado cinco en este último curso. ¡Excelso final! De todos modos, la sensación de vacío es bastante tenue, porque, a pesar de la lógica vagancia de después de la defensa y propia de esta época, surgen proyectos apartados, en cierta manera, por el doctorado, y que voy a retomar ya libre de esas cargas académicas. 
Además del propio empeño que voy a tener que dedicarles, influirá, como en la tesis, el factor suerte. Tuve, y bastante, el mes pasado, hasta el punto de que mis coleguis ya me frotan resguardos de lotería en la espalda, cual si yo fuera Quasimodo. Les agradezco su optimismo, solo espero que la racha se mantenga este mes, al menos para los planes más importantes. Quizá haya tiempo aún para regresar algunos días por Asturias, ya solo por el mero placer de la visita; por ahora, como autoregalo de fin de doctorado, había pensado en libros, pero tengo ya quince lecturas pendientes del último lustro, algunas ya empezadas, por lo que opté por algo, ejem, menos académico. Quizá por la influencia de uno de los miembros más jóvenes de nuestro grupo, pillé una Nintendo DS de segunda mano, con el consabido juego de Pokémon, ahora que se cumplen tres años desde que instalé la versión para móvil. No me imaginaba que, convertido en dr. León Prieto, unas de mis primeras acciones sería comprar una consola, pero, en fin, esta regresión adolescente me está sirviendo para manejar las tensiones de comenzar un nuevo ciclo. Y no suelo echarle más de media hora al día, poco vicio. La asunción de nuevas responsabilidades no es incompatible con ese mundo en miniatura en el que una versión queer de mí mismo va a la búsqueda de bichos. Back to basics!