domingo, agosto 30, 2015

El ataque de los alimentos.


Anoche una gran bola de fuego cruzó España, aunque en León no llegó a verse. Tal vez sus efectos, o los de la superluna que sí nos acompañó durante toda la noche y que reflejo en la foto de abajo, provocaron una rebelión de los alimentos, que llevan atacándome desde que me aventuré a comer uno de esos huevos fritos de arriba, ¡será por huevos! Mal invento. Con eso de ahorrarse siete platos pequeños, el pan no logró frenar la expansión de la yema, un derrame naranja sobre mis pantalones, por suerte, negros. Y hace un rato, mientras echaba sal a la pasta, la tapa del salero se cayó junto a multitud de granos de arroz que estaban allí dentro. En mi estado actual, no provocado ya por los vecinos-minions sino por una de las últimas noches veraniegas aprovechables de León, tuve que ir retirando granitos de arroz a mano, casi uno por uno de los espirales que tomé. Ya podría haber hecho espaguetis, las cosas hubieran ido mejor. Os aseguro que la bebida se ha mostrado más respetuosa, será porque no he abusado de ella... Ahora he dejado de comer y tan solo estoy sufriendo el boicot de este ordenador, algo a lo que ya estoy acostumbrado y que no ha podido impedir el avance de mis investigaciones. En fin, confiando en que los comestibles se serenen, en lo que podría convertirse en argumento de alguna película de ciencia ficción, voy a reposar en este intermezzo, como el de Ingrid Bergman, antes de que septiembre haga acto de presencia. 


sábado, agosto 29, 2015

Los Minions y la cacofonía ambiental.



La película de Los Minions, según creo recordar, ya está entre las más exitosas del cine animado, pero sin que ello signifique el que llegue a un nivel de calidad semejante a aquella que ahora mismo encabeza la lista, Frozen. No estoy seguro de que la saga de Gru vaya a ser recordada en el futuro, así como convendría enviar al olvido las declaraciones de su creador sobre por qué estos bichos son todos varones (al menos hasta que necesiten algún giro de guión para sacar otra secuela más). Dice el cineasta que son muy estúpidos y les gusta pelearse entre ellos, rasgos típicamente masculinos. El caballerete debería hablar por sí mismo. En todo caso, sus palabras concuerdan con el espíritu de los filmes, con personajes muy planos, muy arquetípicos, y situaciones bastante conservadoras, a pesar de que se pretenda que los protagonistas sean malvados. Es muy fácil eludir responsabilidades propias y justificar un comportamiento estúpido a través de ese carácter varonil que, a fin de cuentas, no deja de ser una construcción cultural, más allá del nivel de testosterona que tenga cada uno. Así es en el mundo de los humanos; en el de los Minions, a saber, ni siquiera queda claro cómo se reproducen, pues aparecen como castrados. Eso sí, la tendencia a travestirse y esa obsesión por las bananas daría pie a interpretaciones muy evidentes. 
El espíritu Minion se apoderó anoche de un reducido, por suerte, grupo de modernos neandertales, de esos que debían pensar que las mujeres se quedaban embarazadas por la mediación de un tótem. O cabría hablar no de minis, sino de ninis, ni cerebro ni vergüenza. El caso es que, tras el oasis de paz de Oviedo, ese piso a veces tan tranquilo que da la impresión de que se va a abrir el vacío y nos va a engullir, aquí al lado hubo una timba de consola hasta entrada la madrugada, con todo tipo de gruñidos semejantes al idioma de esos bichos amarillos, que en realidad es una mezcla de idiomas: inglés, español, italiano, a saber... Entonces me acordé de otra película, del tráiler de Batman vs. Superman, con eso de: Así es como empieza todo... La ira, la rabia, que convierten al bueno... En cruel. Algo así, en todo caso no hizo falta disfrazarse de justiciero. Si yo viviera aquí y eso se repitiera a menudo, todavía. No parece ser otra cosa que una serpiente del agonizante verano, este verano que se resiste a morir con la buena temperatura que estamos disfrutando aquí, pero que siempre deja daños colaterales con estos mini-rodríguez, esta vulgaridad generalizada que siempre se asocia al estío. Por lo que respecta a hoy, si quieren tener la noche más larga sugeriría que se fueran a Astorga.
En todo caso, yo hoy no voy a dedicarme a la tesina. Para evitar dolores de cabeza a mi directora, estoy siguiendo su último consejo y buscando, en el totum revolutum de internet, artículos de expertos (o no) acerca de las obras a analizar. Por mucha cacofonía ambiental, la mente todavía llega a eso. 

miércoles, agosto 26, 2015

Bruxas y herejes por doquier.

