lunes, octubre 30, 2006

Capítulo tercero: Héroes.

III. Héroes.

Era cierto. Car, Carmen Sena Prieto, había tenido la idea. Oda a la empleada del hogar, para la que prestó tanto sus cuerdas bucales como las de la guitarra española que rasgueaba con cierta pericia. Pero, siendo objetivo, me reafirmo en la defensa de la prima mayor, cuyo sentido del humor era tan inocente como el del resto de cantarines que le acompañaron. Dicen que en todo grupo debe haber un líder, ya sea elegido de manera más o menos democrática o por otros métodos como la edad, por ejemplo. Car llevaba once meses y medio a Tis, y ya en su día colocaron en su carné de Abrasadora, sin que nadie protestara, el subtítulo Abrasadora Número 2, Jefa. El hecho de por qué se conformaba con la segunda posición siendo la cabecilla es un misterio que luego tratarán de descifrar los chicos, la cuestión es que nadie mejor que ella para ese puesto. El suyo no era un liderazgo serio y desde la distancia, participaba de las mismas diversiones y a veces pequeñas travesuras de sus primos, el cargo le venía más bien impuesto por los mayores por si las cosas se descontrolaban un poco o para arreglar las clásicas diferencias entre los hermanos o, más raro, algún que otro capón que pudiera soltar Tis a su primo en los escasos momentos en que perdía su postura pacífica, como demuestra una frase simple pero clara, rescatada entre montañas de garabatos de los cuadernillos de Juan: Tis es un gran bruto.
Sí, Car desde luego que tenía capacidades de mando. Era muy buena en las relaciones personales, y avanzaba con paso más claro que su primo Tis ya inmersa en la plena adolescencia, con sus amigos, amigas, primeros amoríos y juergas que le acercaban más al mundo adulto pero sin perder nunca el contacto con todo lo que significaron los años de los Abrasadores, las excursiones, los juegos… No, ya lo advertí. Aunque en el encabezamiento se hable de héroes, no por ello se descartan heroínas, las mujeres no son ahora damiselas en peligro. Si hay alguien en que se pueda afirmar lo de la mujer fuerte, esa es Car. Para superar a los diez años una tragedia como la que vivió, desde luego. Y esa fortaleza la seguiría utilizando para defender a quienes quería. ¿Cuál va a ser la primera imagen que tengamos de ella?
Bzz. Bzz. En intervalos de unos diez segundos, este era el zumbido que provocaban las lapas electrificantes al estrellarse contra la diana, que Car había colocado en la puerta de acceso al cuarto de Juan y Espe. Hay motivos de sobra para que una joven como ella justo después de desayunar y dar el pésame a Pura por la pérdida de su regalo cogiera una pistola como esa, tan legal que las regalaban en los institutos, y empezara a hacer prácticas de tiro ante la indiferencia de su prima pequeña, que jugaba a las muñecas como si nada. No hay mejor razón que el miedo, desde luego. Temor generalizado, que luego era aprovechado por gente sin escrúpulos como Gaveston en beneficio propio, pero que era muy real. Ya no solo por la ola de catástrofes o la siempre delicada situación mundial, los jóvenes eran quienes más se sentían amenazados, y las pocas veces que ese verano Car salió por la noche, con gran disgusto por parte de su madre, lo hizo siempre con la pistola a mano en el bolso, era inofensiva salvo que aquel a quien se disparara no podría moverse en cinco minutos. Vamos al grano, la cuestión es que hacía un par de años que se producía cada semana uno o dos secuestros de niños o adolescentes, y esas desapariciones fueron aumentando de manera gradual hasta alcanzar un ritmo casi diario por aquellas fechas. Al principio se especuló que eran simples huidas de casa, aventuras sin importancia, casos aislados, nada para dar la voz de alarma. Pero en una sociedad de la tecnología, en la que cada persona podía ser vigilada o filmada por centenares de métodos sin que lo supiera, al final vieron que se trataba de una banda organizada y que sabía muy bien lo que llevaba en las manos, de ahí que no dejaran mayores pistas, si acaso muchas falsas para despistar, llegando a colocar los microchips que se insertaban bajo la piel de los jóvenes en las direcciones más opuestas. Sin saber muy bien la causa de este delito continuado, hay que tener en cuenta que la juventud por aquel entonces era un tesoro más divino aún, en una sociedad envejecida que necesitaba niños y en cambio algunos se conformaban con pequeñas réplicas robóticas, aún bastante imperfectas.
Por ello ese entrenamiento era fundamental hasta en la escuela, y Car realizaba sus deberes de la misma manera que si hubiera sido preguntada por la fecha de la Conferencia de Bandung. Concentrada en ese pequeño círculo hacia el que arrojar la lapa, estaba más bella aún, alta como era, con la melena de claro castaño recogida en una coleta que no le impidiera la vista, trasmitía autoridad y confianza, cualquiera que quisiera su secuestro lo iba a pagar caro, sus primos se sentían seguros junto a ella, de ahí que Espe, Esperanza Prieto Carballal, estuviera tirada en el suelo tan tranquila, con esa casita en que figurillas de hombres y mujeres actualizadas a los tiempos y con menos estereotipos eran gobernadas por esa pequeña diosa de once años, con una vida tan corta que será fácil resumirla en breve y seguir con las aventuras del grupo.
¿Qué decir de ella, apodada la Nenita por decisión familiar? Pues eso, la joya de la casa. No ya por benjamina, pero es que era preciosa en sí, como si una de sus muñequitas hubiera crecido un poco. De su hermano Juan tenía también la piel oscura, en su caso y al lado de su pelo azabache ofrecía la sensación de una gitanilla de pinturas populares. Tan guapa y tantos halagos recibía que no es extraño que se volviese un poco presumida, sus rabietas a veces venían de caprichos pero también se justificaban cuando se ponía con su hermano a armar gresca, en defensa propia por lo general. Estos piques entre hermanos eran moneda común de la casa, y a menos que la cosa subiera de tono como en el juego de Zuavos, los primos mayores no intervenían, de hecho a veces fomentaban esa rivalidad burlándose un poco de las ingenuidades de la chiquilla. Por eso Car, en la seriedad de su pose pistolera, no pudo evitar una sonrisilla mirando de reojo cómo Espe levantaba un hombrecillo con media melena rubia y vestido con ropa deportiva, hablándole en estos términos.
- Ludwig, ¿me quieres?
La curva de los labios de Car se expandió un poco más al ver de qué manera solemne hablaba la niña al muñeco como si se tratara de su amigo.
- Seguro que a él le haría mucha gracia saber que le has dado su nombre a un muñeco- declaró, al tiempo que disparaba de nuevo. Espe, que en cualquier momento empezaría a poner morritos, levantó la réplica de Ludwig hacia Car.
- Se parecen. ¿O es que no lo ves?
Era cierto. El pelo, el chándal, todas aquellas marcas hacia las que ella también se había sentido atraída a la edad de Espe, de ahí lo divertido que lo encontraba. Asintió con la cabeza, pero su prima no se conformaba con una respuesta tan tibia, levantando su ídolo casi hasta la punta de su arma.
- Es muy guapo.
- No digo que no.
- Muy, muy, muy guapo.
- Ya lo se, Nenita.
- Cuando crezca unos años, creo que vamos a hacer muy buena pareja.
Una lapa casi se incrustó en el cristal de la ventana. Car cogió aire y trató de disimular.
- ¿Tú crees? Espe, aún eres un poco pequeña para…
- ¡No lo soy, no lo soy!- Car había dicho las palabras justas para iniciar sesión enrabietada- ¡Lo que pasa es que vosotros me tratáis como más pequeña de lo que soy y además…!
- ¡Socorro!
Car, sin darse cuenta, había interrumpido la protesta. Nerviosa, disparó una lapa justo en el momento en que Tis abría la puerta, la tensión eléctrica del proyectil erizó los pelillos de su tupé, pero se estrelló en la pared, ante la perplejidad del joven.
- Oye, ¿no te han dado un manual de instrucciones en el colegio para ese cacharro?
- Lo siento, Tis- se disculpó Car descargando con presteza el arma y guardándola en su bolso- Creo que andaba un poco distraída.
- ¿De qué hablabais?- preguntó Juan, que entró después tan tranquilo como si nada.
- De Ludwig- insistió Espe, que no soltaba el muñeco para nada.
- Ah- comprendió Tis- Bueno, las conversaciones de chicos pueden esperar. Abrasadora Jefa, tenemos que hablar de un tema importante.
Cada vez que Tis se dirigía a ella llamándola así podría referirse a lo más tonto o a lo más grave, por eso Car atendió.
- Como en ti nuestros padres confían más, quizá sepas algo de sus planes.
- ¿Otra vez con eso? Por favor, ayer hasta las tres de la mañana hablando de lo mismo. Se lo mismo que vosotros. Rumores. Si los Pás, los tíos o mi madre no quieren soltar prenda supongo que será por nuestra seguridad.
- ¡Yo no quiero ir a un internado!- gritó Espe, que veía una nueva ocasión de bulla.
- ¡Tranquilos!- prosiguió Car- Mirad, a mí tampoco me gusta, pero las cosas se están poniendo muy difíciles. Sería solo durante el curso, de todos modos.
- Claro, claro- se burló Tis- No se dónde querrán enviarte a ti, pero lo que ha llegado a mis oídos me da miedo. Os acordáis de ese profesor de mi cole, el hermano David, ¿verdad?
- ¡Cómo no!- aseguró Juan- ¿Ese que dijo que se había cortado una pierna y le había crecido otra?
Tis hizo un gesto con el dedo pulgar empinando el codo.
- Sí, bueno. El mismo. Ahora se ha ido a misionero a un lugar perdido por ahí del Amazonas. Creo que ha montado un colegio, y algunos compañeros de mi clase y de otros cursos igual van para allí. Yo antes de perderme en la selva… Prefiero que me secuestren.
- ¡No digas eso ni en broma!- le reprendió Car con dureza.
Sintiéndose incomprendido en su humor, Tis se sentó en el suelo callado y empezó a cambiar de ropa a una muñeca. Juan trató de conciliar los ánimos.
- ¿Por qué no seguimos la partida del Héroes?
- Juancho, es un poco tarde- dijo Car- ¿No habría que ir preparando las cosas de la excursión?
- ¡Qué va! Hoy hemos madrugado de lo lindo.
Fue mencionar ese juego y en seguida el ánimo de Tis volvió a encenderse. El Héroes, título en español del original Heroes of Might and Magic, era, más que un simple videojuego, una institución en esa familia. Ya sus padres se habían enganchado de pequeños a la primitiva versión, que ahora se había modernizado mediante cascos interconectados de realidad virtual que permitían sentirse en todo el fragor de la batalla, pues de eso se trataba. Era un juego de estrategia ambientado en un mundo fantástico de resonancias medievales, en el que varios héroes, enfrentados o aliados entre sí, debían ir conquistando terreno y castillos a base de batallas con ejércitos de criaturas mitológicas y por lo general monstruosas. Un argumento muy sencillo, ahí estaba la clave para que los primos limaran sus diferencias en el ficticio campo de guerra de la realidad virtual, asesinándose una y mil veces sin por ello causar ningún mal, de hecho con el casco venían a juego varias armas de plástico conectadas a él con las que los chicos convertidos en héroes batallaban entre ellos. Tis cogió un báculo rematado en calavera, le correspondía como nigromante. Su reverso era Car, sacerdotisa de la vida, con un cayado mucho más luminoso. Los hermanos no disponían de magia, pero Juan sí de fuerza bruta con su maza de bárbaro, Espe un arco de guerrera de la naturaleza que disparaba flechas imaginarias. Justo antes de colocarse los cascos cumplieron con otra tradición paterna, ambientarse poniendo música de Franco Batiatto, un cantautor italiano que en sus excursiones al campo solía amenizarles las veladas de coche. A los primos sobre todo les gustaba su canción Carta al gobernador de Libia.
