martes, marzo 31, 2009

Viejo, ¡pero macho!


Terminé con los dedos un poco cansados tras el examen semidesnatado y a la boloñesa, pero aquí estoy para acabar el mes y chotearme, dentro del respeto que me inspira eso sí, del bueno de Clint.

Sigamos con la comparación entre Milk y Gran Torino. De la primera dije que me entusiasmó aunque mucho de eso se debiera a factores extacinematográficos, claro. Con la segunda, si en algunos momentos se me hace intragable, puede que sea por la misma causa. No es que me desagrade del todo la personalidad de Walt Kowalski (por cierto, ¿el apellido es casualidad?), tenemos puntos en común como la desconfianza ante la Iglesia o la falta de prejuicios hacia el alcohol. Pero, siendo yo masculino, su modelo de masculinidad creo no compartirlo demasiado.

Veamos, tenemos al pequeño Tao, o Atontao (me hubiera gustado ver a Constantino Romero doblando esto), ante el cual se abren dos vías para alcanzar su condición de macho: la una, negativa, viene por parte de la banda callejera liderada por su primo, ¡menudo primo por cierto! Con lo que quiero yo a los míos... La otra, positiva recíprocamente, la de maestro gruñón y discípulo que parece un poco corto al principio. Ahí es donde entra la catarata de tópicos. ¿Por qué debe uno ser medio retrasado o marica solo porque le guste leer o la jardinería? Ante eso hace falta una terapia de choque, y quién mejor que el ex-sargento de hierro para dársela. Ritos de virilidad: chapucillas caseras de hombres, trabajar en la construcción (algo que en España ya no sería posible), hablar rudamente en plan hijoputa paquí hijoputa pallá... ¿Irse de putas? No, no, a tanto no llega la película. Pero, ¿no hubiera sido gracioso? Imaginemos que en vez de Darth Vader le dobla Torrente: ¡Chinito, chinito! ¡Ven aquí, atontao, que nos vamos a ir con unas putillas...! En vez de eso, Clint le ayuda al cortejo de una tal Yogur, ¿y gracias a qué? Pues gracias al tótem supremo de su masculinidad, desde luego, el Gran Torino.

Pero bueno, insisto que la película me ha gustado y debieron ser más justos en los Oscar con ella. Ahora mismo Mr. Eastwood sigue incansable, rodando una película sobre Nelson Mandela con otro viejo compadre, Morgan Freeman. Ah, y recibió la Palma de Oro de Honor en Cannes. Aprovéchala pues la mereces, vaquero...

lunes, marzo 30, 2009

Esto sí que es un crepúsculo.


En Gran Torino, Clint Eastwood afronta la que dice será su última interpretación. El personaje, la historia, todo adquiere un marcado carácter crepuscular. Sin embargo, a Clint ya le han dado dos Oscar, así que este año no tuvo suerte. Gracioso hubiera sido ver luchar a Sean Penn (a quien le brindó su primera estatuilla) en el papel de Harvey Milk contra el viejo Walt de Eastwood y sus incontables expresiones homófobas. Cuando acaba la película al menos ha logrado superar su fobia a los asiáticos, y se extrae la moraleja de que algunos prejuicios, si no todos, pueden arrinconarse incluso cuando uno ya no está para aprender mucho.


Claro que, ¿qué se puede esperar de los habitantes de un pueblo o pequeña ciudad, multicultural eso sí, del medio oeste americano? Pues encontrar la misma clase de palurdos que acabaron con su protegida Hillary Swank en Boys don´t cry. Yo considero que tanto Gran Torino como Milk son películas clásicas a su manera; la primera es una tragedia clásica con valores clásicos; la segunda una biografía (también trágica) clásica, pero cuyos valores (¡faltaría!) no lo son. Walt Kowalski y Milk son hombres de valores, por los cuales están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias.


