domingo, junio 23, 2013

Noche de bruxas.



Llegan las fiestas, junto a algunas costumbres que se recuperan y otras que, quizá de forma momentánea, se pierden. Vuelven las cenas de clase, pese a que el curso ha durado para mí un par de meses, y lo hacen de forma armónica y novedosa, visitando un restaurante griego, acorde al tono internacional de la clase. Hoy no habrá, pese a la foto de arriba, fuegos artificiales desde el río. Pensándolo bien, los fuegos artificiales eran lo de menos durante las celebraciones del cumpleaños de Juancho, casi siempre los tapaban los árboles. Abandonada la ribera, desconozco si en verdad llegaré a verlos hoy. Uno pierde, asimismo, ciertas costumbres. Tras la cena de clase, y ayer las visitas de los amigos de Madrid, la noche de San Juan ha quedado relegada a una tercera instancia, no me veo yo con ganas. De hecho, ni siquiera debería estar escribiendo aquí. Por lo que respecta a este año, yo siempre quise celebrar esta noche de un modo diferente a ediciones anteriores, pero no ha podido ser así, imagino que eso me hace perder entusiasmo respecto a una noche en la que, según una presentadora de informativos y el ridículo guión que le tocó leer, no se duerme. Pues dormido he estado a punto de quedarme hace poco... Me pregunto cómo habrán celebrado en Furulund el Midsommar sueco, su particular noche de bruxas. He dejado inactivo este blog por redactar mis crónicas suecas, a un ritmo que se me antoja bueno, y creo que será un libro interesante, desconozco si también para las editoriales que puedan publicarlo. En esto, seguiré el ejemplo de Víctor, que ayer, aunque no estaba en León por motivos profesionales, no solo firmó su libro a dos fans, sino que también encontró una admiradora en potencia en la figura de la camarera que nos atendió. ¡Así se hace! En fin, voy a meditar sobre si hoy hay nit del foc o no, confío en que la próxima vez que visite este espacio pueda dar cuenta de todas las notas del máster. 

domingo, junio 02, 2013

El armagedón.



Podría pensarse que, tras el derrumbe, viene el armagedón, pero no, esto no es una continuación de lo anterior excepto en el sentido de que también narra un viaje a Madrid. Por ese término aludo a la segunda parte de El cuarto jinete, cuya primera presentación tuvo lugar en la Fnac Castellana, el pasado sábado 25. Jornada muy completa para mí, por la mañana tomé el bus a Quijorna para asistir a la comunión de la segunda hija de mi prima mayor, junto a parte de mi familia de León que había hecho el viaje en el día. No dio tiempo a demasiada sobremesa, pues el acto comenzaba a las cinco y fue precisamente a esa hora cuando me subí al bus de regreso. Era consciente de que no llegaría a la presentación de Víctor, sí lo hice al desenlace. De todos modos, no se puede decir que el lugar estuviese muy acondicionado, al ser mitad sala de presentaciones y mitad cafetería, con toda la incompatibilidad que eso conlleva. Para más inri, estaba al lado de la librería infantil, colmada de libros de Pepa la Cerda, con perdón, y extraños asientos marcianos como ese en el que aparezco ahí debajo, todo feliz ya con mi ejemplar dedicado, otros de encargo y la pequeña antología Con Z de Zombie, un obsequio del autor. 



Deseo toda la suerte a Víctor en la feria del libro, a la que por desgracia no puedo acudir ya que me encuentro en el final del curso. Me queda una semana para sepultarlo, hasta octubre, y poder dedicarme a mis propios proyectos, que no se si serán de largo alcance, pero en todo caso motivación no me falta. No están claros los planes veraniegos, ni los posibles viajes. Si vuelvo a Madrid, será para resolver los problemas acuíferos del piso; si no, mejor tomarse un par de noches de hotel. Tal vez sea momento de aprovechar mejor los recursos de esparcimiento nacionales y dejar el extranjero para cuando no me quede otro remedio que encaminar mis pasos, de nuevo, fuera de aquí.