lunes, octubre 31, 2011

Lluvioso Halloween.

Esta será la Noche de los Muertos... pasados por agua. La verdad es que esta costumbre del Halloween, aunque me gusta, la asocio sobre todo con niños, como los típicos de las películas americanas y sus bolsas de caramelos. Aquí en León casi solo he visto disfrazados a niños un tanto ya creciditos. Corrían el riesgo de que se les corriera el maquillaje de zombis. Claro, ninguno llevaba paraguas. ¿Acaso lo llevan las brujas, los demonios, los vampiros y demás hordas infernales? Por desgracia, los seres humanos sí tenemos que enfrentarnos con la gripe. De todos modos, la calidad de los disfraces tampoco era nada del otro mundo. Algunos se conformaban con un par de cuernos, o un par de orejas de gatita. Otros iban con una especie de corbata y sombrerito, como si en vez de a Halloween fueran a un baile de graduación lo más cutre posible. 
Por mi parte, mi mejor homenaje a esta fecha hubiera sido visionar una buena película de terror, no como las que echan en la televisión, salvo excepciones. Otra noche será. Ahora demos la bienvenida a otro mes de clase, el único íntegro en lo que resta de cuatrimestre (hay que empezarlo con ánimo positivo, si no vamos listos). 

lunes, octubre 24, 2011

Genealogía de móviles.


Poco importa que hoy haya sido el día más largo y pesado de la semana, no quiero que pase sin haber dejado constancia, aunque sea solo gráfica, de la celebración de mi cumpleaños. Por la tarde sufrí un boicot por parte de mi móvil, y suerte que pude cambiar la tarjeta a un primo lejano, más moderno, otro Nokia al que apodé El Rojillo, móvil de transición que he cambiado por su hermano gemelo, El Negrillo. No hay ninguna connotación aquí, solo los llamo así por su color, casi siempre he puesto apodo a mis móviles. Siempre en nuestro recuerdo estará el Huevomóvil, el auténtico móvil de los Abrasadores, con La cabalgata de las valkirias de Wagner. Pero, en fin, la vida de estos cacharros cada vez es más efímera. Y lo peor de todo es que de la noche a la mañana, sin dar síntomas, pueden estar a punto de arruinarte un evento así. 
La foto está tomada en Mary te Quiero, pizzería que sufrió una metamorfosis desde que era la Latina, hacia un decorado más kitsch pero que no ha cambiado como punto de encuentro para primos ansiosos por degustar las botellas de vino de Antonio Banderas o las de Lambrusco con las que estamos brindando. Una de las degustantes es de la propia Emilia, cuna del caldo italiano, y parece que al menos dio su aprobado a este. Con Juan y Espe presentes, pudiera entenderse el brindis asimismo como un recuerdo a la abrasadora Car, que podrá reintegrarse a la convención de MTQ, esperemos, en Navidad. Por cierto, en su afán de transformismo este lugar no solo tiene bancos multicolor sino que ha incorporado a la carta sandwiches como los de Rodilla, ¡qué recuerdos! En fin. Solo quiero dejar constancia de esto y de que lo pasé muy bien y que no debo sentir los años porque el Lambrusco, dentro de su traición afrutada, me produjo con treinta años, en la jornada postrera, el mismo dolor de tarro que con veintinueve. Pero mereció la pena... Y a ver la próxima celebración, en la que (digo yo) ya podré dármelas de licenciado. 

jueves, octubre 20, 2011

Bye, bye, gobernador de Libia.



Habrá quien no entienda, con toda razón, el epígrafe de este blog. Diré que tiene conexión con una canción de Franco Battiato, Carta al gobernador de Libia. Diría más, pero tampoco las fuerzas dan para mucho y... ¡he venido aquí para hablar no de mi libro, sino de mi cumpleaños!
El anterior gobernador de Libia, los de la boina, todos se conjuran para restarme protagonismo, ja, ja. Mientras sea para bien... Porque, tanto aquí como en Libia, es de desear que se abra una etapa de esperanza que además, simbólico evento, coincidiría con mi aniversario número treinta. ¿Acaso no es una buena noticia alcanzar una nueva década en la existencia? A mí no me resulta deprimente porque mi yo de treinta años ha evolucionado bastante a partir del yo de veinte (quizá en algunas cosas involucionado, eso sería caso aparte) y, si a partir de los veinte fui capaz de afrontar metas antes no sospechadas, no veo por qué ahora no vaya a poder suceder lo mismo. 
No podemos elegir, claro está, que el día de nuestro cumpleaños sea festivo, por eso ha caído en la jornada con más clases. Menos mal que el churrasco de la cafetería pudo elevarme un tanto la tensión; al final, recordando el reboot o precuela (?) de El planeta de los simios (excelente, por cierto), volví a mis ancestros simios y cogí el hueso con la mano para comerlo a mordiscos y dejarlo mondo y lirondo. En realidad, fue un acto de protesta; estoy ya cansado de esas personas que no saben comer un filete sin rallar con el cuchillo en el plato. O yo soy hipersensible, o la peña está abotargada. La primera opción es más viable. Un simio hipersensible. 
En fin, mañana, tras la única hora de clase, comenzarán los preparativos de mi celebración. Pretendo que sea austera, pero, no obstante, que marque cierta línea de lo que puede dar de sí esta década entrante. Sea como fuere, gracias por estar aquí un año más. 

domingo, octubre 16, 2011

Con alcohol no tiene sentido.