Motivados musicalmente, llegaba la hora de repartir leña. Trasladándose en su psique a un castillo que iba a ser víctima de un asedio, cada uno se veía con ciertas características típicas de sus personajes. Juan, como el bárbaro Jojosh, era un amasijo de músculos con un par de metros de longitud y taparrabos, pero conservando la cabecita redonda y morena. Tis, que junto con él debía organizar la defensa de las fortalezas desde las almenas, había enflaquecido más aún para ponerse en los huesos del maléfico nigromante Sandro. Las chicas, pequeñas hormiguitas allá abajo, ya colocaban la catapulta mientras sus ejércitos armaban escaleras y cuerdas que arrojar a lo alto. Car con una túnica violeta que sentaba muy bien a la condición sacerdotal de su Emilia, mientras que Espe, la aguerrida Tawni, prefería ropas cómodas que la confundían con los espacios naturales en que se desenvolvía, verdosos y ocres, tensando el arco con una de las muchas saetas de su carcaj. A modo de bienvenida, la arrojó hacia un torreón para estrenar su contador de víctimas. Un centauro que montaba guardia lanza en ristre cayó al foso de agua que separaba la explanada de los portones reforzados de acero.
- Somos superiores en número- declaró la Nenita en tono ufano.
- Desde luego- aseguró Car- Si no mejor sería retirarse.
- ¿Damos la señal de salida?
Car accionó la catapulta, pero la piedra salió bastante ladeada y solo provocó el desprendimiento de algunos ladrillos a media altura. Aún andaban flojas en balística. Por ello, realizó su primer hechizo. Alzando las manos, hizo una bendición general a toda su hueste, que era la única formada casi exclusivamente por seres humanos: campesinos con horcas, ballesteros, piqueros, monjes y ángeles con espadas de flamígera luz celestial. Espe reunía seres más mitológicos como duendes, elfos, unicornios y aves fénix. Allá en lo alto, los chicos discutían su estrategia.
- La cosa está chunga, Juancho. Debemos potenciar tus cíclopes y centauros, son los únicos que tenemos a distancia. Hay que freír esas escalas.
- Muy bien. Hay que reservar tus dragones de hueso.
Juan se refería a las bestias más espectaculares de allí, esqueletos de dragón reanimados para las tropas infernales de Sandro, con vampiros, fantasmas, diablillos y más sacos de huesos andantes. Rivalizaban en tamaño eso sí con los behemoth de Jojosh, monstruos peludos de apariencia simiesca y garras enormes que lideraban el polvoriento y descerebrado batallón bárbaro. Tal y como habían decidido, los cíclopes arrojaban sus rocas derribando a decenas a esas huestes de labriegos que mejor se hubieran dedicado a sus labores de campo, caían desde lo alto arrastrando a veces a más compañeros al vacío, mientras las lanzas de los centauros lo tenían más difícil con unos duendes cuyas alitas les encaminaban de modo ligero a la cumbre. A las chicas no les costó averiguar el modo de defensa previsto, por eso mandaron la artillería pesada en modo de aves fénix a liquidar los cíclopes, mientras los ángeles quebraban la madera de las puertas de acceso. Las flechas de los elfos y las ondas de luz vital de los monjes acabaron por destrozar el ataque a distancia de los centauros. Ya no había monstruos en las almenas, estaban todos a resguardo.
- Vaya con las nenas- sonrió Tis dejando ver todos los huecos de su calavera- Nos han pillado. Pero ahora dejaré que os coman las ratas.
Lanzó una maldición en forma de plaga que afectó a todas las tropas humanas de Car, se pusieron pálidos, con sudores y vómitos cual peste medieval, pero aún así pudieron seguir hacia delante, cada vez más debilitados. Car tomó con presteza el antídoto a esa plaga de una redoma, dejando un par de tragos para que Espe pudiera ponerse a salvo.
- ¿Esas tenemos?- exclamó furiosa Emilia, sacando un cuerno que al soplar levemente entonó un salmo sagrado que enloqueció a los engendros no muertos de su rival, con la muerte instantánea de diablillos, fantasmas desintegrándose y cráneos lirondos estallando en mil pedacitos.
- Oye, si vais a picaros con la magia esto no va a tener gracia- protestó Juan.
- Anda, musculitos, vete haciendo abdominales que vamos a necesitar tu fuerza dentro de poco, me temo.
Los ejércitos de Vida y Naturaleza tenían ya entrada libre en el castillo, con la panda de serafines mosqueados al frente buscando llegar arriba. La explanada se iba quedando vacía salvo por los caídos y otros que iban cayendo o arrastrándose por la enfermedad mortal lanzada por Tis. Car y Espe hicieron señas a sus primos en plan nos vemos dentro de un rato.
- ¡Esto es un desastre!- gruñó Tis- ¿Cómo andamos de recursos?
- Bueno… El ejército de Car está bastante diezmado, unos pocos monjes y los ángeles como mayor peligro. A mí me quedan los behemoth y una marabunta de bárbaros.
- Pues yo creo que debemos poner toda la morralla en grupo para contener la entrada. Esqueletos, diablillos, fantasmas y tu horda de barbudos malolientes.
Todos ellos fueron en pelotón, la pelea fue verdaderamente brutal. Las tropas de Car, enfermas y desmotivadas, caían bajo las espadas y tridentes del mal, los monjes agotados para hacer magia dirigían las últimas oraciones a su dios. Tuvo que llegar el empuje de la naturaleza para restablecer algo la situación. Los elfos eran malos en las distancias cortas y caían bajo las hachas de piedra de humanos vestidos con pieles como los primitivos y a los que guiaba una furia irracional sedienta de sangre, que solo pudo ser cegada por el toque mágico del cuerno de los unicornios, en dos de ellos llegaron al trote las chicas, que observaban a sus primos que miraban la lucha a prudente distancia, con desagrado.
- ¡Rendíos ya!- exclamó Espe encabritando a su montura.
- Seremos clementes- aseguró Car- Os nombraremos bufones oficiales de la corte.
- ¡No tan pronto!- chilló Tis lanzando varios vampiros hacia ellas, que las inmovilizaron en un abrazo que precedía al beso de la muerte. Espe ya tenía un par de colmillos insertados en su yugular sorbiendo su sangre. Su chillido de socorro hizo que Car se librara del suyo a golpe de báculo y se dirigiera al agresor de su prima.
- ¡Oye! ¿Por qué no bebes de esto?- preguntó, apuntándole con la punta de su bastón, del que surgió un chorro de agua bendita que le alcanzó desintegrándole hasta que solo quedó de él una capa oscura. Espe estaba un poco más debilitada pero aún con vida.
- ¡Tis, esos métodos son muy ruines!
- Y yo que culpa tengo si me ha tocado hacer del malo. Pero no tan ruin como esto- dijo, arrojando un conjuro envenenador sobre Car, que se arrojó al suelo entre retortijones- ¿Qué? ¿Nos quedamos sin pociones curativas? ¡Ahora no te servirá el rezar!
La batalla final se trasladó afuera, la última plaza a conquistar, que ahora se disputaba entre los pesos pesados. Uno de los ángeles se concentró para restituir la energía perdida de Espe. Un gesto que le costó encontrarse con una pezuña de behemoth hundiéndose en su armadura para enviarle al cielo de donde procedía. Los dragones de hueso eran también mucho más poderosos que el ave fénix, con la ventaja como es sabido que estos resucitaban de sus cenizas después de muertos. Pero no tenían más allá de dos vidas, que se consumieron como la chispa de un mechero. El momento de mayor emoción era desde luego el enfrentamiento directo entre los héroes, que comenzó entre el bárbaro y la arquera.
- ¡Ahora sí que pagarás por lo del cerdito!
- ¿Todavía con esas?- exclamó Juan- ¡Siente la furia de Jojosh!
Levantó con ambos brazos su maza, lanzándose hacia ella para descargar el golpe con toda la furia, pero su piel velluda no era inmune a las flechas, que una tras otra fueron asaetándolo mientas lo arrojaban hacia atrás, dando vueltas aún con el arma en vilo en equilibrio precario. Echó un último vistazo a Tis a modo de disculpa.
- ¡Jojosh!- gritó su primo enfurecido- ¡Vaya un guerrero de mis narices!
Juan cayó desde lo alto y Espe siguió su racha deteniendo el lento avance de los behemoth con unos proyectiles que para monstruos tan grandes eran mosquitos pequeños, pero muy dañinos. Tis no quería ser menos y también pelear con Car, pero ella le arrojó un conjuro pacífico por el que no podía atacarla, sino ponerse a tocar la lira, cosa que hizo con resignación. La vitalidad de la sacerdotisa era consumida poco a poco por el veneno, pero aún tenía fuerzas. Cuando el dragón de hueso terminó a dentelladas con su último ángel, confirmándose como el último monstruo que quedaba, Car se dirigió hacia él con decisión, mas cuando el enorme esqueleto abría sus fauces Espe montó de un salto en su regazo, agarrándole de las alas. Furioso, el engendro se debatió hasta lograr emprender el vuelo, con la chica cogida con fuerza a su cráneo, surcó los cielos hasta sacar una daga de su cinturón que clavó en el medio de tan espantosa calavera. Antes de caer al vacío, lanzó una mirada a su prima pero esta sí que no era de disculpa, más bien de complicidad para que supiera que se sacrificaba porque era la única manera de alcanzar la victoria. Sí, solo quedaban los dos hechiceros de escuelas mágicas diametralmente opuestas. Car reservaba su última energía de conjuro para remediar la situación desproporcionada que vivían. Si ella soportaba el veneno, justo sería lanzar su última canción sagrada para debilitar a Tis, sacó el cuerno y apenas tocó varias notas desquició al nigromante, que corrió hacia el instrumento musical aplastándolo con su bota. Comenzaron a pelear báculo contra báculo. Como no debemos olvidarnos del mundo real, hay que señalar que en el cuarto los hermanos ya se habían quitado sus cascos y se lo pasaban muy bien viendo a los mayores peleando con sus armas de plástico, tan metidos en el papel que Tis llegó a dar un buen bastonazo en medio del casco a su prima, que protestó en su versión virtual.
- ¡Oye! ¡Me has dado de verdad!
- ¡Oh! Lo siento. La próxima no la notarás.
Sin embargo, fue Car quien desarmó a su primo, arrojando el cayado lejos y apuntándole al cuello con la punta del suyo, le obligó a retroceder hasta alcanzar el borde de una almena.
- ¿Cómo arreglarías esto?- dijo Car con una sonrisa dolorida.
- Creo que el veneno no te dejará más de un par de turnos de vida.
- Me sobra tiempo.
De repente, Tis se puso a cantar de manera triunfal, con una letra que nadie entendió, casi tarareando una música de la que solo sacaron en claro el estribillo.
- Wen de jander crismas nare guarer brauer chispi uo, mindiniuir tras ninetrer labi chombi cusni do, guam pupillas rera tera jupilnido cuapiso, en el nombre del Señooooooooorr. ¡Glory, Glory, Aleluya!
- ¿Pero qué haces, Tis?- Car estaba perpleja, así como sus primos en la otra dimensión.
- ¡Glory, Glory, Aleluya!
- ¡Tramposo! ¡Quieres distraerme! ¡Además, los nigromantes no pueden cantar canciones religiosas!
- ¡Glory, Glory, Aleluya! ¡En el nombre del Señor!
Tis cogió a Car por el báculo, arrojándola al foso con sonrisa de triunfo.
- ¡Victoria!
- ¡Tramposo!- chillaba ella mientras caía otorgando la pírrica victoria al bando de Sandro y Jojosh.

