viernes, agosto 31, 2018

Dreams.

Anoche tuvo lugar el último concierto del Musac en el ciclo de mujeres artistas Quimera. Fue el más concurrido y estuvo bastante bien, aunque nuestro grupo había menguado desde la última ocasión. Normal, la gente que vive fuera se ha ido y otra gente no apareció por allí. Se percibía, al menos por mi parte, sensación fin de fiesta, y no lo digo solo de forma literal porque el ciclo se haya terminado. Hubo algún episodio chusco, motivado por las siempre complicadas relaciones humanas, al margen del género y de otras consideraciones, con sus rituales cuasi darwinistas. 
¿Cómo se rompen estas relaciones? A veces de forma cortante, en otras actúa el tiempo, el desgaste o la falta de comunicación. He comenzado un diario de sueños, a ejemplo del amigo Ricardo. A pesar de que no todas las noches recuerdo lo que he soñado, y que en ocasiones me resulta demasiado absurdo o estúpido para anotarlo en un cuaderno, este mes sí que he llenado varias páginas; no solo de retazos, sino de historias hilvanadas, a pesar de que no recuerde todos los detalles. En estos han aparecido personas, tanto del pasado como del presente. A algunas ya solo podré verlas (imagino) en el terreno onírico, porque en el físico no parece factible. Con otras mantengo el contacto, si bien breve, y, en casos como el de ayer, dicho contacto se ha perdido, no porque yo lo hubiese querido así. 
El fantasma del pasado de anoche, perdido por varios años por razones derivadas, principalmente, del caótico funcionamiento de su psique, se me apareció en sueños y aquí no ha pasado nada, tan amigos. Incluso tenía que trasladarme de país para ir a buscarlo, tras haberme cerciorado de que no había muerto. Sí, es como buscar en Facebook el perfil de una persona para ver si sigue viva; y, a veces, ni eso. Esa vaporosa entidad onírica con quien compartí tanto, casi el nombre, volvió a desaparecer tras despertarme y, la verdad, tampoco es que me preocupe demasiado. Si el futuro quiere volver a juntarnos en la carne, allá habrá otra oportunidad. Yo procuro no perder contacto con la gente, lástima que me lo lleguen a poner tan difícil que solo quede el recurso a la materia de los sueños. 

lunes, agosto 27, 2018

La epopeya Porygon.

La épica puede encontrarse en las cosas más, a priori, ridículas. Ya no hay epopeyas como las homéricas, porque incluso las guerras han cambiado de modo considerable, ya apenas quedan tierras que conocer y las metas se vuelven difusas o, directamente, virtuales. Por ello, la captura virtual no resulta tan descabellada como un fin a largo plazo. Sí, hablo del Pokémon Go, esa moda ya no moda pero que salió a la palestra hace dos años. Yo soy poco amigo de modas, pero Jose, el diez de agosto del infausto año de 2016, me enganchó y ahí sigo todavía. Lo irónico es que el propio Jose se había quedado un poco rezagado en este terreno y, cuando vuelve a León, sí que suele aprovechar para cazar bichos y para que le ponga un poco al día respecto a las novedades. Hace dos viernes, en su despedida, nos dedicamos básicamente al parchís y a Pokémon. La madurez era esto. Y, como en efecto sí sucede a medida que uno avanza en la madurez, hay objetivos que tienden a escaparse de nuestras manos una y otra vez. Para Jose, el pájaro del paraíso era una especie de loro virtual llamado Porygon. Mira que a mí me había salido de los huevos (con perdón) varias veces, pero él no tenía manera de amarrar al plumífero hasta que, hacia las dos de la mañana, se nos apareció en el radar al lado de un convento, a saber por qué. Si bien ya he indicado que a mí el pajarraco me ha visitado a menudo, me solidaricé con él y echamos una carrerita por el Húmedo hasta conseguir la preciada pieza, ante la mirada atónita de Antonio, que no es un friki de esta app. 
Bien, no hay uno sin dos. Antes de comer, cuando volvía del gimnasio (gimnasio normal, no Pokémon), me sale Hitmontop, un enano luchador que pudiera haber conseguido hace año y medio en Oviedo, de no ser porque me equivoqué de botón. La verdad es que fue un error, sí, pero un error de mierda comparado con todos los que cometí en esas tierras; no obstante, a veces un desliz pequeño como este resulta representativo, la viva imagen de que las cosas van mal y de que lo mejor es hacer la maleta. Un error nimio y reparable, puesto que hoy, también correteando por el entorno de la catedral hasta el museo Vela Zanetti, con un ocho por ciento de batería, segundos antes de que se apagara el móvil, logré para mi colección al pequeño bastardo. Desconozco si eso es una señal de que la semana va a ir bien; en todo caso, para mí fue épico, tanto como lo de Porygon para Jose. ¿Absurdo? A diario se ven chorradas mucho más dañinas en cualquier red social así que, dado que dos años después todavía no nos hemos caído por un acantilado buscando little monsters, creo que podemos seguir nuestro safari en paz. Que además es bueno para reducir el sedentarismo, pardiez. 

miércoles, agosto 15, 2018

Ecuador!