Clint Eastwood es tan buen actor como director, un artista a su manera. Republicano y un poco chapado a la antigua, sí, pero eso no le inhabilita como creador. Me gusta tanto la película como el personaje, quien pese a ser muy diferente a mí en el fondo me provoca compasión, como supongo que pasará con el resto de espectadores. No me parece una obra maestra, eso sí. Básicamente por lo trillado de su argumento. Historias de superación y redención, en plan maestro y discípulo, ha habido muchas y esta no es la mejor, en parte por su cascada de tópicos y la predicibilidad con la que transcurre una historia por otro lado contada con mucha garra. Me gusta más su concepción como western crepuscular, el último duelo del vaquero. Hubo quien dijo, en principio, que esto iba a ser una aventura más de Harry el Sucio. No les faltaba cierta razón, pero no es así. Eastwood nunca se tomó muy en serio esas películas, las consideraba simples entretenimientos de acción. Nunca he llegado a ver una peli de esas entera, pero el personaje me parece bastante paródico, cosa que no ocurre con el venerable viejo veterano de Corea que se sumará a una larga lista de personajes emblemáticos.


Mañana si puedo diré algo más sobre la película, ahora me voy a repasar y por la noche a ver a Rajoy (ah, no, esto último es mentira; y puede que lo primero también. ¡Quién sabe!)

sábado, marzo 28, 2009

Sueños de cine.


Ya he comentado aquí en alguna ocasión que no suelo recordar, al menos de manera nítida, mis sueños; no obstante, si alguna vez lo hago acostumbra a ser como para echarse a temblar. Y no porque sean pesadillas, antes bien lo contrario. En el sueño de anoche, por ejemplo, lo escalofriante es que no se ha cumplido y dudo que se vaya a cumplir. Estaba con una mujer a la que conozco, nadando en el mar. ¿Hacia dónde? No se. ¿Importa eso? Y no penséis que se trataba de un sueño húmedo, pese al agua. Ambos llevábamos bañador y no hubo contacto entre nosotros. No necesito ser Freud para interpretarlo, conociendo la identidad de la muchacha se que se relaciona con este fin de semana, que podría haber sido muy distinto de lo que va a ser.

¡Pero hay sueños que sí pueden cumplirse, amigos! Como los que tenía cuando ingresé en ese hospital reconvertido en escuela de cine. Aquí os dejo un par de enlaces a artículos de blog relacionados con la serie Pigmalión. Espero que os gusten y que entre todos podamos llegar a alcanzar estos sueños de cine. Largo ha sido el camino como para abandonar ahora...





viernes, marzo 27, 2009

La metáfora de la espicha.


Como no quiero entrar en lugares comunes ni describir algunos espectáculos poco edificantes que vi ayer, diré que en una espicha de Filosofía y Letras también hay momento para ponerse filosóficos y, sí, literarios (se admiten aplausos)

Como ejemplo os pondré esta metáfora by Santi, una que acaba de venir ahora a mi mente emponzoñada. Al que la adivine se le invitará a degustar un canuto en la del año que viene. Y es: Si quisieras conquistar una ciudad sitiada, ¿cuál sería tu estrategia? ¿Una acción directa y rápida o un cerco prolongado que le ayude a caer? Según el contexto puede sacarse fácil...

Yo me lo pasé bien, pero eso sí: una al año no hace daño, dicen, pero eso de que no hace daño... Ja, ja. Lo dejaremos en una, que no quiero unirme a esa otra Generación del 27 de Jim Morrison, Kurt Cobain, etc. Así que no abuséis mucho el fin de semana... ¡Y que no se os olvide ver el trailer de Pigmalión y difundirlo!


PD- Hopewell, dicha metáfora quedaría bastante bien en boca de algún que otro personaje de la serie...

miércoles, marzo 25, 2009

El juego ha comenzado.




Esta es la puerta de entrada a un nuevo e ilusionante proyecto, que me ha creado una sensación como la que no tenía desde dos años atrás (y, a diferencia de Vagos y Maleantes, aquí no podrán venir con el soniquete de es que es muy cutre) Os invito a ver el trailer, degustarlo y difundirlo a través de los procelosos mares de la comunicación cibernética. Fue un proyecto surgido casi de la nada, y creo que ha nacido con suerte. Así sea.

lunes, marzo 23, 2009

Serie Z.