domingo, octubre 29, 2006

El Corte Inglés ya no es lo que era


Esa era la frase que, según la monitora del curso, muchas personas mayores exclamaban mostrando su decepción. Desconozco si se referían a la educación de los vendedores, la eficiencia de la campaña de libros de texto o el conjunto en general, pero ahora tienen un motivo más de preocupación. Especialmente los cristianos integristas del corredor oeste madrileño.
Sí, amigos, ese afán de modernidad que recorre la empresa para ganarle terreno a otras de la competencia, desembocó ayer en un espectáculo que demuestra que la carne vende. En pleno horario infantil (de hecho, al lado de mi sección), varias jovencitas de buen ver salían a contornearse de lo lindo. Nada distinto a la batuka, aunque hubiera una que bien pudiera haber sido acusada por la pasarela Cibeles de no tener el peso mínimo. Pero a este paso el Corte no pasará a ser moderno por ponerle pantalones a las chicas,sino por quitárselos. Cuando vi salir a una joven llevando una especie de calzoncillos, no me atrevo a llamarlo pantalón corto, y camiseta ceñida, reconozco haberme quedado de piedra varios segundos, cual Odiseo frente a las sirenas, hasta que algún cliente viniera a darme la murga.
Vaya con el mes del deporte. Ahora que el ayuntamiento en pleno de Hospitalet ha vetado el Festival de Cine Erótico por considerarlo denigrante para la mujer, sugiero que se traslade al Corte Inglés más cercano para promocionar el mes de... se admiten sugerencias.
Eso sí, siempre al lado de la librería infantil y de ese parquecillo para niños del cual en otra ocasión, si me veo con moral, comentaré la música que ponen.

viernes, octubre 27, 2006

El espíritu de Jack


Se acerca Halloween, una festividad que siempre me ha parecido tan fascinante, que me hubiera vuelto yanqui solo por celebrarla bien. Inspiradora además de una de esas películas, Pesadilla antes de Navidad, que te pillan en la barrera entre la infancia y la adolescencia, marcándote quizá por ello, a mí al menos.
Este año me siento imbuido del espíritu de Jack Skellington. Él quería atrapar el espíritu de la Navidad, que aún queda un poco lejana pese a que en mi curro ya anden con los arbolitos y las estrellas. Si yo alargo la Navidad en dos meses no es por seguir el comercialismo del Corte Inglés. Busco algo, una amalgama de ideas y proyectos que den un giro de timón a esta existencia matritense que, sin ser mala, sí hace aguas por varios lados. Sin curro a la vista, se puede partir de cero para demostrar que merece la pena estar aquí. Y no lo merecerá, con todos mis respetos para quienes allí trabajen, enrolándose en otro Rodilla, Blockbuster o gran almacén.
Así que, como dice la canción, ¿Qué es?
Los días que restan, por ser pocos, se hacen largos. No tiene importancia. Eso entraba dentro de mis expectativas.

lunes, octubre 23, 2006

Capítulo segundo: Los primos.

