martes, julio 29, 2014

Pass.


Pues eso, pass. Con dos eses, para evitar equívocos. Pass con grado C, que supongo que equivaldría a aprobado, aprobado alto en todo caso ya que he obtenido 71 sobre 100. A solo cuatro décimas del grado B en el examen de Advanced. Más de lo que hubiera esperado. Me valía con lo mínimo, aquí no aspiraba a las mismas florituras que en el máster. Y, al margen de si me servirá o no para trabajar y/o hacer doctorado en el extranjero, me he quitado un gran peso de encima, amortizando todas las clases de academia y justificando el cansancio de la noche del 28, en la cual tuve que volver antes a casa y tal vez perdí una buena ocasión (que, no obstante, va a poder repetirse). 
Al igual que mi aprobado de septiembre en Lengua III, hace unos años, me enteré de la buena nueva en Madrid. Y me resultó sorprendente. ¿Pero no era el 8 de agosto? Pues no, el 25 de julio. Vi el correo en el mercado de San Antón, pero no tenía mi código de identificación, por lo que cual tuve que regresar y llevarme el portátil a algún lugar con wifi. ¿El Matadero? Ha caído en desgracia, ya no me funciona allí. Recalé en una tasca del barrio de Legazpi, llamada El deleite. Con ese nombre, es lógico que tuviera una buena premonición respecto a lo que iba a encontrarme. Y, en efecto. No pude celebrarlo como querría (eso queda pendiente) pero, al levantar los ojos de la pantalla con alivio, observé cómo al otro lado de la calle había una óptica llamada Samy. Ironías de la vida, aunque la significación del nombre varía mucho ya sea con la versión griega o latina de la letra. El propio rótulo pude leerlo aunque de forma borrosa, al estar lejos, lo cual no deja de ser también irónico al tratarse de una óptica. 
El breve viaje a Madrid, por motivos familiares, me sirvió, aparte de para pasar calor (daño colateral que ya había asumido), para ver dos interesantes exposiciones, una en el Caixa Fórum acerca de la cultura grecolatina y el tránsito del mito a la razón (poca cola, Platón no vende tanto como Pixar) y la del Thyssen sobre los Mitos del Pop, que vi con Oli. De allí es esa foto en la que sostengo el cómic de Miguel Ángel Martín, basado en la exposición. Es la primera obra que tengo de él, seguro que no la última, siempre es un placer leer a personas que conoces y con las que has podido compartir algún que otro vino y tapa. Espero que podamos coincidir en Navidad junto a mi hermano Paco, y que nos lo dedique entre bar y bar, ja, ja. 
De vuelta en León, la maquinaria sigue en marcha, obviando la parálisis del mes de agosto. El certificado en Inglés es todo un estímulo y empujón para la búsqueda del doctorado, acerca del cual ya estoy haciendo algunas gestiones, pero están algo verdes para ser expuestas aquí. El balance del curso, desde luego, ha sido todo lo satisfactorio que yo hubiera esperado una vez regresé de los países nórdicos. 




sábado, julio 12, 2014

Alpargatas.


Se acabó. Han sido dos cursos, pero no dos años: de febrero del 2013 a julio del 2014. El máster concluyó ayer con la defensa de mi trabajo final, un análisis del cómic El azul es un color cálido, el cual sostengo en la foto de arriba, frente a La vida de Adele, su adaptación fílmica. Siguiendo la línea de las peripecias que han acontecido en la facultad durante los últimos años, el desenlace fue un poco rocambolesco. El presidente del tribunal no apareció a las diez, cuando debía empezar nuestra defensa, raro asunto teniendo en cuenta lo puntilloso que era respecto a la puntualidad durante el curso en que lo tuve como profesor. Se barajó si sustituirle o no y la incertidumbre nos ponía más nerviosos, hasta que al final apareció a las diez y media, con sus famosas alpargatas o pantuflas, cual si hubiera venido dando un paseo desde la habitación de su casa (algo que no sería descartable). Como el lugar de reunión era uno de los seminarios, no un aula en sí, no había preparado power point ni nada parecido. De todos modos, al final recalamos en la vieja clase donde hemos tenido todas las sesiones del curso, por no hablar de las de Filología. 


En orden alfabético, si bien ella y yo compartimos el segundo apellido, mi compañera María rompió el hielo y luego tuvo lugar lo más temido por nosotros, las preguntas del tribunal. Sin embargo, resulta que no eran preguntas, tan solo sugerencias y/o valoraciones. La mayor parte de ellas positivas, todo hay que decir. Cuando me tocó el turno, traté de vencer el miedo escénico y no se me dio mal. Cabe decir, de todos modos, que el público era escaso. Aparte del tribunal, las tutoras y el coordinador, los únicos espectadores fueron Claudia, a quien debo este testimonio gráfico, y otro compañero del máster, Abdoulaye. No hubo broncas, desde luego, no obstante el tribunal decidió bajarnos medio punto la nota, quedado una calificación final nada desdeñable y, lo que más me importa en estos momentos, la sensación de que estamos preparados para la tesis. Dijeron que nuestros trabajos, de hecho, sobrepasaban lo que se esperaba de un TFM. Una de las profesoras me dijo que yo tenía buena pluma y, pese a la temática de mi trabajo, no se refería a nada relativo a Judith Butler ni similares, sino a que le gustaba cómo estaba escrito. No puedo pedir un piropo mejor. Ahora que he entregado el trabajo, podré volver a escribir ficción, al margen de mis aportaciones en este blog como es lógico.Si bien ya tenía ganas de hacer este máster desde antes de que fuera aprobado, al final lo hice por falta del Advanced, ese examen por cuyo resultado parece ser que habrá que esperar hasta el 8 de agosto. Desconozco cómo hubiera resultado la experiencia de realizar un máster en Lund y en inglés, pero el que acabo de concluir me ha gustado y, lo que es más importante, me ha orientado en una determinada dirección. Ahora sí puedo volver a repasar webs de universidades extranjeras, aunque no tenga asegurado aún el supuesto requisito del idioma. La aventura no ha hecho más que empezar.

domingo, julio 06, 2014

Autobombo estival.

http://innova.diariodeleon.es/el-n-o-1-que-tiene-beca/

Cual si de un Ocho apellidos vascos en la televisión se tratara, continúo haciéndome propaganda con este, el segundo artículo en el que he aparecido por el mismo motivo en cosa de un mes, con la particularidad de que este es exclusivo sobre mi persona, y la foto no la he enviado yo, como puede comprobarse, sino que es obra de un fotógrafo profesional. Apareció el día de San Juan y, por eso de las fiestas, tardó una semana en ser colgado en la web que ahora adjunto. 
Hace un par de días tuvo lugar la ceremonia de entrega, por así decirlo, de mi TFM, y el próximo viernes será la defensa, confiando en que el tiempo siga algo turbio y no se abra paso el calor de julio fundiéndome los plomos. Por lo que se refiere a las notas del conjunto de materias del máster, no tengo demasiados motivos de queja. A partir de ahora, se abre en lontananza un futuro con posibilidades tan amplias como amplio es el mapa que en la foto aparece al lado de mi jeto. Si bien el artículo concluye hablando en términos de frustración, yo prefiero adoptar una actitud más positiva y afirmar, en palabras de Julio César, que dio nombre al presente mes y cuya biografía acabo de leer en Los doce césares de Suetonio, Alea jacta est (O Jacta alea est, como indica mi edición).