domingo, octubre 27, 2013

El último curso.


Sí, el último, creo yo. Nunca se debe utilizar muy a la ligera cualquier referencia a una última vez; no obstante, considero que mañana comienza a efectos lectivos (tutorías ya he tenido algunas) no solo el último curso en la universidad, sino también el más corto, junto al anterior. Lejos mi intención de querer jubilarme como estudiante, como sugirió alguien poco informado de mis últimas andanzas. Si, como deseo, llego a hacer el doctorado, lo haré como un trabajo, con un salario; de lo contrario, no veré ningún sentido a investigar sin un mínimo sustento en que se base ese período de investigación. Soy consciente de que, para una parte de la población, solo trabajas si ganas dinero, algo tajantemente negado por mi parte durante los últimos años. Lo que sí tengo muy claro es que, por mucho que se hable de estudios de doctorado, en cuanto termine el máster me consideraré como un ex-estudiante, valga la cacofonía. Si preparo la tesis, entonces seré un investigador o, si nos ponemos finos, un doctorando. 
Bastó una tutoría la semana pasada para revitalizar mi optimismo respecto a una posible beca FPU para permanecer en la universidad. ¡Sí, parece que todavía hay becas! Y, en la misma sesión, se sentaron las bases para el trabajo de fin de máster. Por otra parte, hemos alcanzado la cifra de diez u once alumnos, según cómo se mire, y el curso no corre peligro en absoluto, es una cifra en la línea de la carrera, y se acerca a la media requerida por los organismos oficiales. Al igual que sucedió entre febrero y abril, las clases volarán en un suspiro. Una lástima, pero al mismo tiempo un alivio, porque, una vez finalizado el máster, podré enfrentarme a mi futuro próximo, que es lo que estoy deseando. No tengo mucho más que añadir ahora mismo, tan solo volver a acomodarme del modo menos lastimoso posible en las tablas de la facultad, no más de un par de horas al día, y dejarme llevar por este postrero viaje que, curiosamente, concluirá en los albores de la primavera (al menos en lo que se refiere a la docencia). 

domingo, octubre 06, 2013

Séptimo aniversario.


Ayer, en efecto, se cumplió el séptimo aniversario de este blog. Si no escribí esta entrada entonces no fue por falta de tiempo, sino por simple descuido. De hecho, estuve jugando una partida al Héroes, partida triunfal en la que llegué a amasar la suma de más de cuatro millones, para mí los quisiera en la vida real. Ese, el único videojuego al que dedico algo de tiempo, suele ser un recurso cuando no hay demasiados proyectos en rodaje; no obstante, creo que a partir de la semana que viene voy a retomar la escritura y la corrección de obras ya escritas, a la espera de ver qué sucede con el máster. 
Después de la consabida inyección de moral que supuso el premio, se cierne un nubarrón de dudas sobre mis actuales estudios. Ahora mismo hay tres personas matriculadas en el máster. Con tres personas, desde luego, no se impartiría. Pero hay otras dos que, como yo, han completado más o menos la mitad de las asignaturas, y por tanto se prevé que continúen. El número asciende a cinco, y hay otras dos alumnas que casi seguro van a formalizar su matrícula. Siete, pues, y, contando con alguna otra posible incorporación, lo dejaremos en nueve o diez. Se supone que el mínimo es diez, aunque siempre hay un margen de flexibilidad. Yo tengo la impresión de que la gente está tardando en matricularse, casi hasta el comienzo de las clases, tal y como, por otra parte, ocurría en la carrera. No creo que sea tan solo por dejadez, sino por cuestión de becas, presupuesto, etc. Yo no voy a mostrarme pesimista a este respecto, pero no me quedaré tranquilo hasta que no reciba un correo confirmando que el máster va a impartirse. 
Si no fuera así, sería un colosal cataclismo, aunque en León ya estoy aprovechando el tiempo, he comenzado a ir a clases de Inglés para preparar el Advanced, en la academia Galway, tras el coladero de pasta que supuso el TOEFL. Inglés y máster, eso necesito para irme fuera. Sobre todo lo primero, porque lo segundo sería más bien para el doctorado. 
Así, celebro este séptimo aniversario del blog con cierta incertidumbre, pero también con la seguridad de que, en muchos aspectos (no en todos), estoy mejor que cuando lo comencé como vendedor del Corte Inglés, antes de las crisis. Cierto que tenía un trabajo estable, que posiblemente hubiera conservado, pero me retiré a tiempo, e hice bien. Tampoco este gran leviatán del comercio ha sido inmune a la caída del consumo, y no hablemos ya de la venta de libros, que eso sí que ha caído tan en picado que, además de amenazar el futuro de las librerías, integradas o no en centros comerciales, echa un poco para atrás a quienes tenemos obras recién concluidas, que nos gustaría ver editadas. De todos modos, no es algo que me preocupe. Para escribir, ya lo dijo Virginia Woolf, hay que tener dinero y un cuarto propio. Lo segundo sí lo tengo, y lo primero, por ahora, no me lo va a proporcionar la escritura, así que voy a centrar mis esfuerzos en los dos factores que enumeré más arriba, pudiendo compatibilizarlos con cierta creatividad y con este blog, reducido pero nunca abandonado (a menos que surja una circunstancia muy adversa o, por paradójico que resulte, muy positiva para mí). 
Muchas gracias a quienes me habéis acompañado hasta aquí. Siento que me dejo ideas en el tintero, que no puedo expresar ahora mismo de forma correcta, ¡qué se le puede pedir a una mañana dominical, aunque no esté acompañada de resaca! De todos modos, me sorprende que haya sobrevivido siete años un espacio que comencé un poco como un juego, como una moda, con entradas cortas y no demasiado reflexivas acerca del absurdo diario en el centro de trabajo. Es verdad que el blog poético ha quedado congelado, pero no es menos verdad que, coincidiendo con ello, este es el primer año en el que he sido capaz de escribir un poemario completo. ¿Que se publica? ¿Que gusta o no gusta? Eso me da igual. El destinatario del mismo posiblemente nunca lo llegará a leer, puesto que ha preferido la comodidad de vivir entre las sombras. Esa historia sí que daría, además de para poemas, para unas cuantas entradas de blog, cuando no un extenso relato. Pero hoy celebramos a los Abrasadores, que hace pocas semanas se reunieron casi en su totalidad junto con el resto de familia, y todavía, por largos años sea, siguen bajo el amparo protector del gobernador de Libia.