II. Los primos.

Tis se despertó bañado en sudor. Nada raro, estaban en lo más tórrido del verano, hilillos dorados se colaban por las rendijas de la persiana anunciando que el día quince de agosto se presentaba en sociedad, festividad de la Asunción de la Virgen María del año dos mil cuarenta y cinco. Y eran dos personas adolescentes en esa estrecha cama infantil. Lo que ya se desmarcó de lo habitual fue que el pegajoso líquido de su cuerpo estuviera frío. Como en una pesadilla, que más o menos era lo que había provocado que se despertase. Alzó un poco la cabeza, pero a ambos lados comprobó que los pies de su prima Car formaban la guardia entre la que descansaba su cráneo, por suerte sin que el olor se hiciera notar. Siempre era así. Cuando se quedaban a dormir en casa de sus primos, al acostarse se dividían el espacio de esta extraña manera. Algo gracioso cuando eran más pequeños que al crecer se volvía incómodo. También era cuestión de simbolismo. La excursión que se disponían a realizar con su familia era casi una copia de aquella en que, algunos años atrás, se fundó su grupo, los Abrasadores. Por tanto, un guiño a la nostalgia, aunque el tiempo, siempre implacable, les dijera que para algunas costumbres ya habían crecido demasiado.
Dentro del silencio en que solo escuchaba su respiración entrecortada y las más relajadas de los durmientes, el joven volvió a sobresaltarse al escuchar una vocecilla.
- ¿Qué pasa, Tis?
Por instinto se volvió a un lado para mirar, por encima de la muralla del queso de Car (vaya el lector acostumbrándose al vocabulario de estos primos), cómo de la sábana de la cama de al lado sobresalía una circunferencia también de apariencia quesera, en este caso como de bola suizo versión moreno, el rostro de su primo Juan, también desvelado y observándole con ojos curiosos, más tranquilo en tanto que las cortas patitas de su hermana Espe no llegarían a darle en la cara.
- Nada- respondió Tis en voz baja pero sin poder evitar cierta excitación- Un mal sueño.
Una bombilla se encendió en el cerebro en formación de su primo.
- Fue por lo del programa de ayer, ¿verdad?
- ¡No!- el tono de Tis se elevó herido en su orgullo de mayor- Menuda bobada. Por una vez debimos haber hecho caso a tus padres y pirarnos a la cama. No son más que bulos.
- ¡Es verdad!- replicó Juan indignado- Lo que pasa es que os han dicho que no nos habléis de eso. Somos pequeños, pero no tontos.
Tis volvió a bajar su voz a nivel de susurro, confidencialmente.
- Y con razón. Mira, tío, si tú vivieras al lado de esa secta de chifladas también tendrías miedo. Por eso, cuanto menos sepamos todos, mejor.
Car se revolvió un poco en el lecho, empotrando su pie contra la boca de su primo, terminando de este modo la conversación, aunque Tis se alegró de que al menos no les hubiera escuchado. Las instrucciones de sus tíos respecto a las Hijas del Apocalipsis eran muy rígidas. Y mucho más llegando al segundo aniversario del hecho que todos recordaban.
Pero el insomnio ya había prendido en ellos, se levantaron y fueron por el largo pasillo central hasta la cocina, tan luminosa que tuvieron que taparse los ojos con legañas. Esto se debía a que la habitación estaba acristalada dando a la terraza, tan amplia que en veranos pasados solían poner una pequeña piscina de plástico desde la que salpicar a los clientes de la cafetería de abajo, que no solían agradecer de buenos modos este refrescante chapuzón. Los chicos, de buena posición media-alta, vivían en pleno centro de León, y tan cerca unos de otros que desde esa terraza en la calle Ordoño II se podía ver el inicio de otra vía de real nombre, Alfonso V, donde se emplazaba el ayuntamiento, el pasaje donde vivían Tis y Car, y desde luego el colegio de donde salieron los fantasmas que perturbaban el sueño del chico.
No me voy a enrollar con la familia de cada uno porque luego os voy a presentar a la mayor parte, de ahí que me centre primero en la parte masculina, sin ningún tipo de discriminación, solo en premio de haberse despertado primero. Tis, Luis León Prieto, tenía en ese momento quince años y acababa de regresar de un viaje a Inglaterra en el que se enroló, más que por aprender el idioma por ver si mejoraban un poco sus habilidades sociales, y en los pocos días que llevaba de regreso sus familiares eran optimistas sobre esta evolución. Pero como todavía no había entrado en ese proceso interminable y aburrido que la adolescencia requiere con sus bailes, chicas y demás, se divertía de manera un tanto infantil con su primo Juan, Prieto Carballal, de trece, huyendo de ese absurdo mundo con juegos que les evadían a dimensiones fantásticas en que los héroes eran ellos. O, sencillamente, los creaban ellos mismos, con papel y bolígrafo o la cámara de vídeo. Fueron espías que se dejaban mensajes cifrados en farolas y macetas, exploraron cada año un rincón de la privilegiada naturaleza leonesa y, claro está, se hicieron un grupo a su medida, esos Abrasadores cuya última aventura probablemente sería en ese santo día. Creo que fue el autor de Peter Pan el que dijo que nada interesante sucede después de los doce años. Es una opinión un tanto radical, pero es cierto que siempre se está mejor en la fantasía que en la realidad.
Era el problema que sufría Tis. Se estaba obligando a hacerse mayor, aunque ya le hubiera gustado quedarse en esas aventuras que habían llenado cientos de folios con su desgarbada letra y retorcidos monigotes. Un cambio que también se desarrollaba en lo físico. A la edad de Juan había estado gordito, pero ahora se había alargado, no mucho, y estaba tan flaco y pálido que resaltaban en su rostro los grandes ojos verdes, la nariz que decían característica de su estirpe y una sonrisa que solía destacarse cómplice junto a las bobadas que hacía con sus primos. Formaba una cómica pareja junto a Juan, que era más bajito, muy moreno y regordete. Juan era más gamberro y Tis por lo general participaba de espectador en sus fechorías, dejando a Car la ingrata labor de cortarlas cuando se pasaban de rosca.
Pero en aquel momento estaban los dos tranquilos, por no decir dormidos. Iban a desayunar unos crepes que habían estado cocinando la noche anterior, por supuesto sin que sus tíos lo supieran. Sí, en la cocina también experimentaban. Una joya de chicos. Juan, de entre los tropecientos mil canales que por aquel entonces tenía la televisión, puso el noticiero de la principal cadena pública.
- ¡Oye, quita ese rollo!- dijo Tis mientras agarraba un crepe con la mano, porque de hecho le gustaba comer con la mano, sobre todo si había confianza.
- ¡Quiero ver manifestaciones!- protestó Juan sin dar su brazo a torcer- Me gusta ver cómo les muelen a palos.
- ¡Pero mira que eres bruto! ¿No sabes que podría ser yo uno de esos? ¿No te hablé de ese amigo que hice en Inglaterra, Alejandro Vidal? Me ha dicho que si quiero ir a una manifestación de esas.
- ¿Sí?- Juan no podía imaginarse a su primo en esa faceta
- Ya lo creo. Era en contra de… No, a decir verdad no se de qué era. Un buen tío ese Alejandro, aunque un poco raro.
Tis no añadió que fue precisamente la rareza de ambos la que les hizo unirse en la excursión británica. Pero es cierto que ver las noticias podía ser una experiencia desagradable para cualquiera, mucho más en el desayuno, las tostadas se atragantaban y el día se veía mucho peor. Manifestaciones como en la que Alex quería enrolar a Tis sucedían varias todos los días, y algunas de ellas acababan de modo violento, que era lo que importaba a Juan, que de política no entendía casi nada y prefería quedarse con los trompazos que le recordaban a sus películas favoritas. Los temas que se disputaban en estas batallas campales eran muy diversos, pero últimamente el protagonista indiscutible era el asunto de los cyborg, con Carlos Gaveston de principal defensor.
A este nombre respondía un caballero llamado a ser el segundo paisano de los chicos en alcanzar la Presidencia del Gobierno. Si se conformaba con aspirar a menos, siempre tendría futuro en la industria del espectáculo. El mayor galán en años del cine español, con una elegancia y estilo destinados a abrir los ojos de los señores de Hollywood. Fulgurante sí fue su carrera como político, si a los treinta y dos años pudiera presumir de estar a punto de dar un giro de timón al país, con una historia personal de esas que siempre enternecen a los votantes, no sin razón pues nunca conoció a sus padres, siendo adoptado por el general Gaveston, que de extranjero solo tenía ese imponente apellido de origen paterno, pues era tan español como las castañuelas, y tenía un gran orgullo en proclamarlo. Pues, ya atando cabos, nuestros primos conocían a Carlos, lo que podría considerarse un gran honor pero no para ellos, que no le tenían demasiada simpatía. El verdadero descendiente sanguíneo del general era su nieto Luis Gaveston, a quien ellos llamaron siempre Ludwig. Un quinto primo se diría, por las correrías que se trajeron entre manos, pero sus amistades no eran bien vistas por el severo y conservador militar, que quería cortarlas contando con el servilismo de su ahijado. Por tanto, antes de hacerse protagonista de los medios de comunicación, la imagen que tenían de él era como un petulante concejal de cuarta fila, recién licenciado, que venía a llevarse por banda a su amigo cuando ellos, como enanos que eran, disfrutaban en plazas y parques sin entender los motivos por los que esos aburridos mayores invadían su infancia feliz.
- ¡Mira!- gritó Juan- Ahí esta Charly.
- ¿Cuándo no está?- contestó Tis con una mueca de asco.
En efecto, aunque el Congreso de los Diputados estaba cerrado por vacaciones, Charly, que así le llamaban mostrando una familiaridad más bien despectiva, no descansaba nunca en su campaña. La madre naturaleza se lo estaba poniendo fácil, con un verano aún más catastrófico que los anteriores, sin que la mayoría de los científicos se pusiera de acuerdo en una razón: cambio climático, mano del hombre… En la mayoría de los casos, la respuesta era clara: no había ninguna explicación lógica. Pero el pueblo sí quería respuestas. Y soluciones urgentes. Gaveston quería aprovechar que la presidenta estaba relajándose en las islas para así adelantarse y echarle en cara que mientras ella disfrutaba de la cara amable del clima en la península había un caso de incendio, inundación o huracán cada par de días. Y él no iba a quedarse de brazos cruzados, sino que en una comparecencia televisiva había plantado un decorado de ciencia-ficción para presentar un invento que así lo merecía, mediante un montaje holográfico que lo proyectaba en medio de una sala gigantesca.
Gaveston, en el centro al lado de las imágenes, movía los dedos velozmente por la pantalla táctil que le habían colocado en un atril, para que así pudiera leer su discurso. Aún no había dominado del todo el arte de expresarse correctamente en público, pero su mera presencia ya le hacía ganar puntos de entrada. Sus ausentes progenitores debieron darle una buena genética, el cabello engominado era rubio con briznas rojizas, aspecto pálido pero no enfermizo, buen contraste con el traje oscuro que lucía en él como la mejor percha, gracias a la formación castrense que le otorgó su tutor, un verdadero fanático en eso de la disciplina del cuerpo. Sus gafas le quedaban perfectas como complemento de alguien que quería aparentar ser más mayor para transmitir experiencia pero no renunciaba a su belleza juvenil. En las imágenes que le acompañaban también aparecían hombres casi perfectos, solo que de hombres solo tenían una imitación casi clónica. Eran como soldados de físico poderoso que vestidos de camuflaje y sonrientes aparecían rescatando niños, ancianos y mascotas de unas catástrofes con mucho sabor a cine de serie B. Todo era muy similar entre sí. La pobreza de los decorados, las mismas caras de pánico fingido, y desde luego los salvadores eran idénticos, ya que venían de serie con ligeras variantes.
- ¡Digámoslo sin miedo!- proclamaba Gaveston- ¡Los cyborgs son una solución! Ante un ejército diezmado por la falta de reclutas, que están poco preparados y mal pagados, necesitamos una alternativa eficaz que ahorre la pérdida de vidas humanas. ¿O es que acaso el gobierno se sacará algún as de la manga? ¿Qué han hecho a este respecto desde su primera legislatura, que se estrenó con una tragedia que me tocó muy de cerca? ¿Qué hizo la señora presidenta cuando el alud de San Isidro, allí en mi tierra natal?
Por un momento Juan sospechó que Tis iba a apagar de inmediato la transmisión. La sana atmósfera de cachondeo que tenían desde que se levantaron se evaporó y Tis se quedó callado y serio, sin parecer que prestase atención a la palabrería del político, que nunca tuvo pudor para dejar de utilizar ese triste hecho en su beneficio. Y que estuvo a punto de crear la mayor desgracia hasta la fecha en su familia. Car había estado allí. Era muy pequeña, pero no por eso lo había olvidado. Muchas amigas suyas murieron, niñas que indirectamente también lo eran de Tis. No podía soportar esa manipulación utilizada para hacer propaganda de sus humanoides, sin duda fabricados por alguna empresa que se habría dejado los cuartos en financiar su campaña. Por suerte, la siguiente imagen que apareció en pantalla sirvió para que Juan distrajera la atención de su primo hacia temas menos graves.
- ¡Jo! ¡Qué buena que está la Rosalinda!
El noticiero buscó, como era lógico, la reacción de la presidenta Neira, que a sus cuarenta y cinco años y seis al frente del país era lógico que mirase con algo de arrogancia a ese jovenzuelo con pinta de presentador de variedades. Ella, que a simple vista parecía la típica rata de biblioteca, con sus gafas de concha y pelo moreno e indomable, solía llevar ropajes oscuros incluso ahora que volvía de la playa con su hija Rosalinda, para nada vivo reflejo de su madre. Puede que Juan aún no hubiera echado la matrícula para ser diplomado en mujeres, pero la pequeña dama no contaba más que con un año más que él, y aparentaba más incluso que Car, ahí se ve su desarrollo, máxime cuando regresaba con bikini y un pareo transparente, observando a los periodistas que habían abordado a su madre con el desprecio que siempre les había tenido. A Tis siempre le había parecido nada más que una niñata borde, pero por complacer a su primo se fijó en ella mientras escuchaba las frías palabras que Neira dedicaba a su rival, tachándole de buitre carroñero no sin parte de razón.
- Sí, cierto- reconoció Tis sin mucho entusiasmo- Pero es una pija. He visto muchas como esas en el viaje. Pijas italianas nada menos. Muy buenas, eso sí. Si hubiera estado más espabilado…
Tis siguió lamentándose en sus adentros de su poca destreza mientras volvían las imágenes de disturbios provocados por grupos de jóvenes, algunos de los cuales quizá pudieran ser en un futuro Alejandro y él mismo, corriendo para no ser alcanzados por las lapas electrificantes. Se abrió la puerta de la casa y en acto reflejo Juan apagó la tele, ya que sus padres no permitían ver según qué cosas. Aunque sus progenitores habían dormido fuera y dijeron que no regresarían hasta mediodía o así, tras haber adquirido las viandas para la comida. Su sorpresa fue mayúscula cuando en el cristal de la puerta vio reflejarse la silueta de Pura, la entrañable chacha de toda la vida. Era casi de la familia, aunque con ella se permitían confianzas que el resto de sus miembros no se tomarían a bien. Cierto que su físico invitaba a esa crueldad que tienen ya los niños en la cuna, o siguiendo a Rousseau la malsana sociedad les transmite. Era como las brujillas de los cuentos, muy flaca, el pelo corto y revuelto, aunque no tanto como los pelillos de su bigote, los dientes cada cual por su aire y alguna verruga estratégica. Pese a lo que vamos a ver, los chicos la querían mucho en el fondo, si bien se extrañaban de su presencia allí, con una cara de vinagre que delataba que no lo hacía por gusto.
- ¡Puri!- dijo Tis- ¡Pero si hoy es fiesta!
- ¡Ya lo se ya!- respondió la asistenta de mal humor- ¡Por ganas no estoy, eso está claro! ¿Y vosotros qué hacéis en pie a estas horas?
- Estábamos viendo a los cyborgs y a Rosalinda- contestó Juan- Voy a decirle a mamá que te cambie por una chacha cyborg con el cuerpo de Rosalinda.
- ¡Qué gracioso el…!- censuro las palabras de Pura, que por lo general no utilizaba muy buen lenguaje ni delante de los niños, que por otro lado iban a aprender esas palabras de todos modos- ¿Viendo las noticias vosotros? ¡Qué formales os habéis vuelto! ¿Y si yo le digo a tu mamá que el otro día pillé bajo tu cama una película virtual de Sin Wom?
- ¿Sin Wom?- repitió Juan haciéndose el despistado- ¿Tú sabes de qué habla?
-Ni idea- confesó Tis siguiéndole el juego- Es la primera vez en mi vida que oigo ese nombre. ¿Quién es esa?
- ¡Muy bien!- Puri ya había estado en batallas como esa, esta vez se creía con las de ganar- Aquí tengo una cosa que lleva vuestra marca. ¡Una prueba muy clara!
Rebuscó entre su bolso para sacar una grabación que se activó con las voces de un nuevo grupo revelación: Los Abrasadores, versión musical, con Car a la guitarra y todos los primos cantando y haciendo coros que dedicaban a la sufrida mujer. En su defensa cabe decir que casi todos sus familiares habían tenido un homenaje musical, que en este caso reproduzco exagerando sus gorgoritos para mayor realismo.
Puriiiiiiiiiiiiiiiiiiii
friegaaaaaaaaaaaaa
los platossssssssssssss
con honorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
Uo, uo, uo, uooooooooooooo
(Hasta aquí el estribillo, que conste)
Puriiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Tienes el pelo como una mofeta.
Puriiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Eres una artista con la bayeta.
Puriiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Tus piños volaron cual avioneta.
Puriiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Uo, uo, uo, uooooooooooooo
(Y sigue)
Ante una acusación con una prueba tan evidente, los chicos no pudieron por menos que agachar la cabeza, también para evitar la risa, y volverla a levantar con ojos de corderos a punto de ser convertidos en chuletillas.
-Pero… Si la canción se le ocurrió a Car- dijo Tis.
- ¡Sí!- confirmó Juan viendo una salida fácil- Además, no te puedes quejar. ¿A que hasta ahora no te habían dedicado una canción?
- ¡No me vengas adulándome!- dijo, los pelos del mostacho vibrando eléctricamente- No he venido por esa dichosa cancioncita. Creo que me dejé aquí el otro día un angelito de cerámica que le iba a regalar a mi sobrina Asunción por su santo.
Incluso antes de que Pura terminara de decir su frase, el cerebro de Tis ya estaba haciendo conexiones entre las capas de su memoria, hasta llegar al archivo apropiado. Sin ánimo de cargar las tintas en la faceta más bruta de los primos, había un juego ideado por ellos mismos que resumía bien su necesidad de hacer el animal para quemar energía. Se llamaba Zuavos. Sinceramente, no se el significado del término zuavo, pero era otra de esas palabras que los primos usaban porque les sonaba bien, sin atender a más razones. El lugar, una habitación en la que al ser posible no hubiera nada frágil ni de cristal, solía ser el cuarto de Juan y Espe. Instrumentos necesarios: varios juguetes como muñecos, peluches, etc. Preferiblemente blandos y suaves, pero por eso de la emoción del juego solían ser de goma maciza. Reglas: muy sencillo. Enciérrense cuatro primos en una habitación armados hasta los dientes de muñecos, cada uno parapetado tras un escondrijo, ya sea silla, baúl o similar. Se cuenta hasta tres y entonces se apagan las luces. A partir de entonces cada uno intenta arrojar sus muñecos como si de proyectiles se tratara contra los otros, terminando el juego, o tan solo interrumpiéndose, cuando la pata de algún caballito o la cabeza de un héroe de acción impactaba contra los morros, la barriga o en el peor caso los ojos del contrincante, que estallaba en lloros y a veces se tomaba una venganza peor aún, ya directamente por las manos y pasando del juego. Aunque ya estaban un poquito mayores para ello, se dieron el homenaje recordando esas bestialidades, pero Juan hizo trampa porque cuando Car aún estaba por el dos y la luz bien puesta, arrojó un cerdito bien pesado cuyo hocico fue juntarse con el de su hermana, que sin reparar en su ligera hemorragia nasal, se levantó con ánimo de ojo por ojo, la persecución se prolongó por el pasillo, como era habitual, acabando en la cocina, donde reposaba esa estatuilla en la ignorancia que ningún angelote es sagrado cuando hay un ataque de ira heredada de Caín. El cerdo retornó el vuelo y las pruebas del delito fueron borradas hábilmente. Las neuronas de Tis volvieron a la actualidad.
- ¿Sabes, Puri? No tengo ni idea de dónde está el angelito ese. ¿Por qué no vas a preguntar a las chicas? Aunque no se si estarán despiertas.

