jueves, noviembre 30, 2017

Poe, Take One.


 Este mes, que concluye hoy, ha resultado especialmente brillante en su comienzo, parte intermedia y desenlace. Esta semana, sin haberlo planificado mucho, tuvo lugar el inicio de un proyecto del que, medio en bromas medio en serio, habíamos hablado mucho: mi transformación, por así decirlo, en Edgar Allan Poe. Para ello pude valerme de dos factores básicos: la cámara, estrenada la semana pasada, si bien la del móvil también hubiera valido y, en especial, la presencia de mi amigo Álvaro como maquillador, campo en el que, desde luego, tiene bastante más experiencia que yo.




 No disponíamos de mucho tiempo, tampoco de mucho material o atrezzo; no obstante, bastó un rato para conseguir esta primera prueba, estas primeras instantáneas que, a decir de la gente a la que se las mandé, dan bien el pego. Aunque, claro, ya de entrada la mayoría de esa gente había reconocido mi parecido con Poe, por lo que pudo celebrar de buen grado el disfraz. En lo sucesivo se podrá ir perfeccionando y, además de la fotografía, incorporar vídeo, algo más complicado para mí pero que puede otorgar muchas más posibilidades y alcance.



Esta sesión se justificaría tan solo como parte de un proyecto artístico, pero va mucho más allá. Si este mes he dado un paso clave para desarrollar la opción laboral con mayor salida, que es la docencia (en varios niveles), no por ello voy a abandonar otras salidas, como los planes más artísticos y creativos, que también son trabajo y también, si son bien dirigidos, pueden derivar en beneficios. El primer destino de mi Poe será, lógicamente, las redes sociales, pero ayer estuve pensando sobre todas las posibilidades, también comerciales, que podría sacarle y me salió una lista extensa, que iré apuntando a medida que se concreten. Afronto el último mes del año, pues, con bastante ilusión. Ahora ya solo queda una tutoría final para cerrar, algo que llegará no demasiado tarde, si todo va según lo previsto.

viernes, noviembre 24, 2017

Dos.

Hay mucho de lo que podría hablar desde mi última entrada, y también varias fotos más o menos bonitas que podría colgar. He estado en Valladolid, un viaje breve pero muy bien aprovechado, con posible continuidad futura. Hoy mismo ha tenido lugar un reencuentro y una nueva sesión de fotos, en el Musac. He ejercido tanto de fotógrafo como de fotografiado y para ello he estrenado la cámara que compré esta semana de Black Friday que ya se extiende a toda la Black Week. Ni tan black, vaya. Black monday and tuesday, de eso no cabe duda. Otra vez el otoño vuelve a golpearnos. Por segundo año consecutivo, el lunes decidió terminar con su vida una persona que previamente había pasado por la mía, de forma inconstante pero intensa. Aunque cabe señalar que su influencia podría haber sido mucho mayor si yo hubiese querido, o sabido, o podido. Me pilla ya un poco lejos, si bien no tanto como para que no me afectara. Me afecta, de nuevo con alguien a quien perdí la pista sin pretenderlo. Ahora está en paz. El lunes, precisamente, fue el Día Memorial Trans, que conmemora las muy numerosas, por desgracia, muertes que se han producido y producen en este colectivo, muchas de manera violenta. Mantener viva su llama es un acto de justicia y de reivindicación. Que la memoria nunca se apague. Este año va a llegando a su fin, y (hasta la fecha) no ha resultado tan devastador como el pasado aunque sí que ha asestado ciertos golpes, ante los que solo cabe cuadrarse y seguir adelante. Porque esta semana, además, he continuado creándome un presente aquí, siendo asesorado sobre clases de español, sobre la nueva cámara para preparar proyectos artísticos, etc. De todo ello hablaré en la medida en la que sea pertinente; hoy, en un día verdaderamente otoñal pero no tan lluvioso como sería necesario, quiero dedicar esta entrada a esa persona sensible, quizá demasiado para los tiempos que corren, que me acompañó en la fase final de la carrera y luego reapareció contándome todos sus proyectos, que ojalá no hubieran sido interrumpidos. Esto sí que es verdaderamente black, no la posibilidad de comprar hasta las doce de la noche.

sábado, noviembre 11, 2017

Regreso y performance.


