domingo, junio 24, 2012

El tiempo fragmentario.



Ahora que han terminado ya las clases, y con nota mejor de la esperada, puedo decir que en algunos aspectos me gustan los apuntes de Literatura, no en las partes en las que se elevan a un nivel ya casi de pura pedantería, ni cuando se habla de que la vulva remite a la fuente (aunque al menos esa podría ser una metáfora gráfica que entendiera), pero con otras teorías sí estoy de acuerdo. En la novelística del siglo XX, hablando en concreto de la obra de Proust que terminé de leer este mismo año, el tiempo se presenta de forma fragmentaria, a base de retazos dispersos, pero la memoria es capaz de dar a ese conjunto una unidad, una especie de armonía espiritual (o algo así, tampoco pretendáis que en estos momentos vaya a recordarlo de seguido). 
En todo caso, esa sensación me asalta cada vez que llega san Juan, a lo largo de los últimos cuatro años esta noche ha ido teniendo una serie de características similares, de tal modo que, cuando quiero recordar detalles de cada una, puedo saltar de un año para otro, hasta tal punto que todas se unen de modo más o menos armonioso. Sí que ha habido peculiaridades: antes los fuegos artificiales eran más espectaculares, ahora están recortados; antes la cita general era en el cocodrilo de madera, luego variamos por la rampa con su murete; el año que fui a ver La Oreja de Van Gogh, etc. Este año, gratamente, no ha habido recortes en cuanto al tiempo, pues ya no me quedan exámenes. Y el regalo, como no podía ser menos, ha sido El cuarto jinete. En otros años, yo mismo le dedicaba algún libro, pero, claro, en esta ocasión que lo haga el propio autor, ja, ja. Para otra cosa no habrán sacado dinero, pero al menos este año hay una Noche Zombi, en la que no estoy seguro que vaya a participar... 
Hubo champagne, no champagne for everyone sino for me, pero brindé con todos, que había mucho que celebrar. Termina, así, un miniciclo de cuatro años en esta tradición. Para el que viene, aún hay incertidumbre pero, si hago el máster en Literatura, raro será que no me vuelva a pasar por allí si Juancho decide mantener el evento, al menos para la élite, ja, ja. Hasta en el día después de la gran noche los recuerdos se me hacen parecidos, aunque supongo que esto ya será por la poca originalidad de los informativos, que siempre sacan a los mismos tíos tirados en la arena de la playa mientras las máquinas de limpieza les van echando para otra parte... 

jueves, junio 21, 2012

San Luis.

Hoy es San Luis Gonzaga y, aunque yo no he llegado a la canonización, hoy sí he alcanzado cierta beatitud, pese a dejar una, pura estrategia, para septiembre. En el primer año de carrera leí una serie de tratados de filosofía zen que me hicieron inmune a los embates que haya podido tener a posteriori, los cuales tampoco han sido tantos. También aprendí que los juicios previos hay que tomarlos con mucha cautela. Esta mañana fui a ver al profesor No pone más de siete y, más allá que superar esa marca, lo que más me alegró fue que me sonriera, me deseara feliz verano y, ¡al fin!, se despidiera de mí, tras tantos días sin hacerlo. Me daban ganas de ir gritando por el pasillo: ¡Es humano! Si alguien tan poco dado a la efusión sentimental y que me ha perdonado inventarme palabras, como tantas que me invento en este blog, me desea feliz verano, cabe pensar que el verano vaya a tener al menos una cierta dosis de felicidad. 
Pues sí, ¿por qué no? Es más, hoy comenzó el verano, y hoy ya he sido feliz. Tras saber esa nota, me encontré con una persona que, aunque me provoca sentimientos encontrados, tiene una imagen, un aura, cuya visión casi siempre me provoca felicidad. Quizá ella forme parte de esta estación, tenida generalmente por frívola, por proclive a amores pasajeros, si bien llegar a la categoría de amores ya es aventurar bastante. 
Yo comienzo hoy las vacaciones. Respecto al examen de mañana, lo traslado porque, al ser el colofón de la carrera, me gustaría que estuviese al nivel de la misma, no como mero trámite que hacer con desgana. Además, no es desagradable pasarse una parte del verano viendo fotografías de todos los tiempos y leyendo algún cómic, todo lo contrario. Ahora vamos a terminar con junio, parece que todavía le quedan cosas por decir... 

miércoles, junio 20, 2012

Casi el fin.

El lunes tuvo lugar el examen casi, casi de desenlace. Desde luego que merecía haber sido el último. Fue un examen épico, lastrado por la elefantiasis de nuestro profesor a la hora de escoger sus preguntas, y su puntualidad estilo Willy Fogg a la hora de contestarlas. De seis personas, tres simplemente lo firmaron para hacer acto de presencia, y las otras tres, las únicas que habíamos aprobado el anterior parcial, le dimos duro de diez a doce. El magister, estricto observador de normas y procedimientos por absurdos que sean, me hace ir mañana para mirar la nota en el tablón y, si acaso, revisarla. De todos modos, no será lo único que haga en la facultad. 
Batirme con el último titán de la carrera me dejó bastante bajo mínimos, el lunes, también ayer aunque creo que en este caso se debió asimismo a los restos del catarrillo de primavera. Hoy me encuentro con la opción de leer, que no estudiar, las 260 caras del examen del viernes. Si yo, a lo largo de cinco años, me hubiera tomado la carrera de otro modo, me limitaría a mirar los conceptos básicos, lo más factible de caer, y aspiraría al aprobado. Pero, en fin, no es un modo glorioso de acabar, y la asignatura de Medios de Comunicación me gusta. La puedo estudiar aquí o en Madrid, con tiempo de sobra, calma, y aprendiendo por el gusto de aprender, que es lo que me trajo aquí, no el hecho de pasar los exámenes como trámites para que al final te den un titulito. 
El tiempo dirá si me arrepiento; lo dudo, al menos en la carrera he planificado bien, a veces demasiado en serio. En cuanto sepa más resultados podré hacer un balance completo, entonces regresaré por aquí. 

sábado, junio 09, 2012

El sótano del saber.