domingo, octubre 22, 2006

Franco y su legado



Pues sí. Ayer terminé la espléndida biografía del caudillo escrita por Paul Preston. Se la recomiendo a cualquiera que tenga tiempo, que es un buen tocho, y desde luego la prefiero al nuevo revisionismo histórico de Vidal, Moa and company.
El espíritu de Paco Franco murió en el libro pero resucitó en las fascistas conductas de algunos jóvenes de hoy en día, españolitos de pro y cobardes de mierda que se amparan en el uso desproporcionado de la fuerza al igual que en tiempos franquistas se enviaba a toda cuadrilla de exaltados para dar palizas.
Menuda fiesta de cumpleaños. Primero, en la discopija Riviera, a Oscar le pegan unos, luego no nos dejan entrar a Nacho y a mí, y regresando nos topamos con una pandilla de bakalaeros niñatos que nos siguen hasta que a mí me parten la ceja y me quitan la cartera. Desde luego que no era momento de heroísmos infantiles, y suerte tuve de que esa banda de gallináceas, que luego salieron a la fuga, no me hicieran nada más. No quiero autoculparme de esto, pero desde luego que tendríamos que habernos quedado en el Rebel, y en las dos semanas que quedan, y ya veremos el año que viene, se acabaron los lugares para descerebrados.
Pues sí, no hay cojones. Tan cobardes ellos como los que en la dictadura se amparaban en partidas de la porra, y salvando el tiempo, tanto como los marroquíes, antiguos aliados de Franco, que pusieron las bombas en los trenes del 11-m.
Como estoy puteado voy a ser un poco bruto y diré que en dichos trenes se echaron en falta energúmenos como estos, cuya pérdida no se echaría en falta.

jueves, octubre 19, 2006

¿Veinticinco? Pues por...




En efecto, mañana cumplo un cuarto de siglo. Antes de lamentarnos, diré que creo que aún puedo durar un par de cuartos más, ¿no?
No esperaré a las doce de la noche para recordarlo. Algunos personas debemos madrugar para la descarga de los Mortadelos. Y no es el momento de hacer reflexión. Solo diré que en algunas cosas poco he cambiado, pues de aquellos cuadernitos que hacía cuando iba al colegio ahora tengo novelas con las que intento crear el primer icono de la literatura juvenil de este siglo. Con modestia, desde luego.
Hay otros libros y obras que asumen que, en efecto, en algunas cosas sí ha habido cambios, a veces más bruscos que una carrera de tunnig. En fin. Todos los interrogantes que pueda tener, algunos los llevaré a León y otros los tendré cuando regrese.

En cualquier caso, que el gran Jojosh os ampare.

lunes, octubre 16, 2006

Capítulo primero: Ponferrada.