Espero que la universidad no se gaste demasiada pasta en la confección de mantelitos para bandejas en el comedor del campus, porque su mensaje no parece del todo efectivo. Su lema es: Con alcohol no tiene sentido y ponen a un tío y a una tía metidos en una suerte de burbuja, como si tuviesen una enfermedad contagiosa, y con un careto de alucinados que, eso sí, es posible alcanzar según hasta qué punto se beba. Deberían repartir esos manteles en las espichas, para que la gente pudiera apoyar el calimocho. De hecho, en el propio comedor sirven vino, aunque es sabido que su consumo con moderación puede constituir un buen elixir para alargar la vida. 
También pone: Con alcohol no sientes. ¿Qué es lo que no se siente? ¿Aludirá a los cinco sentidos o a otras sensibilidades que sí es posible activar, quizá ralentizadas, con el consumo de alcohol? Quién sabe, en todo caso veremos si mañana sigue el mantelito de marras. 
A mí el alcohol no me aísla pero, confieso, puede dormirme. Ayer me pasó. Además, antes había cometido un error que me resultó casi inexplicable. Por suerte, un bache de esos en los que te metes casi voluntariamente y luego, en la mayoría de los casos, eres capaz de salir por tu propio pie. ¿Estaba dicho error en relación con el alcohol? Bueno, se supone que esta sustancia me tendría que haber ayudado a evitarlo... En este primer mes he abierto algunos frentes y, la verdad, puede que haya que tener un poquito de paciencia para ver resultados, si es que los hubiera. Así que, señores ideólogos de la universidad, seamos francos: con alcohol, la moderación sí tiene sentido. Como en tantos otros aspectos de nuestra existencia. Esa sería la propaganda más eficaz. 

martes, octubre 11, 2011

Impresiones preliminares.

Asumo que me pongo a escribir aquí por no querer asumir poner orden en los apuntes, los libros de literatura hispanoamericana y el Lexikon der Romanistischen Linguistik, grueso volumen que, pese a lo que pueda parecer, está en español. En estas tres primeras semanas no puedo quejarme, las clases no son muy duras, con una excepción. Hay un profesor que, por lo visto, aspira a convertirse en personaje habitual de este blog. Yo, como diría este catedrático respecto a Pío Baroja, me limitaré a ser observador de la realidad (aunque confieso que no evitaré ciertos juicios, que para eso es mi blog). Leí que se cumplían sesenta años desde la creación de mi colegio, Maristas San José, y el espíritu que anidaba en algunos profesores ha regresado en una persona que es una contradicción en sí misma, pues por una parte cuenta en mucho nuestra asistencia a clase y, por la otra, ofrece pocos alicientes para la misma. Y no es que desprecie su erudición ni la materia que transmite, que ya me interesaba antes pero, en fin, ciertos tics y manías son poco asumibles para mí, cuando mi cumpleaños está cerca y ya voy teniendo una edad, je, je. No voy a hacer juicios prematuros, pues tenemos el curso por delante.
Y en ese por delante se incluyen los más de veinte libros, o así, que tengo que conseguir; ¡vayamos al tradicional mercadillo de lance a ver si cae alguna ganga!

miércoles, octubre 05, 2011

Quinto aniversario.


Han pasado cinco años desde que vivía en el piso de la foto, cuando aquellas tazas de té aún no estaban destrozadas y el traje con el que me iba a disfrazar, pero con el que en aquel momento trabajaba, no había sido aún sustituido por el más informal uniforme de universitario. 
A finales del 2006, la eclosión de las redes sociales quedaba un poco lejos para mí, inicié este blog sin pensar en una posible continuidad a largo plazo. Las andanzas en el Corte Inglés eran lo bastante jugosas como para que evitara desperdiciar el plasmarlas en un blog al que al menos tuvieran acceso mis compañeros de trabajo y un reducido círculo de seguidores, algo que no ha variado hasta hoy, si bien hay ciertas rachas en las que he tenido múltiples visitas, incluso de lugares tan improbables como Irán o India. ¿Qué se les habrá perdido aquí? 
Bajo la invocación del Gobernador de Libia (el simbólico, el actual ya poco gobierna), comencé la nueva experiencia que me ha aportado sensaciones positivas, quizá también alguna negativa. Un espacio como este, claro está, depende mucho de los vaivenes de nuestro devenir. Yo en aquel entonces no tenía decidido completar mi antigua carrera aquí en León, de manera presencial. ¡Acabarla con treinta años! Al comienzo parecía deprimente, pero estoy a punto de cumplirlos y, francamente, se me ha pasado muy rápido. Es el curso final. La mayor parte de materias son atrayentes y, sí, tengo un cierto cansancio, pero no tanto por el trabajo en sí sino porque quiero abrir nuevos horizontes y dejar atrás esta etapa. Bueno, es cuestión de meses, digo yo. 
El blog ha bajado en número de entradas, sin que ello implique desidia por mi parte. Ni todos los años son iguales, ni siempre se tiene algo demasiado interesante que decir. Lo único evidente para mí es que, a menos que suceda algo imposible de prever, quiero continuar con este espacio que, en el efímero mundo cibernético, ha cumplido la respetable edad de cinco años. Aquí me tendréis, y aquí os espero. Gracias por haberme acompañado en el trayecto.