lunes, junio 27, 2011

La herencia Valdemar.


Boicoteando mi último examen, me escapo para comentaros un par de cosas sobre el díptico La herencia Valdemar; en su día se habló bastante de esta película dividida en dos partes porque, siendo una gran producción (al hispánico modo), no tenía ninguna clase de subvención pública, como puede comprobarse en unos títulos de crédito muy imaginativos, magníficos al igual que la banda sonora. Ahora me han entrado ganas de leer Los mitos de Cthulu, y en efecto he empezado con ello si bien será tarea para todo el verano....
Y, teniendo unos medios por lo general bastante buenos, no se por qué el director comete algunas cutreces que lastan el resultado. Está muy bien que personajes reales, ligados al mundo del terror y el ocultismo, aparezcan en la trama; no obstante, todos son actores españoles y hay una contradicción en su modo de declamar. Alesteir Crowley (inglés) y Bram Stoker (irlandés), si mal no recuerdo, hablan como el vecino de al lado. En cambio, H.P. Lovecraft (estadounidense), también interpretado por actor español, tiene un acento que creo un impostado contraste con lo anterior. Qué curioso que Lovecraft, siendo tenido por alguien casi encerrado en su casa, hiciera ese imaginario viaje a España en busca del Necronomicón...
Es una película de reparto coral, y no todos están a la altura, desde luego. Me sacó de quicio, en la segunda parte, ese personaje de lunático que habla con los maniquíes. ¿Cómo es posible que coja un muñeco y engañe a todos los demás haciéndoles creer que es un bebé, sobre todo cuando todos los demás consideran que está como un cencerro? Pues muy silencioso sería el niño...
Con todo, si le echáis un vistazo creo que algo de provecho podréis sacarle. Al menos yo lo he hecho, al reencontrarme con mi estimado Lovecraft y sus dioses antiguos y babosos. Time is over! No paséis mucho calor, al menos no más del que estoy pasando ahora.

miércoles, junio 22, 2011

El milagro de San Luis.

Ayer, día de San Luis, llegó al fin la nota de ese examen de Gramática que, tras una temblorosa ejecución por mi parte, me dejó bastantes dudas sobre hacia dónde apuntaría. No se si sería porque la profesora me vio con mala cara, y me lo hizo notar, el caso es que ha acabado en un notable rozando el sobresaliente, algo impensable para mí y que se queda cerca de la predicción que hizo Oli, por ello se lo agradezco desde aquí. No fue la única sorpresa agradable de ayer porque en Comentario Semántico y Pragmático, una optativa que ni siquiera tenía previsto coger, alcancé una nota incluso mayor. Ya se ve, los caminos de la filología son inescrutables. Y me he quitado el sabor de boca un poco amargo que la Semántica me dejó en Segundo...
En fin. Mi última parada es el 30, voy en camino aunque ni el tiempo ni la temporada festiva acompañen. Ayer fue un día bastante feliz y, si bien yo no soy un santo ni creo en mi patrono, asistí a algo que consideraba un milagro y, posiblemente, sea la superación del último escollo de proporciones en esta carrera.

miércoles, junio 15, 2011

Culeando.

Como sea que mañana es el examen de Comentario Semántico y Pragmático, voy a jugar un poco con esto de los significados.

Culeando:

- dícese del término que en la variedad spanglish significaría algo así como refrescando, derivación del inglés cool. Algo que en verdad se necesitaría con este malhadado calor que está boicoteando mis exámenes.

- otra manera, asimismo, de boicot y distracción masiva que consciente o inconscientemente se suma al calor, y al daño colateral del vestuario reducido.

- gerundio: yendo de culo. Todavía es pronto para saberlo, estoy esperando la primera nota y no hay que sufrir por adelantado.

En honor al examen de ayer, de Sociolingüística, me quedaré con la primera acepción. A ver si el tiempo culea...

miércoles, junio 08, 2011

De aquí al spa.