Por ecuador no me refiero a las noches ecuatorianas que sufrimos, aunque no tanto como en otros lares, hace poco. Eso ya pasó, felizmente, me gustaría pensar que ya para lo que resta de verano. A donde hemos arribado es al ecuador del mes. Y, en cierto modo, al final anticipado de la estación. Desde una perspectiva psicológica, al menos para mí. 
La semana pasada, si bien avancé en la corrección del artículo y considero que ya no sería tan vituperable por las mentes anónimas, ha sido una semana de golferío. Golferío según los estándares de nuestro grupo, claro, no según otros criterios de manada. Agosto, en especial la primera quincena, siempre trae visitas de gente de Legio que reside a lo largo y ancho del país. Mi agenda de cuentas japonesa se convirtió, literalmente, en la caña, al registrar gastos por cañas todos los días (desde el lunes seis hasta ayer mismo), y volvieron los futbolines, el Carta Blanca, el concierto electrónico del Musac, las cenas de pizza en casas ajenas y demás. Puestos a sacrificar algo, no me apunté a la nueva excursión, con canoas por el Porma, por muy buena pinta que tuviera. Ya se sabe, a veces o se juntan mil planes o no aparece ninguno. 
Algunas visitas ya hicieron los bártulos y otras están cercanas a hacerlo. Si me referí al final anticipado del verano fue porque así es como lo siento. La piscina exterior del gimnasio la abandoné ya, al terminar mi libro-piscina. A la playa supongo que iré, pero me gustaría aprovechar la circunstancia para avanzar en temas más sustanciales por allí, aunque tenga que ir ya casi en otoño. Lo que me sugiere nuevo ciclo es el hecho de que en esta segunda mitad ya voy a comenzar los cambios que necesito, los cuales voy a compatibilizar, de un modo u otro, con esa tesis que debería estar en capilla y de la capilla apenas tenemos los cimientos. Hace un año, inmerso en la mudanza desde Oviedo, no quise meterme en esa clase de cambios, pero resulta obvio que sería contraproducente alargar más un estado que yo veía tan solo de transición, nunca definitivo. Pues eso, que el ecuador ha llegado. Apuremos las últimas mechas del golferío antes de tomar impulso.

lunes, agosto 06, 2018

Olas de calor y frikismo.


 Resulta redundante decir que hace calor en verano, aunque quizá no lo sea tanto si la noticia abre informativos. La noticia sería, en todo caso, que por primera vez este año hace, realmente, calor. Lo ha hecho durante los últimos cinco días, y mañana, según lo previsto, diremos adiós, yo el primero, a esta ola que ojalá no se repita. Si para algo ha servido, al menos, es para potenciar las hormonas, algo que ya reflejé en un espacio más apropiado, y para que hayamos podido bañarnos en el pantano de Arbás o de Casares. Primero lo intentamos en una presilla junto a Viadangos de Arbás, pero esa sí que tenía el agua como para destruir tanto las hormonas como otros mecanismos relacionados. Así que nos mojamos un ratín, lo justo para regresar al pantano, cuyas aguas sí gozaban de la temperatura adecuada, salvo corrientes internas, como para dejarse mecer y echar unas brazadas.



 Durante todo el curso me había rajado a la hora de unirme al grupo de alegres cabras tirando al monte, pero me pareció el momento más apropiado para apuntarme a la timba. Seguro que repito. De hecho, existe la opción de alquilar canoas para recorrer la presa, cual indígenas exploradores conquistando algún peñón con cascotes. Sería una excelente excursión para otro fin de semana, suponiendo que la situación metereológica no vuelva a las lluvias otoñales que, esas sí, desentonan ciertamente en la canícula.


 El baño suele dar hambre y almorzamos en Cubillas de Arbás, al alcance de la mirada de un cónclave gallináceo que se lanzó a picotazos contra los restos de manzanas de nuestro postre. Tanto las aves como otros animales, pongamos que este pavo cornudo o unicornio alado (visto con imaginación), pertenecían a un refugio coordinado por un chaval que nos organizó una visita guiada por el recinto e incluso nos invitó luego al té. Una jornada de buen rollo, habrá que regresar por allí en las próximas semanas o meses. En invierno, según me han dicho, debe ser espectacular, siempre y cuando sea posible transitar por allí.



¿Y este verano no iba a tener su festival friki? Me enteré de casualidad pero sí, volvió el Level Up, algo más tarde que en otros años, al instituto Juan del Enzina. Así que, tras dejar bañadores y atavíos de monte, fuimos a dar un garbeo por allí y a jugar en las absurdas tómbolas con sus premios de chapas, pulseras y unos pokémon que parecen diseñados como una abominación de Lovecraft. Cumplimos la cuota de frikismo veraniego y, después, la noche iba a ser bastante larga. Lo que la ola de calor me quitó de sueño al menos me lo devolvió respecto a un ocio y una vida social con bastante variedad y interés, que continuará esta semana. ¿Y la tesis pa cuándo? Ya tenemos canción del verano, también...