En cine hay varias maneras de realizar una historia del género fantástico de capa y espada, ya sabéis a qué me refiero. Puede ser una adaptación literaria decente, incluso buena (El señor de los anillos), una adaptación literaria que empeore incluso la mediocre novela de la que surgió (Eragon), una horrible adaptación de juego de rol (Dragones y Mazmorras) o una película de argumento original pero no por ello menos acojonante (Outlander) Si me olvido algún ejemplo recordádmelo, please.
Ahora voy a hablar de una adaptación de videojuego, algo que le encanta a Uwe Boll, considerado como el Ed Wood de este siglo. Con En el nombre del rey hace méritos para ese título, desde luego. Arrastra una mala fama que yo ya conocía, sin embargo no me impidió ver la película, porque soy fanático del género incluso en sus más ínfimas muestras. No salí defraudado respecto a la (poca) calidad. No obstante, mereció la pena perder el tiempo con ella aunque solo fuera para disfrutar con sus abundantes dosis, no se si autoconscientes o no, de surrealismo.
La película está hecha como de retales de la gran obra de Tolkien: hay un remedo de las minas de Moria, otro de cualquier bosque encantado de la saga y de hecho sale el tío que hacía de enano Gimli, ahora imitando a Gandalf. La palma se la llevan no obstante unos bichos que quieren parecerse a los orcos pero apenas enseñan su rostro, supongo que para que no se vea lo cutres que son sus caretas. Paso a hablar del reparto, porque es alucinante, te puedes encontrar de todo: desde Burt Reynolds haciendo de rey hasta un Ray Liotta muy maquillado, pasando por Terminatrix de amazona amortizando escote. Lo cierto es que la historia tiene un montón de personajes, y una trama que no se sabe por dónde cogerla, con anagnórisis o reconocimiento incluido. Por no hablar de ciertos desfases espacio-temporales... Se supone que está situada en el medievo, en un reino imaginario. Pues bien, el héroe usa un boomerang, que si no recuerdo mal procede de Australia. En un momento dado salen unos tíos vestidos de ninja, haciendo artes marciales. Y lo mismo se invoca a Dios que luego se habla de dioses... Last but not least, está el tema del diálogo. Este fin de semana hemos estado trabajando con los de la serie, y sabemos la gran importancia que tienen para un guión sólido. Pues bien, aquí son risibles. No por hablar en estilo medieval uno tiene por qué sonar ridículo...
Así pues, os invito a ver este filme solo si queréis comprobar tanta desfachatez; si no, probad con El luchador: en esta, otro actor acostumbrado a la serie Z sostiene sobre sus hombros el peso de una película que corría el riesgo de quedarse en telefilm. Alabemos su resurrección, aguada por el gran Harvey Milk.

sábado, marzo 21, 2009

Homo sapiens.


El jueves, dando un paseo por el Fontún con mi familia, me salió la vena abrasadora, pues hacía bastante que no subía al monte. Así pues, encontré un hueso que no se identificar muy bien, supongo que de oveja, totalmente limpio y liso merced a alguna alimaña, imagino. Desde luego que me recordó al de 2001: Una odisea en el espacio, película que por otro lado solo he visto una vez y me dormí a la mitad. Pero me lo guardé para emular a nuestros ancestros, sobre todo antes de cortarme el pelo. Me lo corté ayer y tampoco es que me esquilara como un burro, pero al menos ahora ya no parezco un hobbit. Supongo que pensaréis que en la foto sobra la luz eléctrica. Bueno, puede ser un primitivo transportado en el tiempo...
Ayer sí que tuve un acto realmente primario. Estaba compitiendo a inflar globitos de chicle con una amiga. Sea porque el chicle era muy pequeño, o mi lengua mi grande, era incapaz, así que en una de estas al soplar le escupí el chicle, que se quedó pegado en su melena. Y no os creáis que me lo tuvo en cuenta, más bien se estuvo descojonando por la circunstancia. En mi descargo he de decir que no estaba bebido, que me moderé porque si no hoy no estaría escribiendo a estas horas, ni tampoco más tarde cuando me ponga con cosas más serias. Pero bueno, la colección entera de fotos Homo sapiens quizá la cuelgue en Facebook, aún a riesgo de perder algún contacto.

jueves, marzo 19, 2009

La feria de las vanidades.