I. Ponferrada.

Era una mañana alegre y soleada.
La del quince de agosto del año dos mil cuarenta y tres, fiesta de la Asunción de la Virgen María. Sábado, para más señas. Lo que se llama un típico puente español con todas las consecuencias, y a esas horas en las que un país civilizado estaría ya almorzando, los currantes se desperezaban de los excesos de la semana o, aquellos más afortunados, de los de la noche anterior. Ya se ve. Pueden cambiar las décadas, siglos o milenios, que ciertas costumbres se mantienen, entre ellas las merendolas campestres, no digamos ya en un estío de a cuarenta grados a la sombra y entorno tan propicio como el Bierzo, bellísimo enclave del noroeste español a caballo entre León y Galicia. No es momento de hacer una descripción naturalista de varias hojas sobre la extensa historia y características de estos lugares, que ya hubo maestros en el pasado más competentes para ello, si alguien quiere saber sobre las Médulas o los Ancares no debería buscar polvo en los libros sino descubrirlos no sea que un hipotético futuro acabe con ellos.
Algo que por ese año aún no había sucedido, pese a que una nueva ola de incendios forestales estaba arrasando la verdura de algunas zonas. Algunos eran provocados por el vil metal, pero no faltaban aquellos palurdos de ciudad que ponían en peligro su vida y la de los demás con su inconsciencia. Riesgo que poco importaba a esas familias que partían de sus cada vez más robotizados hogares… para inundar la pureza del campo con las mismas robóticas idioteces que tenían en sus casas. Progreso manda. La ciudad de Ponferrada, Pons Ferrata, El puente de hierro, se había convertido aún más en centro turístico de la comarca. No solo de masas. El ocio se mezclaba aquí con lo espiritual. No lo mencioné antes, pero el Bierzo, como toda la provincia leonesa, es ruta indispensable para los que hacen el Camino de Santiago, tradición ya desde el medievo en ir a visitar las reliquias del apóstol Santiago en la ciudad que su nombre lleva.
En un destartalado autobús se imponía un silencio respetuoso, que murió en la voz seca, como de lija, que recordaba a otra ilustre peregrina del lugar.
- Eteria, o Egeria, es el nombre con el cual es conocida generalmente una piadosa dama que hacia el siglo tercero después de Cristo, aproximadamente, peregrinó a los Santos Lugares, dejando un diario relatando lo sucedido, el Itinerarium.
Una historia interesante la de la monja berciana, sin duda, pero hay que preguntarse qué tipo de auditorio la escucharía sin pestañear dentro de esa vieja carraca sin aire acondicionado que se podría asemejar al interior de un huevo cocido. Y si añado que las ocupantes, pues todas eran mujeres, llevaban gruesos hábitos de esparto que cubrían todo su cuerpo a excepción de parte del rostro, asemejándose más al velo de ciertos países orientales, pues habría que encontrar algo de martirio en su postura. Y eso era justo lo que esas religiosas buscaban, el sufrimiento con el que redimir sus pecados ante un fin del mundo que estaba a la vuelta de la esquina.
Sí, eran monjas. Como se verá, no de las que te encuentras por la calle. Las Hijas del Apocalipsis, con nombres como esos sobran presentaciones, habían surgido apenas unos años atrás. Corrían malos tiempos para la fe, las vocaciones escaseaban. Esta orden la había fundado una pobre madre carmelita directora de un colegio de León vecino a la morada de uno de nuestros héroes. Después que la tragedia se cebara con sus alumnos, muchos de los cuales perecieron en un alud por causas naturales durante una excursión a la estación invernal de San Isidro, con inspiración o locura quiso ver una señal divina de castigo, algo así como que nos fuéramos preparando… Por crear lo que muchos consideraron secta fue suspendida a divinis y casi a patadas, pero allí seguía en su colegio de León dirigiendo a sus hijitas, algunas perdidas que veían un modo de reformarse, pero también vocaciones puras. Como la hermana María. Sí, cualquiera fuera allí la jerarquía, todas eran hermanas. Durante esa misión que la vieja les había encomendado, pedagógica y propagandística a un tiempo, María era, lamentando la comparación vulgar, la animadora del equipo. No fue al azar que se escogiera justo esa festividad dedicada a la Virgen para iniciar un viaje que les llevaría por toda España, proclamando la verdad para quien quisiera escucharla. La devoción mariana era su guía, y esa joven de nombre tan simbólico proponía, guitarra en mano, un entretenimiento que despertó mayor entusiasmo que el relato de la señorita Eteria.
Cuando sientas que tu hermano
necesita de tu amor,
no le cierres las entrañas
ni el calor del corazón.
Busca pronto en tu recuerdo
la Palabra del Señor:
Mi Ley es el Amor.
Escuchándola cantar este himno se podía entender por qué la madre fundadora gustaba de referirse a ella como su milagro particular. Unas ondas suaves de voz rebotaban contra las ventanillas del auto invitando a todas al júbilo y el canto, hasta a la vieja hermana Urraca cuyas cuerdas bucales ya hemos quedado en que no daban mucho de sí. Daba igual. El estribillo era entonado en respuesta hasta por la conductora, una rolliza mujerona que quería redimirse de su etapa como camionera de contrabando.
Glory, glory, aleluya,
Glory, glory, aleluya,
Glory, glory aleluya
en el nombre del Señor.
No llego a entender muy bien por qué cambiaban gloria por glory, pero tampoco era muy importante entonces. Lo precioso no solo estaba en su salmo, ella misma era hermosura tan solo descubierta a través de la rendija de su rígido hábito, una cara infantil blanca como un témpano pero calor en las mejillas, algunos cabellos rebeldes se escapaban de la redecilla, María de no haber sido religiosa podría ejemplificar el famoso soneto de Garcilaso En tanto que de rosa y azucena, que habla de la rapidez con que el tiempo se lleva la juventud, dirigido a una doncella cuyo ideal de belleza renacentista era el suyo propio. Para muchos lástima de haberse desaprovechado con esa vida, al menos de aquellos que por la calle soltaban a su paso cumplidos muy poco poéticos, mejor no reproducirlos aquí. Se cuenta que la hermana María, que en poco sobrepasaba los veinte años, había sobrevivido al accidente del alud que se llevó a tantos compañeros de su clase, razón de más para que la fundadora la considerara una elegida, y quizá allí fue donde se encendió su vocación, la más pura y menos forzada de todas las que estaban allí.
Cristo dice que quien llore
su consuelo encontrará…
Siguieron cantando hasta acceder al centro de la ciudad, sus calles no estaban muy concurridas, pero el tráfico era considerable por los excursionistas perezosos a los que no había apetecido salir hasta entonces. Cuando algún despistado paseante miraba por casualidad dentro del autobús, el ver todas sus butacas con lo que parecían bultos de paño negro dando palmas le ponía la piel de gallina y aceleraba el paso. Aparcaron al lado del puente sobre el río Sil, ese que dio nombre a la ciudad en sus orígenes. La oscura procesión que descendía del auto ya no podía pasar desapercibida para los demás, poco faltó para que alguien invadiera el carril contrario por no dar crédito a lo que veían sus ojos. La circulación no sufrió daños, hasta que las monjitas en pleno ocuparon la calzada por la mitad, provocando súbitos frenazos, que algún morro de coche se comiera el maletero del de enfrente, pitidos y sobre todo un montón de improperios lanzados al cálido aire.
La hermana Urraca no se inmutó, se puso dentro del círculo que habían formado sus compañeras jóvenes, en posición de orar, sacó una Biblia que ya tenía señalada y tratando de hacerse oír sobre el estruendo que habían creado, exclamó:
- Apocalipsis, dieciocho, uno: Después de esto vi a otro ángel bajar del cielo con gran poder; la tierra fue iluminada con su esplendor. Gritó con voz potente: Ha caído, ha caído Babilonia la grande y ha venido a ser morada de demonios, guarida de todo espíritu impuro, refugio de toda ave inmunda y odiosa; porque todas las naciones han bebido el vino de su ardiente lujuria...
- ¡Tú si que te has puesto bien de vino, vieja borrachina!- bramó un padre de familia gordito cuya papada se hinchaba al borde de la explosión.
- ¿Quiénes son esas, mamá?- preguntaba un niño todo dulzura- ¿No salieron el otro día en el programa de la Veinte?
- ¡No!- replicaba una madre igual de furiosa- Y te he dicho que no veas esas cosas.
Ni los insultos ni las blasfemias que les llovían quebrantarían la fe de la orden, que mascullaba rezos mientras la hermana mayor seguía con el último libro sagrado. Puede que porque reflejara el estado de ánimo de los humanos, el hecho es que el clima varió en cuestión de minutos. De ser un sofocante día de verano, las nubes aparecían tornándose negras, el astro rey dijo adiós muy buenas detrás de ellas y algunos comenzaron a sentir la corriente por debajo de sus bermudas, este cambio súbito creó confusión en aquellos que habían bajado al puente sombrillas en mano para linchar a las intrusas. En principio, lo tomaron como una manifestación más. El panorama político andaba muy revuelto, aunque no sabían por qué las monjas también tenían que quejarse. Lo mejor sería dejar el asunto en manos de la autoridad competente. En esos tiempos en que parecía que los cyborgs iban a sustituir a los policías humanos de toda la vida, hizo acto de presencia un insigne ejemplar del cuerpo, motorizado, agente con algún kilo de más producto de la tranquila vida de ciudad pequeña, su mostacho de morsa hizo que alguien con sentido del humor pero poca originalidad le llamara Bigotones. También bastante acobardado por la tormenta que se avecinaba, pero tenía que mostrar lo que valía. Si uno no es capaz de tener autoridad ante una anciana y un grupo de niñas crecidas, ¿por quién le iban a tomar?
- ¡A ver!- gritó Bigotones, saliendo como pudo de la moto y acercándose al grupo que no se había inmutado- ¡Señoras! O señora y señoritas. O hermanas. ¡Como sea! ¿Me quieren escuchar, háganme el favor?
En ese momento la hermana Urraca parecía acabar su lectura, con los brazos en alto.
- ¡Amén!- exclamó, solemne, siendo imitada por las otras.
- ¡Sí, amén, sí!- dijo a su vez el policía con poco respeto- Vamos a ver, ¿aquí quién manda? ¿Es usted?
La hermana Urraca, sin apenas dignarse a mirarle, elevó su largo y consumido dedo índice hacia el cielo, ya era evidente que anunciaba borrasca. Maldita la gracia que hacía al agente el estar allí como un tonto para mojarse cuando podría regresar a comisaría con su partida de tute, pero resolver ese curioso asunto le podía dar un poco de brillo a la placa. ¿Dónde estaban las cámaras de televisión cuando se las necesitaba?
- No hay peor ciego que el que no quiere ver- sentenció la hermana Urraca observando a Bigotones ya a la cara, de modo frío.
- ¡Señora!- replicó el otro, intentando mantener los ojos enfrentados a los suyos- Mire, si va a hablar así mejor se hubiera quedado callada.
- ¡Quién manda, dice usted! ¿Es que no lo ve? ¡Es Dios! ¡Solo Él puede manejar los elementos a su antojo! ¡Usted lo ha visto! ¡Todos estos infelices que nos insultan lo han visto!- la hermana Urraca adoptó una pose teatral, un éxtasis que a una edad como la suya resultaba un poco afectado- ¡Han podido ver cómo un día alegre y tranquilo se convierte en un castigo contra el orgullo del hombre! ¡Un castigo divino que…!
- ¡Hermana!
Su frenesí fue interrumpido por una de las suyas, que tiró de su manga con tanta fuerza que casi gira cual peonza. Enfadada por la interrupción de su discurso, observó que la razón no era para menos. Mientras ella deliraba frente al policía y las demás formaban círculo a su alrededor como una guardia, no se dieron cuenta de que un punto de la circunferencia se había desvanecido, no uno cualquiera, el que daba mayor luminosidad a un día como ese. La hermana María se había dirigido hacia la baranda del puente, estaba comenzando a subirse a ella, con un equilibrio inestable. Como estaba de frente al precipicio no podían ver su rostro, si lo hubieran hecho comprobarían que poco quedaba de la risueña mueca de las canciones. Sus bonitos ojos celeste con franjas amarillas aparecían sonámbulos. Ella había perdido el control de sí misma y, cualquiera fuera la fuerza que estuviera dentro, la manejaba a su placer. María estaba de pie frente al río Sil, que serpenteaba bastantes metros más abajo con un caudal más bien pobre producto de la sequía. Su postura era estática, la mirada vacía fija en el horizonte. Hacia ella corrían desesperadas sus compañeras, cogiéndose los faldones de a ras de suelo para no caer. Cesaron los pitos y voces. Todos los que se encontraban en el puente estaban mirando a la joven, tan hipnotizados como ella misma.
- Éramos pocos y parió la abuela…- gruñó Bigotones entre dientes mientras se acercaba a la baranda, con un paso bastante más sosegado que el resto.
- ¡Hermana María!- gritó la hermana Urraca conteniendo el pánico- ¡No lo hagas! ¡No, aún no! ¡No ha llegado el momento!
No está bien claro a qué clase de momento se refería la hermana, pero cuando sus compañeras se acercaron junto a ella, ya a la distancia precisa para agarrarla del hábito arrojándola a salvo en el puente, una corriente de aire huracanado surgió desde el precipicio, elevándose al tiempo que ganaba en fuerza y extensión, cuando alcanzó el nivel de la joven se cernió alrededor de ella como un tornado cuyo centro fuese la misma María, las monjas fueron suspendidas por el aire dando varias vueltas concéntricas hasta ser expulsadas de nuevo hacia el puente. En el fondo, era una escena bastante humorística, que recordaba a la de las institutrices en Mary Poppins.
La bella poseída ascendió hasta el centro del remolino, que ya había alcanzado una altura de varios metros sobre el río. Su postura no había cambiado un ápice. De pie como antes, la mirada perdida, estática. Solo el viento la manejaba a voluntad como una bolsa de plástico, hasta llegar a ser el corazón de ese fenómeno natural inexplicable, que unos turistas como aquellos jamás hubieran encontrado de merendola corriente, inmortalizándolo con sus cámaras, porque en ese tiempo todo llevaba cámaras y pocos acontecimientos imprevistos se hubieran quedado sin testigos. También el agente de la ley registraba esas imágenes, pero en su caso para que sirvieran de prueba en busca de refuerzos sin que le tomaran el pelo.
- ¡Atención a todas las unidades!- dijo por su micro- ¡Se ha levantado un huracán sobre el puente del Sil con monja en su interior! ¡Ver para creer!
Las religiosas, una vez levantadas del suelo, se habían reunido al lado de la baranda, haciendo masa común para no salir volando de nuevo. Sus lágrimas sí salían dispersas por su rostro, al igual que las palabras de la oración escapaban brevemente pidiendo que ese sacrificio no fuese aún consumado. Porque eso era lo que significaba para ellas. Y mucho más para la hermana Urraca, que se agarró con firmeza al soporte del puente y observó hacia arriba entornando los ojos, a sabiendas que era imposible que se la oyera.
- ¡Hermana!- chilló casi afónica- ¡No tengas miedo, hermana! ¡Ahora lo entiendo todo! ¡La madre fundadora bien lo supo ver! ¡Nuestro Señor te salvó en ese alud para que pudieras guiarnos! ¡Y ahora Nuestro Señor te lleva para advertirnos que nuestra misión está cerca de su fin! ¡Alabado sea…!
Tanta resistencia no se podía esperar de una anciana como ella aún en un arrebato de fe, por lo que sus manos se resbalaron del metal y salió disparada hacia atrás, retenida por la red de sus jóvenes correligionarias. Aún sin que la hermana María hubiese escuchado sus palabras, al fin comenzaron a notarse cambios en su postura, que ya no era tan tensa, iba relajándose como si fuera una niña mecida en su cuna al tiempo que el huracán se hacía mucho más violento, los excursionistas que ya habían tomado sus recuerdos para mostrarlos en la oficina salían pitando, literalmente, en sus coches rumbo a la tranquilidad del hogar, mientras Bigotones aprovechaba la llegada de los primeros coches patrulla para ponerse a salvo. El cielo se tornó oscuro al punto que la visibilidad era como la de la noche más cerrada. La demostración de furia divina llevó a la congregación a resguardarse también detrás del vehículo policial, desde donde el valeroso agente daba unas palmaditas de cómplice a su compañero.
- ¡Buf!- resopló- En mis veinticinco años de carrera no he tenido otra…
No pudo acabar la frase porque su refugio salió volando como una lata de sardinas para ir a estrellarse al otro lado del puente. De nuevo al descubierto, las monjas chillaron de pánico, pero la hermana Urraca se impuso sobre sus lloros, furiosa.
- ¡Hermanas! ¿Qué es ese temor? ¿Si Dios nos llama a su vera, queréis acaso que os encuentre haciendo pucheritos? ¡Arrepentíos de vuestros pecados! ¡Arrepentíos!
La redecilla de la hermana María salió volando, revelando una cabellera rubia en todo su esplendor, rodeando su cabeza como en sustitución de ese sol que se había batido en cobarde retirada. Una estrella del firmamento, tan fugaz que en milésimas de segundo ya no estaría allí. Un único rayo surcó solitario y veloz la distancia que le separaba de las nubes para consumirla por completo. Para las hermanas, fue visto y no visto. Cayó, y sencillamente la hermana María ya no estaba allí. No quedaba nada de ella. Ni siquiera sus cenizas. La hermana Urraca lloró también, pero esta vez de alegría, con las palmas y la visión extendidas al cielo.
- ¡Se la ha llevado!- declaró con una voz quebrada que se negaba a salir- ¡Es un milagro! ¡Aleluya! ¡Rezad, rezad hermanas! ¡El fin está cerca!
Y todas elevaron a la vez sus manos hacia unas alturas que parecían querer calmarse satisfecho ya su sacrificio.
- ¡Aleluya!- repitieron- ¡El fin está cerca! ¡Glory, glory, aleluya!