 Tercera visita a Asturias desde el fin de mi estancia, segunda a Oviedo, si bien en realidad el verdadero motivo del viaje residía en el Centro Niemeyer de Avilés. Allí, desde primeros de octubre, había tenido lugar una exposición sobre la artista irlandesa Amanda Coogan, comisariada por mi directora de tesis, Luz Mar González Arias. No se por qué se habla de comisaria o comisario al referirse a la persona que organiza estos eventos pero, en fin, habrá que usar el término con propiedad. A Coogan ya la había visto en un congreso en Oviedo el año pasado, en el cual yo participé (a la espera de un próximo simposio con muy buena pinta, a cargo también de Luz Mar). Y, dentro de una muy previsible serie de hechos, trasladarme a León ha sido lo mejor que podía hacer, desde mi punto de vista, pero también me ha hurtado la posibilidad de asistir a varias actividades de gran interés por tierras asturianas. En el caso de esta exposición, se vio acompañada de performances, conferencias y proyecciones. No podía permitirme ir a todo, le dije a Luz Mar que asistiría a la clausura y allí estuve. Nueva visita a ese centro que, según la foto de arriba, a veces me recuerda a un huevo duro, a un corazón, a una vagina (con su maja desnuda)...



 Llegué el domingo pasado a las dos y media. Había reservado una sola noche en un hotel bastante económico y con buena relación calidad-precio, si bien, después de quedar in extremis con una amiga doctoranda allí, es bastante posible que la próxima vez ella me aloje generosamente en su casa. El caso es que, tras dejar mis cosas y tomar algo en la Tapina Sixtina, bar habitual de mis devaneos allí, fui hasta Avilés y adquirí la entrada para la Cúpula del centro.


No voy a colgar todas las fotos que tomé, no es este el espacio y ya lo hice en Instagram, por ejemplo. Coogan es una artista célebre por sus performances duracionales y, en concreto, la de ese día se había desarrollado por la mañana y, por la tarde, desde las cuatro hasta las siete. Qué duda cabe de que, aparte de un físico portentoso para llevar a cabo estas representaciones, debe seguir un entrenamiento acorde con la tarea. Había una significativa muestra de objetos, proyecciones y otros materiales relacionados con la carrera de Coogan, aparte, claro está, del evento central con su propia actuación, llamada Spit, spit, scrub, scrub



 Dentro de una escenografía que se ajustaba perfectamente a la estética de su performance, otorgándole una atmósfera todavía más hipnótica y sugerente, la artista permanecía en el centro, con ese vestido y fondo azul, realizando movimientos pausados mientras buena parte del público, incluyéndome a mí mismo, se apoltronaba en el suelo para asistir a tan magnética danza. Allí me encontré a Iván, un compañero doctorando que también es dirigido por Luz Mar y cuya tesis comparte ciertas temáticas con la mía. Él está fascinado con Coogan, no es para menos. En un acto de estas características, por otra parte, ya desde el principio te dan una pulsera para que puedas entrar y salir cuando te apetezca, cosa que yo hice para tomar un té y luego regresar para el final de su actuación, así como la clausura del evento. Ya había saludado y charlado un rato con Luz Mar por entonces.



 Tras sus discursos finales, además, Luz Mar y Amanda nos obsquiaron con un vino y piscolabis adjunto que me sirvió para no tener que tomar muchas tapas de cena en mi regreso a Oviedo. Dado que no pude quedar esta vez con mi amigo Juanjo, la merendola me resultó bastante conveniente. Y, tal y como me había indicado, Luz Mar me presentó a la artista antes de que me despidiera. ¡Tan simpática como atractiva, realmente se redoblaron mis ganas de visitar Irlanda tras esa jornada! Pero, de momento, me conformé con pillar el Dublinenses de James Joyce al día siguiente. En todo caso, hay un proyecto más cercano y relevante ahora mismo, que sería rescatar esa galería de arte virtual cuya idea surgió en Santander el pasado año, y de la cual ya teníamos hasta registrado el dominio web... Amanda Coogan se disculpó por haber secuestrado a mi directora pero, a la vista del resultado, lo doy por bueno. La conclusión de la tesis no solo depende de mí o de cuándo me corrija ella los capítulos, sino de otros factores sobre los que tengo poco control, como el tiempo de espera antes de la evaluación de mis artículos, la aparición de congresos en mi línea temática y que, lógicamente, me admitan... Ante la posibilidad de que el doctorado se alargue más, todavía, surgen proyectos paralelos, algunos más obvios y otros no tanto. Y, este de la galería, desde luego que bastante complementario a la tesis, siguiendo en cierto modo unas mismas pautas temáticas.