Esta tarde tuve una extraña sensación al ir a clase. Me dio la impresión de que, de entre todos los (numerosos) jóvenes que ocupaban el autobús, mi compañero Santi y yo éramos los únicos que íbamos a clase, o al menos que llevábamos mochila y sin botella dentro. Tendríais que haberme visto intentando leer a Petrarca mientras a mi alrededor se disertaba sobre hacer subastas de chicas o algo sí. ¡Subasta! Sí, como en una feria, no se si feria de vanidades como en el título o feria de ganado. ¿Qué opinaría el humanista italiano de todo esto? Él se pasó años dando el coñazo con Laura, y gracias a ese frustrado amor tenemos su legado en un genial Cancionero. De haber vivido hoy, quizá se conformaría con ir a ver si las damas estaban más vulnerables a cierta hora (Como el anuncio: El alcohol te hace más vulnerable...) Y en vez de hacer sonetos, puede que desvariara en un blog como yo.
No se. Yo tampoco estoy por criticar mucho porque la semana que viene, supuestamente, será la espicha de Filosofía, pero si yo voy será en unas condiciones que no atenten contra mi dignidad (término que tomo prestado de uno de los personajes de nuestro proyecto en marcha) Al menos no me herniaré por mover el culo unos metros para que luego el campus no parezca el de Gaza hace un mes o así. Pero bueno, hoy había una multitud digna de un motín, y los pocos que entraban en mi facultad lo hacían para vaciar el depósito antes de llenarlo de nuevo. Nosotros tuvimos Tradición Clásica, pero ni el ambiente ni el tiempo incitaban a bucear en mitos como Troya, la Odisea o Alejandro Magno. Finalmente acabamos la tarde en el Cafelito, gozando de una charla intelectualmente más estimulante al son de la música de jazz; cualquier día entrará Woody Allen por la puerta para unirse a la misma (Es que... Es que... Es que... Lo que yo no entiendo es...) ¿No sería gracioso que en una próxima película situase un tablao flamenco en León? Todo es posible.
Por cierto, irónico hubiera sido cursar la asignatura antes citada en Primero de carrera. Por entonces ideé un guión con no pocas similitudes con el mito de Odiseo: después de un largo viaje, toca el regreso a Ítaca...

martes, marzo 17, 2009

La foto viene al pelo.


He aquí un auténtico lince, en su hábitat de Skansen. Supongo que en Suecia estarán protegidos, como en España. El término lince se puede aplicar también de forma metafórica a una persona avispada; sospecho que no es el caso de quien haya asesorado a los obispos en su campaña contra el aborto. Y deduzco que no pertenecía a Greenpeace ni a Ecologistas en Acción...

Y desconozco, aunque me gustaría saberlo, de dónde ha salido el dinero para pagar esa peculiar campaña. En el fondo, yo creo que todo es un problema de educación. Den una educación afectivo-sexual más eficiente (al menos mejor que la que recibí yo) y el problema se irá solucionando, no solo ese sino también la transmisión del VIH y otras ITS. Yo no se qué campaña es más boba, si esta o la del rap del condón. La balanza está equilibrada... Me gustaría saber qué opinarían los linces si pudieran hablar. Quizá que el peligro de extinción en que se encuentran podría solucionarse con la extinción de la propia raza humana. En todo caso, seguiré leyendo a Darwin, que de esto sabía bastante.

domingo, marzo 15, 2009

Fin de semana cazurro. (II)

Ayer a última hora del día quise escribir unas líneas sobre lo que me está pareciendo el fin de semana cazurro del título, pero llevo un par de noches cansado cual abuelo, durmiendo como un tronco (la vagancia es un vicio que no todos pueden permitirse) y, por compensación, aprovechando bastante bien el resto de la jornada.
No ha habido pues, tras tanto viajecito, momento para aburrirse. Junto a todos los amigos con los que he estado, que también son compañeros de clase, asociación o proyecto, me ha entrado una sensación regeneradora, muy positiva. Como si un avance en todos estos campos surgiera para hacerse imparable. Y puede que lo sea. Solo me faltó salir anoche, pero, ay amigos, ya dije hace una semana que las juergas casan mal con el trabajo, ya no solo el estudio, y en ocasiones deben ser sacrificadas. No es algo relacionado con hacerse más mayor, quizá sí con hacerse más maduro. No se si me explico bien, pero da igual; lo que quería era escribir un poco en el blog, que eso también es un descanso entre actividades varias. Espero que paséis una tarde de domingo tan útil como la que yo espero pasar (excepto si estáis con resaca, en ese caso solo deseo que la paséis como mejor podáis...)

jueves, marzo 12, 2009

Fin de semana cazurro.