domingo, octubre 15, 2006

Generación batuka


Hasta en semanas como esta, que no ha sido especialmente agradable ni para mi ni para mi familia, me resulta sorprendente el guantanamesco modo de torturar que tienen en el que será por suerte dentro de poco antiguo empleo.
Por si fuera poco la aglomeración de rebaños humanos en plena sesión de sábado tarde, ahora les da por montar shows para atraer a la clientela y aumentar aún más si cabe la caja. Tras el edulcorado salón de novias-novios, tocaba el mes del deporte, y mi cabeza, como en la película Scanners, casi explota tras durante una demostración de batuka, el último invento demoníaco de Operación Triunfo.
Ese programa tuvo su mejor definición cuando, aún en TVE, un político pepero dijo que expresaba los grandes valores de su partido. Cierto. Tan reaccionario y arcaico como él mismo. Poco ha importado el cambio a Teta Cinco o que le pongan un presentador gay. El espíritu no ha variado, a pesar de la femeneidad de esos chicos concursantes que parecen tener lágrimas pá llenar un pantano.
Así que fue toda una sorpresa ver en el Corte Inglés a toda esa fauna que por allí pasa, a saber, meapilas, madres pijas, pseudo nazis que agotan de una tirada el último de Jiménez Losantos, todos embelesados en contemplar ese baile descocado, de origen latino, con sus lascivos movimientos.
Antes de que la llegada de la Generación Batuka corrompa a los legendarios almacenes, reclamo lo mismo que un cliente hace unos días, ¡que resucite Ramón Areces!

jueves, octubre 12, 2006

Si esto es un puente


Ayer tuvo lugar una fiesta para empleados del Corte Inglés (y agregados) en el parque de atracciones. No fui, no es que me sienta asocial por ello. Ya he anunciado oficialmente mi marcha de allí, y me encuentro en el período de decadencia, en el cual curro pero pensando más en el final que en otra cosa.
La verdadera fiesta era la que debía haber tenido en León, donde se han ido todos mis colegas. No pude ir, pero es la última vez. A partir del mes que viene, me resarciré por todas: Semana Santa, San Juan, etc. Pero si quiero estar dos meses sin currar, de momento habrá que esperar dos sueldos más y ahorrar un poco.
También pensando en la campaña de márketing de Los Abrasadores, ¿no?
Ja.

martes, octubre 10, 2006

Réquiem por don Germán


Los políticos no tienen vergüenza.
Cada noche, cuando llegaba hastiado tras el curro, Nacho y yo sentíamos un remanso de paz y sosiego, además de buena información, viendo Diario de la Noche de Germán Yanke en Telemadrid, un señor que si bien puede ser de derechas, al menos dotaba al programa de una imparcialidad envidible, así como una fina ironía. Contaba con invitados de todo tipo (esa entrevista a Santiago Segura...) y gozaba de una libertad que al final acabó pagando cara al enfrentarse a la mismísima dueña de la cadena, Esperanza Aguirre, lo cual provocó un cese fulminante que él dijo ser consecuencia de ajustes de presupuesto, pero yo no lo creo. con él se ha llevado a colaboradores que no quisieron abandonarle, como el gran don Pablo, y ha dejado el programa a cargo de un osito, un pelele sin gracia que es la marioneta de los de arriba.
Ese es el precio de no creer en expedientes x y cosas así.
Hasta siempre.

Euronews- No comment


Esto explica todo lo que sucedió el sábado.

lunes, octubre 09, 2006

PRÓLOGO

PRÓLOGO

¿Cómo será el mundo dentro de cuarenta años? La verdad, no tengo ni idea. Pero dudo que se parezca al de los Abrasadores. Como escritor amante de la comodidad y poco dado a documentaciones que soy, no me hubiera planteado el localizar una novela, ¡peor!, una serie de ellas, en el futuro. Lo hago solo por tres razones. La principal debe mantenerse a recaudo. La segunda, algunos aspectos quedan bastante ridículos vistos en la actualidad. La tercera, necesitaba un ambiente de peligro, catástrofe, casi apocalíptico, algo que explicaré más adelante. Todos estos argumentos se condensan en uno: me importa un pimiento el que desde el punto de vista político, científico o como se mire sea verosímil esa realidad. Los cuentos suelen ser parcos en detalles. Podría rastrear enciclopedias y todas las páginas web de aquí a la eternidad. Paso. Importa la aventura, el resto se amolda bien. ¿O acaso alguien se pregunta si los humanos de La guerra de las galaxias deberían ahogarse o no por la falta de oxígeno? Pues eso.
Esta es una historia épica. Y estos pequeños héroes necesitan un reto a su medida. Cada día los medios de comunicación nos alertan sobre el riesgo del cambio climático, de manera más o menos seria o sensacionalista según se mire, a mi juicio no siempre con el rigor que se debiera. Para el que le interese el tema lamento decir que las catástrofes naturales que suceden en Los Abrasadores no tienen este origen, pero sí la idea del miedo generalizado. El fin del mundo es un recurso tópico en cualquier aventura. Mira que nos lo llevan anunciando desde hace mil años, y que no cae. Posiblemente tampoco dentro de cuarenta, pero vaya, lo que importa es que este planeta esté una vez más en manos de sus poco probables salvadores.
¿Una locura? Por supuesto. Los Abrasadores no esconde nada. Hay algo que sí es real, y son los nombres tanto de sus protagonistas como de varios personajes, lo hayan querido o no. Porque había que conservar esa base, que no es otra que las aventuras que los cuatro primos Prieto corrieron allá por esos noventa que resultan tan lejanos ya, muchas veces en compañía de amigos y el resto de su familia. De ahí se pasó a la ficción, nuestra joven musa quiso llevarnos de esas inocentes correrías leonesas a otras de fantasía, en las que nos imaginábamos protagonizando escenas sacadas del ocio de nuestra infancia, adolescencia y aún del presente. Películas de aventuras de los ochenta y noventa, videojuegos, juegos de rol… Cualquier ambiente rutinario no lo era. Detrás de un garaje podía ocultarse un tesoro. Una vecina de la tercera edad resultaba más peligrosa que un ejército de hunos.
Nos evadíamos… Tal y como yo hago ahora regresando a mis tiernos días, dejo todas mis preocupaciones y al tiempo trato de modelar a ese yo de diez años menos, para que no cometa los mismos errores que yo cometí, en un juego de espejos en el que nunca se qué personalidad lleva la voz cantante. Pero que nadie se asuste. Aquí no importa la psicología, solo divertirse. ¿No es esto acaso más que, vaya, cómo definirlo?
Ya habrá quien lo clasifique, no seré yo quien lo haga. Una etiqueta fácil sería de literatura infantil y juvenil, pero llegarían pronto los maestros y las voces de la moral para advertir que estos chavales, por muy héroes que sean, no siempre se comportan como piden los libros de estilo. Cierto, pero tampoco los personajes adultos lo hacen. Pero lo que más les molestaría a esas mentes cerradas sería reconocerse como los malos de la película. ¡Qué le vamos a hacer! No podía traicionarnos. Desde aquí mi apoyo al colectivo de maestros en su difícil tarea, y espero que no se sientan ofendidos por la peculiar visión que de su oficio se da en los libros. Sí, entre los profesores incluyo a las monjas. Y ellos decidirán a fin de cuentas si la obrita es didáctica y merece la pena dar la tabarra con ella a los chavales, aún a riesgo de hacer que sea aborrecida, que es lo que a mí casi me pasó con El hobbit. Hombre, vendería más ejemplares, pero también lo haría si rebautizara el personaje de Tis como Jaky Cloudhunter, y no estoy dispuesto. Vale, al personaje de Car habría que buscarle otro nombre. Para el que no lo sepa, Car en inglés significa coche. ¿Cuántas heroínas conocéis que se llamen coche?
En fin, basta de andarse por las ramas. Es lo malo de los prólogos. No se para qué los hago. Si dicen que un gran prólogo atrae a la lectura, aquí ya he ahuyentado a la mitad. ¡En serio, quedaos! Pasen y vean el espectáculo. Como esos críos que éramos al sentarnos en la butaca a ver los Spielberg, Lucas y Disney de turno. Habrá quien vomite al oír esos tres nombres juntos, en fin, dispongan las palomitas y no se preocupen de las pausas para ir al baño. El libro se parará para ustedes. Si les gusta, que sepan que igual hay siete más.
A optimismo nadie gana a los de León.