Desde mi última escapada a Gijón, tengo a bien informar que la tesina ha seguido tomando forma de manera bastante satisfactoria, a mi juicio, cumplimentando en la medida de lo posible todas y cada una de las correcciones y/o sugerencias que me encontré en el borrador. Una de las razones de su mejora ha sido el incremento de fuentes, a través de librerías, bibliotecas públicas y universitarias (amén de la mía propia y la de otras personas), el consabido recurso de la red, etc. Entre otras sanas costumbres que he ido adquiriendo este año, en los últimos días me he despertado bastante pronto de forma natural, sin sonidos estridentes. Así, el domingo me acerqué hasta el rastro para ver si adquiría alguna ganga que sumar a la bibliografía. Así fue, obteniendo información de forma directa, con un ensayo acerca de enigmas del cristianismo con una sección sobre el Grial, y de forma indirecta con una novela histórica, que quería leer desde hacía tiempo ha, cuya temática está en estrecha relación con varios de los temas de la tesina: Q (corto título para un bonito tocho de libro). 
Entre tanto hereje, también yo haré un auto de fe al decir que, en el presente año, me he dejado llevar por bastantes libros que nada tenían que ver con el doctorado, lo cual tal vez influya en el resultado final de la tesina. Y no aprendo, ahora me he enredado también con Q, que, no obstante, algo sí tiene que ver. Me ha enganchado como lo hizo el año pasado A Song Of Ice and Fire, saga con la que guarda bastantes similitudes. Entre Calibán y la bruja de Federici, La mujer de púrpura de Winterson, Q y otras lecturas, ando perdido entre brujas, herejes, griales y tantos temas que no se si estoy concluyendo una tesina o preparándome para opositar a colaborador de Cuarto Milenio, cuya próxima temporada está por fortuna cerca. 
En todo caso, hoy toca ir a León para ver a familia y amigos de Granada, antes de que enfilen camino al sur. La maquinaria no se para, empero, con nueva remesa en la biblioteca de allí y quizá otras adquisiciones. Cuando vea a mi directora en septiembre, y confío en hacerlo pronto, no podrá pillarme con el cuadernillo de verano sin completar. Aunque los últimos retazos, como es obvio, tendré que remendarlos con ella. Así sea. ¡Comienza la diversión! 

domingo, agosto 16, 2015

¿La semana más improductiva del año?



Eso escuché, la semana con mayor parálisis, en especial, en el sector económico. Bueno, no sería en el del turismo, al menos en Gijón. La noche ovetense, como pudimos comprobar ayer, sí que estaba floja, se habría ido el personal a la Semana Grande o a sus respectivos pueblos . Por lo que a mí respecta, de improductiva nada. He avanzado bibliografía, incluyendo a algunos autores que podrían considerarse incompatibles con el mes de agosto. Para hacer una pausa, esta mañana me desplacé a Gijón y fui hasta la feria de muestras. Entré gratis porque a alguien le sobró una entrada y tuvo a bien ofrecérmela. Un golpe de suerte para un recinto en el que hay que tener mucho cuidado para no fundirse la cartera. La mía no, tan solo un par de paquetes de incienso en la zona árabe. 
Como sea que los muy abundantes lugares de yantar se caracterizaban por la clásica fritanga, con precios previsiblemente al alza aunque no tanto como en algunas clavadas veraniegas que se han hecho notar hace poco, me fui a comer enfrente del paseo marítimo, descubriendo una pizzería que es franquicia pero al menos resultaba más saludable. Además, siempre merece la pena comer observando la mar bravía, muy brava en la jornada de hoy, llegando a mostrarse la bandera roja. Tras otear la ubicación de dos librerías-café a las que pretendo ir en otra visita, puesto que no era necesario agotar todos los cartuchos en la misma jornada, regresé pensando si no me habría dado demasiado el sol en la cabeza, pese a que nunca llegó a asomar del todo a través de las nubes. En todo caso, ha sido un buen fin de semana, nada improductivo ya no solo en el terreno investigador, sino en el social, e incluso en el creativo, que ahora no goza de mucho tiempo para expresarse. Las próximas fiestas, aquí en Oviedo. Veremos entonces, en cosa de un mes, si esos garitos a medio gas van perdiendo su ambiente algo lánguido. 

miércoles, agosto 12, 2015

Vanitas vanitatis.