Repito: ¡Fin de semana cazurro! Parece la rutina, ¿no? Qué va, ahora mismo es una novedad. Llevo un mes pasando los fines de semana fuera de León, entre Zaragoza, Estocolmo y Madrid. Tres destinos que, en diferente modo, me han marcado hasta tal punto que ahora me parece estar al comienzo de un nuevo ciclo. Sí, en serio; quizá exagere, puesto que esta semana está siendo un poco rara, pero así lo creo. Por ello, es hora de iniciar nuevos experimentos y desechar otros que han demostrado ser inútiles o, aún, poco maduros.

Cambia el clima, también, y por ello creo que es hora de que me corte el pelo al menos parcialmente. También me gustaría, a sugerencia de mi amigo y compañero Santi, hacer un poco de ejercicio para contrarrestar los indicios de fofez que pueden ir a mayores. Le puedo proponer que me acompañe, aunque al hacer footing cuesta seguir mi ritmo de tortuga reumática (aunque en la Wii no me fue nada mal...) Es tiempo de sorprenderse a uno mismo: he comenzado a leer El origen de las especies, libro que cuando lo compré hace una década no lo quería ni para pisapapeles. También, gracias a la asignatura de Tradición Clásica, que contiene una revisión de las sagas épicas griegas y romanas, creo que ya se cuál es la aportación que quiero dar este año a mi propia saga de los Abrasadores: hay dos planos en la misma; uno en el futuro, que es donde salgo yo con mis primitos, y otro en el pasado que es más rollo épica tradicional. Me gustaría desarrollar este último, tomar notas en plan genealogía, que es donde más pudiera dar rienda suelta a mis influencias tolkenianas y, remontando el tiempo, también de la Antigüedad clásica. Es decir, no me pondría a escribir el segundo libro, pero sí haría copias del primero para pasarlo a alguno de vosotros y que lo leáis, y de paso echarle un ojo yo también.

Esta última idea es más de verano que de primavera, desde luego... Ja, ja. Porque lo que es esta semana, habrá que seguir dando caña a la carrera. Y disfrutar un poco de esta pequeña y mediana ciudad, claro, de la cual no me he olvidado.

martes, marzo 10, 2009

Escandinavia.


Acabo de bajar en el bus con una joven profesora polaca que ha venido a darnos un seminario sobre la literatura creada por mujeres a lo largo de la historia de su muy católico país. La conclusión a la que llegó, y es algo que también podría aplicarse a la literatura lgtb, es que más allá de las etiquetas lo que importa es que sea buena o mala literatura.

Le comenté que una de mis ideas para el futuro, tras acabar la carrera, era la posibilidad de trabajar en alguna universidad extranjera, aunque sin especificar que el este de Europa no es que sea una zona que me atraiga mucho, merced a la aún devastadora herencia comunista. Este año, si el gobernador de Libia así lo estima, comenzaré el tercer curso y creo que ya es hora de ir mirando un poquito para adelante. Esta es una mera idea; no la toméis como oráculo ni tampoco como desprecio hacia los familiares y amigos que tengo tanto en León como en el resto de España. Mi elucubración es, simplemente, que tras cinco años aquí puede que tenga ganas de nuevos aires. Lo que luego suceda solo lo saben las Moiras, ¿verdad Hopewell?

Sobre todo, creo que sería bueno para mi inspiración (depende del sitio también, claro) No es que aquí no escriba, ya veis que en este blog suelo hacerlo cada par de días, pero me falta algo... Creo que estoy acumulando un montón de experiencias vitales que me inspiran pero que, luego a la hora de plasmarlas en papel, necesitaría un ambiente más neutral para llevarlas a cabo. Como Truman Capote, que solía irse al extranjero para escapar de las distracciones neoyorquinas (salvando las distancias, desde luego) Quizá el problema no sea el ambiente sino yo, pero bueno, ese ya sería otro punto a tratar.

