miércoles, mayo 31, 2017

Día Cero.

Vivo sin vivir en mí, como dicen, con inspiración mística, en la canción con la que he titulado esta entrada. Y es que vaya sobresaltos. Ahí está lo de la comisión de seguimiento. En dos años, ha pasado del 25 de julio, con el abanico a cuestas, al dos de junio, que también imagino hará calor pero igual nubladejo como hoy. A este paso nos la ponen en Semana Santa. Por suerte, ya he enviado el informe y lo ensayaré como un histrión para su defensa. No estoy satisfecho. Este curso podría haber dado mucho más de sí. Me he dejado distraer por cuestiones que no venían a cuento y en las que nunca debí caer. Con todo, la tesis ha seguido avanzando, al coste de la prórroga, que yo nunca quise solicitar. No importa. Siempre se está comenzando, ¿no? Hagamos el día cero, tabla rasa y a darle caña hasta el traslado a la ciudad que vio nacer este proyecto. Si allí no resucita, entonces ya entraremos en cuestiones fuera de mi entendimiento. Tiremos el dado de nuevo.

jueves, mayo 25, 2017

La bella y la bestia / Princesitas.

Hace una semana visioné finalmente la nueva versión de La bella y la bestia de Disney, que, como imaginaba, resulta innecesaria a todos los efectos salvo en un lógico campo: el económico. A la vista de la recaudación, en ese sentido la traslación era bastante justificada. ¿Alguna novedad relevante, pues? Las hay, desde luego, puesto que, aunque la historia sigue casi paso por paso el original de animación, el metraje se ha incrementado del mismo modo. Aunque un filme de esta clase no necesitaba publicidad adicional, surgió en su estreno una absurda polémica sobre el que sería el primer personaje gay oficial del estudio. Oficial, claro, porque extraoficial se me ocurrirían unos cuantos. ¿Y quién sería este, que provocó la reacción histérica de algunos gobiernos que se dirían afectados por una severa represión sexual? Bueno, en el filme se dan pistas. Ya en el original aparecía la relación entre Gastón y LeFou, siendo sospechosa la admiración de este último hacia su colega, símbolo de la hipervirilidad atrofiada. En la nueva versión aparece fugazmente otro personaje cuya única función parece ser crear un momento equívoco con LeFou justo cuando la historia va a terminar. Metido un poco con calzador. Si de verdad quieren ser pioneros en eso, más vale que en el próximo intento introduzcan un personaje de verdadera entidad. 
Por lo demás, el nuevo añadido, a priori, tendría que ver con una actitud más feminista por parte de la princesa (aunque de princesa no tiene mucho, salvo al final por casamiento), no en vano la actriz que se encarga de interpretarla también es famosa por sus reivindicaciones feministas. Ya se sabe que Bella es criticada por leer en un pueblo en el que la gente resulta especialmente supersticiosa y necia, en este filme se subraya la educación como una manera de progresar socialmente y apartarse de la mediocridad general. El problema, obviamente, es que la historia no deja de ser un cuento de hadas. Y de los tradicionales. No es Frozen. Con todos sus deseos de independencia, al final se casa no con una bestia sino con un príncipe tan viril como Gastón pero redimido por el amor. El amor romántico, ese que ahora se cuestiona pero quien más o quien menos ha crecido con el influjo ideológico de estas historias. La moraleja del cuento es que no se deben despreciar las apariencias pero, a diferencia de lo que pasaba con el pobre Quasimodo, al final tanto la vieja vagabunda como la bestia se convierten en seres bellos, dignos de admiración. El príncipe desprecia y debe pagar por ello puesto que el desprecio (que la mayoría de la gente hemos otorgado y /o padecido) en ocasiones se vuelve en contra y nos explota en la cara. El príncipe paga convertido en bestia pero al final vuelve a ser el príncipe azul característico, esa figura idílica que tanto daño psicológico ha causado en tantas niñas (y no solo niñas) que se aferran a ese ideal incluso ya traspasada con mucho la infancia. Ellas mismas se convierten en princesitas y sufren de princesitis, un síndrome difícil de extirpar. Y pese a todo... Sigo siendo deudor de muchos buenos ratos gracias a Disney y esta clase de historias. En este caso, me quedo con la original. Entonces la vi doblada, porque no había otro remedio, y ahora la vi en versión original puesto que soy otra persona distinta, no se si peor o mejor. Con todo, por supuesto que yo mismo cantaba en español: Qué festín...

domingo, mayo 07, 2017

Día de la Madre.



Ha resultado toda una inspiración el libro del monje zen Thich Nhat Hanh que casualmente encontré en la mesa de intercambio de mi facultad el Día del Libro. No es que pueda suscribir todo lo que dice... Eso de que no se debe probar una gota de alcohol, je, je, vaya con el Hanh. Radical en exceso, como en su valoración de las películas violentas. A mí me gustan y no por eso he sido violento en este piso, ya lo he demostrado. Lo que sí me llegó al corazón, como si ese último capítulo hubiese sido escrito para mí, fueron unos fragmentos llegando ya al desenlace. No encuentro mejor reflexión para un día como hoy que esas palabras ajenas. 
Dice el autor: Incluso el día en que nuestra madre fallezca será un día de continuación, ya que seguirá perpetuándose en muchas otras formas. Hablando de una amiga suya que estuvo cuidando a su propia madre de 93 años, recuerda las palabras que ella le dirigió a la misma: Este cuerpo no es solamente tuyo, tu cuerpo es mucho más grande (...) En nuestro interior tú permaneces muy viva (...) En tu juventud fuiste capaz de enseñar a mucha gente a cocinar y a hacer muchas otras cosas. Hiciste feliz a la gente. Ahora estamos haciendo lo mismo, continuamos la labor que tú empezaste. 
Prosigue Hanh: Esta es una meditación sobre el no yo. Ayudó a su madre a ver que su cuerpo era tan solo una pequeña parte de su verdadero yo, y ella comprendió que cuando su cuerpo fallezca, continuará manfiestándose en muchas otras formas. ¿Quién puede decir que tu madre ha fallecido? (...) Cuando sientes a tu madre en la dimensión última, ves que ella continúa aún en ti. Lo mismo ocurre con una flor. 
Con una flor, sí, como la flor del Naranco con la que he querido ilustrar esta entrada. Me ha parecido tan apropiado este texto, tan en consonacia con el espíritu de mi propio poemario, que ahí lo dejo. El espíritu del renacimiento. El espíritu de la primavera. Eso es lo que de verdad importa.