En el ensayo, magnífico por otra parte, Mujeres, salud y poder, de Carme Valls-Llobet, había un apartado en el que se hablaba, dentro del control que se ejerce sobre el cuerpo de las mujeres, del bien conocido culto al cuerpo que mueve el negocio de la cirugía estética, entre tantos otros. Pero no solo hay mujeres objeto, eso es evidente. Este mes de agosto, como en otros anteriores, se ha celebrado un festival en Barcelona, que mayoritariamente se surte de homosexuales extranjeros (aunque también se ha querido visibilizar a las lesbianas, por no hablar de aquellas y aquellos bisexuales que no se han citado). Siempre me hace gracia porque, en especial quienes asisten, lo pintan como un paraíso pero a mí más bien me resulta un atiborrado hormiguero, lleno de musculosas hormigas, eso sí. Ha salido en casi todos los informativos del fin de semana y me he dedicado a ver si localizaba a algún gordo, algún cuerpo que se saliera de la norma, con poco éxito. Desde luego que no todos los asistentes lucen físicos tan trabajados, pero he llegado a leer alguna noticia falsa y jocosa, acerca de que algún visitante con michelines había sido expulsado por no pegar en la foto. 
Otra de las lecturas para la tesina es la Biblia, y estoy por los libros sapienciales, en los que se dice eso de Vanitas vanitatis. Para qué añadir más. El portavoz del evento, para contrarrestar, alegaba que mucha de esa gente de fuera vive en países donde sería impensable, y peligroso, expresar su identidad y sexualidad de forma tan abierta. Me parece bien, claro, aunque, para franqueza, me quedo con la de una asistente que decía que para ir allí había que prepararse física y económicamente durante un año. Y psicológicamente, imagino, si vas a comprar unos calzoncillos por setenta pavos. Conste que yo también voy al gimnasio y he perdido calorías a mansalva, pero no me plantearía asistir a algo así. No es lo mío. La vanidad puede servir para conocer gente, pero, en muchas ocasiones, no deja de ser una ilusión sin mucho porvenir. Y todo vanidad. 

domingo, agosto 09, 2015

Interludio.

Hace un año, el mes de agosto se caracterizó, en primer lugar, por la aparición y rápida desaparición de una verdadera serpiente de verano, una de esas personas que surgen en tu vida y se evaporan tan rápido como los fuegos artificiales que suelo ver desde el salón del piso de Oviedo, arrojados desde los pueblos del monte cercanos; en segundo lugar, por una excursión al propio monte, mal planificada y, por ende, mal ejecutada. Esos momentos de ociosidad ya pasaron, ahora no me plantearía siquiera subir para ver al Cristo, ese detalle brasileiro que vigila la ciudad desde las alturas, y esos dos factores del pasado ya no tienen importancia para mí, como no sea para contemplarlos desde el prisma de la experiencia. 
En los próximas días, tal vez, sí me plantee una nueva visita a Gijón, durante sus fiestas. Vaya gracia de fiestas, por cierto, que han logrado que tenga que pagar por el billete de tren el precio más elevado que recuerdo. ¡Que vuelva el otoño! Mi bolsillo lo agradecerá. Al margen de que asome el hocico o no por allí, mis verdaderos días de interludio son estos, rescatando la cazadora otoñal para las noches de agosto en León. ¡Un clásico! Los sofocos para dormir después de medianoche los dejamos para otros lares menos afortunados, al menos en cuanto al clima. No voy a alargar esta entrada porque este mes, en sí, no puede ser demasiado prolífico. Tras los dimes y diretes de burrocracia a comienzos del otoño pasado, creo que el próximo curso va a comenzar con menos obstáculos y de un modo bastante más enérgico. Sirvan estos días para refrescar, y mucho, las ideas y aprender  las lecciones que están ahí desde hace tiempo, si tan solo nos molestamos en considerarlas. 

domingo, agosto 02, 2015

Unas bollos de cuidado.



Ya conocía esta serie de tiras cómicas, que se inició en 1983, por parte de Alison Bechdel, cuyo nombre tal vez sea más popular por el llamado Test Bechdel, respecto a la presencia de papeles femeninos en las películas, que está extraído de sus historias. Encontré dos entregas de la saga, a precio de saldo, aquí en Oviedo, y no dudé en adquirirlas porque, con su alto componente autobiográfico, bien se avenían tanto con mi TFM, basado también en un cómic, como con la tesina que estoy redactando, con su autobiografía en sí de Jeanette Winterson. 
Estas longevas tiras tienen algo de comedia de situación, además de ir reflejando, y criticando, el entorno sociocultural en el que se desarrollan, en especial el de los Estados Unidos y, por otra parte, dar cuenta de hitos de la cultura popular como Harry Potter, Pokemon, etc. Me sorprendió gratamente que pudiera verme identificado, con respecto a mi estado actual, en algún personaje. Sobre todo en el de Ginger, cuando todavía está terminando su tesis doctoral, tras diez años dedicada a ello. Yo no tengo previsto un plazo tan largo, claro está. También se critica al academicismo universitario, en el personaje de Sydney, una profesora de Estudios de Género que suele soltar una cháchara posmoderna, bastante incomprensible, del estilo de Butler u otras figuras teóricas. Crítica y auto-crítica, también, respecto al modo de vida de las lesbianas, muy diverso en cada caso. También aparece algún personaje bisexual por ahí, ahora que acabo de comenzar la segunda de las entregas que dispongo.
Una lectura muy agradable, aunque se acaba rápido, por desgracia. Espero encontrar algún volumen más en tiendas especializadas, porque pocas librerías tienen productos de este tipo, salvo que sean librerías de tipo independiente como la que vertebra las historias de esta ficción.