De lo que os iba a escribir antes de ir a Madrid era del ciclo escandinavo. No me refiero a las sagas, a esos precedentes de Tolkien con Odín y toda su troupe liándola parda, no, sino a mi propio ciclo escandinavo. De cuando hace más de diez años fui a Finlandia virgen (del todo, honesto es confesarlo) y en el intervalo hasta el viaje a Suecia muchas cosas han cambiado, la mayoría a mejor por suerte. Solo me faltan Islandia, de la que ya hablé, Dinamarca y Noruega. Creo que es hora de pedir asesoramiento a Paconcio el Vagabundo, ducho conocedor de estos ambientes. Eso sí, no estoy hablando ahora de irme a vivir allí, nope, tan solo de visita. Un objetivo bastante asequible, creo yo; no es como esas metas que te pones solo por motivarte, como ganar el premio Nobel o el Oscar. Aunque este año me esté dando por los viajecitos a nivel nacional, prefiero ahorrarme algunos de ellos si es para en el futuro poder hacer esos otros.

Esa es mi idea, el resto ya lo decidirá el fatum.

domingo, marzo 08, 2009

Islandia.


Acabo de venir de Madrid, pero no voy a hacer referencia a mi estancia, sino a una lectura en la que me zambullí entusiasmado cuando los compromisos sociales me lo permitían. El tema de la misma, por cierto, está relacionado con el del post que iba a colgar antes de partir, y que al final lo haré la semana que viene.

Y no se trataba de un libro, sino de una revista: la Lonely Planet dedicada a Islandia. No solo ha logrado enamorarme del país sin haber estado, también incluso me ha sugerido alguna idea de tesis doctoral, aunque aún es pronto para ello. Y, en un momento de especial lucidez, me vino a la mente una metáfora en relación con ella. O tal vez una personificación, de la que yo mismo sería protagonista. Islandia, la tierra de los contrastes. Hielo por fuera, lava por dentro. La antítesis. Un oxímoron, como en el verso de Blas de Otero: Ardientemente helado en llama fría... Pensé que, de hecho, bien podría identificarme con esa isla ya que, en algunos momentos más que en otros, puedo mostrarme frío, pero por dentro es una sensación distinta la que creo que emana de mi ser, y no lo digo solo con connotación erótica.

El fuego es un elemento muy común en mis escritos. Por eso, en Los Abrasadores doté a mi personaje de la condición de Guardián del Fuego, y los volcanes son asimismo importantes: a través de uno se llega al Umbral hacia un mundo paralelo e inviolado, aunque ese pasaje no lo haya escrito aún, claro.

Bueno, espero algún día poder ir a comprobar esa inmensidad de contrastes en persona. Por ahora me toca volver a clase, y antes un chiste fácil: país curioso en todo, al norte de Islandia hay un museo llamado Faloteca, dedicado... pues al falo (pene, en lenguaje más común) ¿De qué manera se anunciará? Espero que no con el cartel Este museo es la polla...

viernes, marzo 06, 2009

Coda viajera.

Causas ajenas a mi voluntad me impiden escribir el post que tenía planeado, así que os emplazo a revisar las dos entregas de las crónicas suecas y nos veremos a mi vuelta de Madrid. Sí, vuelvo a viajar aunque esta vez no con muchas ganas. Lo hago por un compromiso que hice y que, como suelo hacer en la medida de lo posible, quiero cumplir. Ya es poco probable que vuelva a viajar hasta al menos después de Semana Santa, además después de mi estancia en Estocolmo creo que debería abusar menos de periplos nacionales y guardar algo para los internacionales. De eso quería haberos hablado, pero mejor lo haré la próxima ocasión.

jueves, marzo 05, 2009

Dop (II)






