jueves, agosto 31, 2017

Gracias por los servicios prestados.



Las palabras sobran en estos momentos.

martes, agosto 29, 2017

Último post de Oviedo sin Oviedo.


Visita muy fugaz esta semana para cerrar, metafóricamente, el piso y concluir mi estancia, que no para despedirme de la ciudad como bien señalé. De hecho, es posible que el sábado regrese a Gijón para participar en un proyecto artístico que no es propio pero que, en todo caso, me puede ayudar también para avanzar en aquellos que sí lo son. Hubiera debido escribir esta entrada postrera allí pero, en fin, el portátil pequeño y azulón que utilizo para escribir voy a dejarlo aquí y solo me resta traerme el otro, el que tiene las teclas (y las neuronas pudiera decirse) descolocadas. 
Hace un año desde la primera y simbólica ascensión al Naranco. Concluye pues el que ha sido, sin duda, el mejor curso en Oviedo. No el mejor posible, pero sí el mejor de los tres, de eso no me cabe duda. Si el doctorado ha sido construido sobre una serie de mentiras ya de entrada, al menos no mentí cuando dije que iba a quedarme tres cursos en el piso, los tres cursos que establece el programa para la tesis. Si la prórroga existe es por mi propia responsabilidad, y mi estancia allí ya no se sostiene. León, mi talismán para concluir la carrera y el máster, quizá también lo sea para poner un fin a esta historia. Como la mayoría de cosas que merecen la pena, eso no será fácil y debo ponerme a ello ya desde la próxima semana. Solo me falta desnudar las paredes, agarrar al Pikachu, la careta de payaso siniestro y las orejas de gato heredadas (curiosos símbolos de madurez para un doctorando) y seguir haciendo hueco en esta habitación para que me sirva una vez más de santuario y celda de trabajo. La motivación existe y, si no, se seguirá creando incluso a través del absurdo. No me canso de repasar el cómic Maldita tesis, adquirido en maldita la ocasión, una historia que tiene la virtud de desmoralizar a la vez que hacer llorar a carcajadas. Pero no, yo no entregaré 700 páginas a mi directora con una necesidad de aprobación rayana en el suicidio. Por suerte, mi estructura y mi confianza en mí mismo resultan más sólidas. Haré el mejor de los trabajos posibles, a sabiendas de que esto no es lo mío. Lo mío es la escritura libre, tan libre como la que ejerzo aquí, y eso no va a cambiar en ningún caso.

viernes, agosto 25, 2017

Último viernes palmiriano.


He esperado a finales de mes para regresar aquí y constatar cómo ese idilio, ya mencionado, con el piso en que escribo ahora, Palmira Villa Street, toca a su fin. Hablar de idilio en este contexto no es exagerado; si no fuera por la relación casta (en cierto modo) que he tenido con esta casa es bastante probable que me hubiese mudado hace ya tiempo, bien hacia León o bien hacia otro domicilio en el que, quién sabe, quizá hubiese podido solucionar cuestiones que aquí quedaron sin solución hasta el día de hoy. Pero ha merecido la pena, creo yo. La felicidad se consigue también en los pequeños momentos, a mí me valía con contemplar el Naranco, vista que por desgracia perderé en breve. Este mes también ha tenido playa, diversas visitas veraniegas en León y Oviedo, en general bastante movimiento pero sin novedades de relieve. Algunos asuntos planteados a finales de julio todavía deben seguir su curso, a menos que este se detenga. Las vacaciones, cansinas en según qué circunstancias, los han mantenido en hibernación. 
El oráculo palmiriano me ha venido confirmando algo en lo que, por otra parte, no cabía marcha atrás: tengo que pirarme de aquí. No me ha otorgado una última oportunidad para el arrepentimiento. Auque eso no significa que salga escaldado de esta tierra. Mi relación con Asturias no ha terminado, sea para el doctorado o sea para cualquier otro nivel de mi vida. Mi estancia aquí me ha enseñado moralejas a este respecto. Hubo lugares, rodeados de un cierto aura de malditismo, en los que encontré lo que buscaba mucho tiempo después de dejar de vivir en los mismos. Carambolas de esas siempre se han dado. ¿Y aquí? Ni idea. Las reflexiones finales sobre mi estancia las tendré que rumiar cuando esta termine, dentro de una semana y no antes. Las reflexiones sobre el doctorado van para más largo, que hoy mismo me matriculé en la prórroga. No me gustaría que esta sensación de fin de ciclo me pusiera demasiado negativo. Por supuesto que no se han cumplido mis expectativas aquí, eso no es un misterio y ya lo he expuesto en este espacio. Con todo, esto forma parte de un proceso de aprendizaje continuo: de desconfiar acerca de los tópicos y lugares comunes, de discrepar si es necesario de todas las ideas y grandes proyectos que nos han traido hasta donde estamos. 
Yo lo tengo bien claro. Ahora mismo podría dejar de escribir y salir a exprimir un poco más la estancia, incluyendo la búsqueda de experiencias que no llegaron a materializarse (quizá porque no merecían la pena);  pero no, no lo veo necesario. Muchas de las carencias que siento aquí ya han sido compensadas en León, durante este mes o cualquier otro. Allá vuelvo la próxima semana. Respecto a las restantes, habrá que seguir planteando nuevas vías, allí o dondequiera recale en el futuro.