Si yo pudiera pedirle algo al próximo alcalde, que lo será no tanto por mérito propio como por culpas ajenas, le pediría que, estando muy bien ese sistema para ciegos del transporte urbano, no veo por qué tengo que quedarme sordo ante los insufribles chilliditos de los anuncios publicitarios que nos han impuesto sí o sí a quienes viajamos en los autobuses. ¿Acaso no llevan ya propaganda en el exterior, y en las paradas?
Resulta una ironía que, viajando hacia un examen como el de ayer, una locutora con la mayor voz de pito posible me diga que hay un spa por donde la muralla romana, y que si el masaje de chocolate, que si es muy relajante... ¿Relajante? Relajante sería pegar una pedrada a esa televisión que quiere vendernos spas y electrodomésticos con un tío imitando a Rambo, bla, bla...
Con ese preludio, no me extraña que durante el examen se me fuera la cabeza para todas partes. De hecho, desperdicié media hora, no se si me arrepentiré de ello y no lo sabré hasta que salga la nota. Salió regular, quizá no tanto para cargármela pero, en todo caso, poco importa, queda mucho para el 19 de septiembre. Tendría todo el verano para prepararme, y quizá relajarme yendo a ese puñetero spa y exigiendo que me hagan un descuento por haber soportado malamente su basura auditiva. Ya imagino que en el Ayuntamiento deben de andar con telarañas en la hucha de ahorros, pero a este paso nos van a poner publicidad hasta en los pupitres (perdón, en las tablas a modo de pupitres).

sábado, junio 04, 2011

El viaje llega a su fin.

Cierto, ese es el lema de la última película de El señor de los anillos, pero bien vale para mi último curso. Acabo de venir de tomar una Franziskaner (no sabía que era alemana, por eso no pude boicotearla). No es la mejor idea irse de birras teniendo examen el martes, en mi descargo diré que el resto del día sí he estado de gramáticas. No se. Hay que despejarse, y además mi ánimo no es ni mucho menos negativo. No me siento un optimista irredento, pero sí gozo de una exultante sensación de liberación desde el día de ayer.
No es para menos. En marzo, llegué a pensar que este curso no se acabaría nunca. Ya acabó. ¿Fue para tanto? Bah... Las cosas se sacaron de quicio en algún momento, pero ahora puedo sostener que en ciertos sentidos echaré de menos incluso a mi profesora de Literatura; en otros no, pero son de menor relevancia. He cometido errores durante este curso, ya no solo que pudiera haber arañado medio punto de aquí y un punto de acullá. Ciertos aspectos todavía son susceptibles de mejorar en el curso final. Eso deseo. No va a ser fácil, pero considero que uno no va a la universidad solo para aprender materias relacionadas con su carrera, sino también para analizar algo a lo que podría otorgársele la balzaquiana etiqueta de la comedia humana.
Sí. El viaje llega a su fin, al margen de los cinco escollos que me esperan durante este mes.

miércoles, junio 01, 2011

Mes de locos.


Breves apuntes a vuelapluma (o a vuelatecla) antes de volver con Gramática:

- Muy oportunamente, en el calendario de Fotogramas este mes es ilustrado con una foto de Groucho Marx en Tienda de locos. Ni tan de locos, pues hasta el mismo día de su cierre, el treinta, no van a terminar los exámenes.

- El espíritu de los Hermanos Marx bien se hubiera reencarnado en algo que se llama crisis de los pepinos, si no fuera porque las muertes y pérdidas millonarias que ha acarreado le quitan bastante gracia. No obstante, ¿no resulta un tanto grotesco, con esos políticos pepino en ristre? Por favor, que no saquen una crisis de las zanahorias, porque de esas sí que me como una al día, y crudas...

- No tengo pepinos en la nevera. Sí un calabacín, que es de forma análoga y no se muy bien cómo prepararlo. Tendré que hacerlo pronto porque ya una patata se me ha podrido sin que ello haya supuesto una invasión de cucarachas como sucedió en el piso de Madrid. ¡Albricias! Ya solo faltaba alternar cucarachas y exámenes.

- ¡Ah! También comenzó a pudrírseme una pera, pero he logrado arrebañar la mitad y todavía no me he muerto. Este mes estaré en la medida de lo posible pendiente de las patatas y, con perdón, de las peras. Conste que no soy tan torpe como amo de casa, pero a veces el afán de amortizar todos los comestibles me lleva a incrementos de peso que pedirían un Wii Fit en caso de que eso fuera posible. ¡En fin! Siempre da pena tirar la comida, sean pepinos o cualquier otra variedad, además de tirar la comida es tirar el dinero aunque yo aún no tenga decidido si quiero hacer un máster cuando acabe el próximo y último curso de carrera, ja, ja.

Bueno, pues eso. Preparados, listos... ¡Más madera!