Aunque no soy de ir al Corte Inglés a mirar libros, hoy me indigné al comprobar que habían cambiado la ubicación del departamento cultural (pelis, libros, discos, papelería) hasta el sótano 1, nada menos, ¡toda una cultura del subsuelo! Pensé, en principio, que era otro efecto colateral de la crisis, degradar la cultura hasta un lugar en el que, por lo general, solían terminar las promociones, los cajones donde rebuscar bragas por un par de euros y similar. No obstante, he de reconocer que en el inframundo el espacio es más holgado. Y, gracias a ello, nuestro centro comercial se ha permitido algo hasta ahora no visto, dedicar un espacio solo al cómic. Curiosa coincidencia, pues pronto tendré que examinarme de la asignatura de Medios de Comunicación, donde este género tiene bastante relevancia. Por desgracia, esta materia es la última y no gozaré de mucho tiempo para prepararla. Si no apruebo, tampoco es un drama, en verano hay mucho tiempo para leer cómics... Y no solo tebeos, también, en la estela de la FNAC, han sacado su pequeño rincón mitómano (o friki), con tazas o pendrives dedicados a Star Wars, etc. ¡Hay que modernizarse, aunque para ello haya que descender al nivel del garaje! Y, fijaos si habrán aumentado las secciones, que El cuarto jinete disponía de nueve ejemplares, tengo una foto que lo atestigua. Quizá a finales de mes queden ocho, creo que tengo algún regalo pendiente. Dedico esta breve entrada a mi colega Hall, cuando se cumplen seis años desde que coincidiéramos en el centro de Pozuelo. Y solo espero que no haya tenido que vender muchos cuadernillos de verano con la imagen del ratoncillo Geronimo Stilton... 

viernes, junio 08, 2012

El imperio de los sinsexo.





Abandono mi retiro para colgar (si es que soy capaz de hacerlo) un enlace a un documental que me ha dejado, por una parte, estupefacto y, por otra, divertido. Ojalá muchas comedias actuales pudieran tener tanto humor, aunque no deja de ser un humor que guarda bastante amargura detrás. Gracias a mi amiga Clara por la recomendación. 
El imperio de los sinsexo habla de cómo en Japón no es que no haya sexo, sino que se ha reconvertido por vías que, desde luego, poco tienen que ver con la vida en pareja. El género masculino no queda muy bien parado en esta experiencia, merced a tres hombres, a cual más tronado, cada uno en su terreno eso sí. Sorprende la sinceridad con la que hablan a cámara, algo que también sucede con las mujeres. 
El peculiar antihéroe de esta historia es un tal Fumiyo, si no recuerdo mal, que, pese a tener novia (algo a lo que aspira infructuosamente otro protagonista), se mueve impulsado por la vagancia y el egoísmo para saciar sus apetitos. Es decir, eyacular sin esfuerzo y no preocuparse lo más mínimo por si su pareja tiene o no tiene placer. Por lo visto, en Japón las cabinas de los sex-shop no son cabinas, sino recintos con un sillón donde uno podría dormir y una enorme pantalla con la que deleitarse y usar el producto estrella: una vagina artificial cuyo spot constituye uno de los hitos más esperpénticos del documental. Vaya, ni que estuviera anunciado detergente el señor. 
El guapo del grupo, que llega al final, también opta por la soledad, y va asimismo a habitáculos privados a dedicarse a su vicio solitario, que en su caso es... cantar en el karaoke. Cuando llega el otro japonés, que intentó curarse su complejo con un Lamborgini que no le sirvió para ligar, y que va a cafeterías en las que hay gatos sueltos para personas con falta de cariño, entonces compruebas que lo de Lost in translation se quedaba corto. Feministas absténgase de ver a un entusiasta comercial de muñecas de placer que aconseja abandonar las mujeres de verdad, porque las sucedáneas no se quejan, no hablan y permiten ser dobladas en posturas muy poco zen. No obstante, también habla alguna feminista, regente de una tienda erótica solo para mujeres insatisfechas, que de esas hay varias en el documental, y también allí hay sustitutos para el cunnilingus. Dice esta chica que los hombres de hoy son cómodos, que no se esfuerzan en seducir a las mujeres. Bueno, por lo que a mí respecta, en este curso, ya extinguido salvo los exámenes, he dedicado tiempo, esfuerzo y dinero a ese fin. De momento, sin grandes resultados, y si en los cuatro años anteriores no me he esforzado en demasía es porque ha sido esta carrera la que en verdad ha tenido que ser cortejada con todas mis fuerzas. Ya veremos qué depara el verano. 
Pues algún antiguo alumno de Filología Hispánica ha estado en Japón trabajando, yo ahora mismo me lo pensaría... Ja, ja. De todos modos, el documental no es completo. Vale que en cincuenta minutos no da para mucho pero, ¿no se podría haber reflejado algún comportamiento por parte de personas LGTB? ¿O el tabú era muy grande? 
En fin. Yo de momento voy a ver si me dan beca para hacer el máster del curso que viene. Que aquí en España puede que no tengamos crisis sexual, pero la económica va camino de lanzarnos a todos fuera del país...