Creo que me quedé en Skansen, sitio del que tengo aquí un librito en español de la visita de mis padres en octubre; pronto le echaré un ojo. Es un parque natural dentro de la misma ciudad de Estcolmo, que contiene dentro una gran variedad de edificios antiguos, establecimientos típicos y una especie de zoológico con diversidad de animales escandinavos. Abría a las 10, y ahí estábamos nosotros de entre los primeros clientes (porque cobran entrada, pero eso no me parece mal; al menos ahí no intentarán venderte hachís como en el Retiro...) Ni que decir tiene que estaba todo nevado y, lo que es más peligroso, helado. Fue un gran mérito salir de allí sin habernos descalabrado ni una solo ocasión, con la cantidad de placas de hielo que había a lo largo de vericuetos y cuestas, pues Skansen se halla emplazado en una colina.
No disponíamos de excesivo tiempo, por lo que fuimos directamente a los animalitos. Primero los de granja: caballos, ovejas, etc. Y luego ya los salvajes: lobos, bisontes, jabalíes, renos, alces, focas, linces... Faltaron los osos, que estaban como es lógico hibernando. Pero esos también los tenemos aquí en León, ¿no? Tomamos un hot dog en un chiringuito, son muy curiosos allí: pan bimbo de perrito y una salchicha delgada y larguísima, que se sale por todos lados. Hablando de esto, cuando sobre mediodía nos dispusimos a regresar, el parque estaba mucho más animado: habían colocado fogatas para calentarse, que la gente usaba para tostar las salchichas como si estuvieran en un pic-nic veraniego (y qué duda cabe que durante esta estación así lo usarán) También había unos trineos tradicionales, aquí me veis en la foto posando con uno de ellos, y puedo asegurar que tampoco me la pegué utilizándolo. Tan apurados estábamos a la vuelta que me pasé a la carrera por la tienda de recuerdos, comprando una chapita con el caballo típico de Suecia y una bolsa de té. Luego para el barco de vuelta.


Respecto al bautizo, momento culminante del viaje, he de decir que no me enteré de mucho, pese a contar con una pequeña guía en español del acto. La cura (es una religión civilizada, las mujeres pueden profesar) estuvo muy amable con nosotros, alegrándose de que algunos españoles pudiéramos haber asistido a la ceremonia. Además el bautizo en sí no fue muy pesado, y luego pasamos a la casa parroquial a tomar unos canapés y unas copitas de champán. De esa guisa me veréis en la foto de abajo, junto a diversos cuadros de temática religiosa. Eran unos cincuenta invitados o así, entre adultos, niños y bebés; la mayoría, profesores compañeros de Pedro, con los que pude charlar en inglés. Es curioso, me entendía bastante bien con ellos, no como esta mañana haciendo el Listening en clase, donde me daba la impresión de que todos hablaban borrachos o como si se hubieran metido algo inconfesable en la boca.


Eso sí, tras la party tocó, a la familia más reducida, recoger todo y arramblar con la montaña de regalos de Marcelo para introducirlos en un taxi hasta el domicilio de los orgullosos papás. Recuperamos fuerzas yendo a por comida en un hindú. Y el picante no se repitió por la noche, eso da prueba del cansancio que arrastrábamos...

Poco más que decir, me reclaman los dos o tres folios de apuntes pendientes. Que he vuelto encantado, y con ganas de regresar a la capital sueca, quizá con un clima más agradable. Mañana si puedo comentaré alguna impresión más.

lunes, marzo 02, 2009

Dop.