Madrid, 12 de enero de 2006

Así va a ser la cosa

Los Abrasadores: Contra la Banda de la Piedra, consta de doce capítulos, más un prólogo y epílogo. Catorce entregas en total que yo voy a distribuir, más o menos, a razón de una por semana hasta fin de año, con el objeto de que la gente tenga tiempo de iras leyendo y opinar.
Comenzaré por el prólogo.
Allá vamos.

domingo, octubre 08, 2006

La casa de los espíritus


Este blog no es solo para comentar mis obras, sino también las ajenas. Hay una novela que me ha cautivado durante dos semanas, y es esta, de Isabel Allende. La leí para una asignatura de la carrera sobre literatura hispanoamericana, en principio tenía algunos prejuicios contra la autora, todos infundados.
Es una apasionante saga familiar con todos los ingredientes de un buen melodrama, que contempla la evolución de un país que no se nombra pero se sabe que es el de la propia autora chilena. Las cuatrocientas páginas de letra apretada se me hicieron cortas, y recomiendo su lectura, también necesaria para refrescar una memoria histórica algo atrofiada.
Por cierto, Isabel Allende ha escrito una trilogía juvenil con La ciudad de las bestias, El bosque de los pigmeos y El reino del dragón de oro; he leído las sinopsis y en parte me recuerda bastante a los Abrasadores. Espero leerlas pronto.

Esto ya es otra cosa


Bueno, bueno, vaya logo que se ha currado el compañero abrasador Juancho. Ya digno de imprimirlo en camisetas y salir en Teleleón en plan Santiago Segura. Bueno, cuando vaya para allí el mes que viene ya me ocuparé de registrarlo para que a los Abrasadores no les salgan primos bastardos.

Planes para la novela


Ya se ha descansado de lo de ayer. Tras comentaros un poco sobre todo el proyecto de la serie, ahora querría concretar sobre los planes de la primera novela, la que tengo escrita. Supongo que casi todos sabréis que el año pasado publiqué la novela El diez por ciento en verano, con mi propios euros a través de la editorial Erroteta. De momento no ha ido mal, me quedan pocos ejemplares y en librerías he vendido ocho, tanto en León como en Madrid. Aún le queda mucha vida...
En principio yo no tenía pensado que Los Abrasadores CBP siguiera el mismo camino. Pero me he dejado llevar por la nostalgia. Me gustaría que saliera en Navidad, porque en esta novela, como en toda la saga, hay un homenaje a mi familia, en general a todas, no necesariamente a la que predica el dúo cómico Acebes y Zaplana. Es por ello que sería un magnífico regalo de nochebuena, pero eso ya lo veré cuando vaya a León dentro de un mes.
Por el momento, he pensado en irla publicando aquí por capítulos, además del prólogo y el epílogo. Creo que es buena idea, sobre todo porque me gustaría tener vuestras sugerencias. Si no queréis registraros para escribir en el blog, podéis mandar mails a mi correo, hitch69@hotmail.com
Os estaré eternamente agradecido

sábado, octubre 07, 2006

¿Más sagas de libros juveniles? ¡Sí, gracias!


Aparte de contar las penas del trabajo, no olvidemos que este blog es para hablar de Los Abrasadores. Yo, al igual que hacíamos con los viejos cuadernitos (Cuadernito de Tis y Car número 1, etc.) nunca concebí un solo libro aislado de este grupo. Las tradiciones siempre han sido así. Los Cinco, los Siete, los Uno y tres cuartos, los investigadores y Alfred Hitchcock... Por no hablar del inevitable Harry Potter, del que hoy llegó una pirámide sin fin de tomos... Prefiero no volver a ese tema.
Pues eso, que en principio Los Abrasadores iban a tener siete libros, cada uno distinto del otro para no aburrir, con viajes, amor, humor, guerra y muchos personajes surrealistas, inventados o no. Pero me faltaba algo. ¿Y las cosas reales de Los Abrasadores? No las aventuras en plan Tolkien, sino lo que realmente hacíamos mis primos, mi familia y yo. Los juegos, los concursos tontos, las excursiones campestres, las trastadas... ¡Había que ponerlo, digo yo! Ese era uno de los objetivos que me propuse en esta novela inicial, Los Abrasadores contra la Banda de la Piedra. Tengo otras dos bastante planeadas, llamadas Guardianes del Umbral y Éramos como el ciervo.
Igual estoy loco, pero chicos, puede que no valga para colocar libros, pero lo que es para escribirlos....

Día horribilis


No se puede abarcar todo, si además se tiene mala suerte. Ayer fue la fiesta de cumpleaños de Alicia en el Rebel Rebel, y aunque hoy curraba por la mañana, pues ya se sabe, que si me quedo solo hasta las dos, que luego se hacen las tres, que si luego a otro lado... Al final, una hora de sueño y al llegar al Corte Inglés, cinco carros llenos de libros de mi sección de infantil. Hasta las dos y media los estuvimos colocando entre varios currantes, incluído el jefe, que se rebajó a esa labor proletaria pero luego se vengó abroncándome, que si por qué no había hecho devoluciones, que iba más lento que una tortuga, etc. Lo triste es que en muchas cosas tiene razón. Qué le vamos a hacer. Me veo desmotivado para ese trabajo, por eso lo dejo. Sin embargo, ha sido el mejor curro que he tenido nunca.
Puede que llegue o no a ser guionista o escritor, pero de entre los miles de empleos que existen, me cuesta creer que no haya alguno que me motive. ¿Peco de irreal? Ya me diréis.

viernes, octubre 06, 2006

Un poco de historia


Para quienes os dió clases José Ignacio Maes, no os asusteis. No es ese tipo de historia. Hablaré de la historia de los Abrasadores, los auténticos.
A decir verdad, sobre cómo surgieron o quién fue el creador tengo muchas dudas, son detalles perdidos en la nebulosa del pasado, de una infancia que veo a años luz pero de la que, por suerte, sigo guardando recueros gracias a los cuadernos que escribíamos. Resumiendo, los Abrasadores éramos, y por suerte seguimos siendo, mis primos Car, Juan, Espe y yo, que para quien no me conozca soy Luis León, entre Abrasadores y demás amigos más conocido como Tis. Como grupo, en su totalidad o varios de sus miembros, los Abrasadores intervinieron en aventuras de todo pelaje, algunas ridículas, otras peligrosas. Ninguna solemne. Tampoco importaba. Luchamos contra la tiranía de la rana Mariana, tuvimos rencillas con la Banda de la Piedra, a la que rescato en esta primera novela, y para qué hablar de excursiones a parajes de todo tipo como la estación de San Isidro, Picos de Europa, el molino de Barrios de Luna, Pola de Gordón, Ribadesella, etc. Puede que nunca fuéramos héroes, pero para mí siempre lo hemos sido. Al menos en la imaginación. Y, por ello, necesitaba un homenaje a esos cuadernos en los que fui aprendiendo el oficio de escritor.
Así que ya están presentados.
Su lema era "Nada es imposible", y ese optimismo me ha acompañado. Y no lo pierdo a la hora de escribir estas líneas.
Va por vosotros.

jueves, octubre 05, 2006

www.yoescribo.com

Este es el título de la página en la que, previo registro, que tampoco os llevará mucho tiempo, podéis descargaros una novela mía, no la última, pero que tengo en mucha estima, "El esperpento nacional" Quizá para bajárosla os pida una versión de adobe o algo así, pero la podréis descargar asimismo de allí.

El Huevo Tachado


véis esta cosa tan cutre de aquí? es un huevo tachado, en realidad una imagen pirata de huevo a la que en Word he hecho dos palos. A la espera de nuevos logos (se admiten propuestas) he de decir que el huevo tachado es el emblema abrasador por excelencia, así que lo veréis muxo, muxo....

Yo quiero ser un chico de moda.......








Antes de meterme en historia, una puntualización. El anuncio de otoño de El Corte Inglés, mi actual empresa, es verdaderamente lamentable. ¿Alguien opina igual?

La cosa marcha

Funciona?

Sí, eso parece, pardiez! Habrá que hacer caso a la hermana María cuando piensa que Dios existe.

Bienhallados

Holas

pues ya que me pongo Internete, voy a probar esto de los blós, a ver si así me puedo promocionar tanto la novela que da título a la pagina, como el resto de mis proyectos. Recuerdo que la última vez traté de hacer tb un blog dedicado a los Abrasadores. No me salió, supongo que por mi propia inutilidad, así que espero que esta vez funcione.

Y si, no, le pueden dar bien por c....

Que el gobernador de Libia esté con vosotros

Tis