No puedo hacer un análisis pormenorizado de este, por otra parte, corto viaje; aunque me hubiera olvidado, aún tengo una carrera, a la que hoy me excusé de asistir. Así que lo iré intentando en pequeñas dosis.
Nos remontaremos pues a unas horas antes de mi partida. Ante la perspectiva de una noche insomne me hallaba viendo un filme soporífero, High School Musical 3: una especie de Utopía adolescente que al final termina como una melódica invitación a cortarse las venas. ¡Glups! Como sea que su director es coreógrafo, y la mayoría en ese oficio suelen ser gays, me entretuve en deducir algunos guiños en ese palo, en especial todo lo que tiene que ver con el personaje de Lucas Gabreel, no en vano uno de los integrantes de la troupe de Harvey Milk.
Salimos a las 2.30, con un conductor gañán en la misma línea del Manolo de El diez por ciento, y hasta las 10:30 no salió al avión hasta Estocolmo. Amenizamos la espera con la Fotogramas, entre otras cosas. Puede que en su día Iberia fuese una compañía con mucho prestigio, yo solo puedo suponer que, en su afán por reducir costes, convirtió la aeronave en una lata de sardinas o quizá una sauna sueca, sin música, casi sin aire acondicionado y, desde luego, sin consumiciones. Y no es que fuera un vuelo de transbordo, que eran casi cuatro horas.
Sobre las 14:30 llegamos al aeropuerto de Arlanda, donde esperamos a Pedro en la primera cafetería. Luego taxi a la capital, que está a unos 40 km., y parada en el albergue. Pese a ser un albergue, y no un hotel, estuvimos muy bien allí. Además (y esto es algo importante) este factor incluía un montón de gente joven, rubia, alta, de ojos azules y por lo general guapa; que además, ejem, debían de compartir baño. No en nuestro caso, que disponíamos de nuestro propio aseo. ¡Por Libia, debía de ser la fucking suite del albergue! Pero bueno, ese día no nos dio tiempo a más que a ir a casa de Pedro y Lisa, a unos diez minutos andando, a verles a ellos y a Marcelo, quien al principio se extrañó mucho de esa visita hispana cogiendo un berrinche. Por cierto, horario europeo: cenamos pronto, unas delicias de pollo con arroz muy buenas, y nos acostamos pronto también, molidos tras la noche en vela.
Al día siguiente tomamos el desayuno, admirando de nuevo la pasarela invernal suecos-suecas, y luego a hacer turismo ya en sí. Primero el Ayuntamiento. Por cierto, no se si huelga decirlo, pero la mayor parte de Estocolmo estaba nevado, y los lagos congelados. De vez en cuando salió el sol, pero un poco para engañar. En el Ayuntamiento se da el almuerzo a los premios Nobel, esos escritores a los que suelo leer poco y a veces desconozco que existan. Cruzamos el puente y nos metimos a redesayunar en La fábrica del chocolate, aunque yo tomé té. Vimos el barrio viejo, algún gran almacén, la zona comercial, el cogollito en sí. No hubo mucho tiempo para el consumismo, pero a mí me gustó el gorro ruso de Pedro y quise llevarme uno de recuerdo. Así fue, cogimos uno de algo menos de 400 coronas (40 euros), rebajado a la mitad, que no fue un mero souvenir sino una herramienta muy útil para luchar contra la nieve y el frío tanto el viernes como el sábado.
Luego cogimos el bus hasta el restaurante donde habíamos quedado con Lisa, Gerd y el tío de Lisa, cuyo nombre temo haber olvidado. Ese sitio se fundó en 1731, lo cual deja en pañales a Casa Benito. Vegetarianos abstenerse, tomamos un filete de reno, sí, de esos bichos de Papá Noel que al día siguiente vería en Skansen. Conste que los tienen domesticados en granjas, no van por ahí volando delante de un trineo. Era como carne picada, y me supo muy bien. Luego fuimos a ayudar a Lisa a llevar a Marcelo a casa, que tienen el ascensor escacharrado y hay que subir la sillita a pulso. Por la tarde intentamos llegar al museo Vasa, uno de los dos más importantes de Estocolmo, pero, ay de estos horarios invernales, ya había cerrado. Al menos tomamos el barco para el regreso, dejando que el gélido aire nos curtiera la cara. Atravesamos de nuevo la zona comercial, con parada en una librería, qué menos. La semana pasada se estrenó en Suecia la adaptación al cine de Los hombres que no amaban a las mujeres, primera entrega de una trilogía que ha sido todo un pelotazo, incluyendo Pozuelo. Yo no la he leído, pero espero hacerlo pronto. No compré nada de todos modos, que aún conservo caudal de la Cuesta Moyano.
Pedro nos llevó a cenar a un restaurante por la zona en la que vivía él antes, el Pelícano (nombre españolizado, desde luego) Aún a riesgo de sonar ridículo, trataré de transcribir el nombre del plato que tomé: Pitt y panna, ¿podría ser así? Supongo... Una mezcla de cuadraditos de patata con trozos de bacon, pollo, etc. Todo ello coronado por un señor huevo frito.
Bueno, me falta el día grande, el del dop (bautizo) y la mañana en Skansen, un lugar que me ha parecido mágico y lo pongo en el mismo nivel que otros de diversos países que me han marcado de forma especial. Ahora, a sanear la casa y la clase.