martes, noviembre 27, 2018

Simposio y cierre.

Este mes ha venido marcado por una estructura circular de congresos, simposios o jornadas. Si ya narré aquí el de León a comienzos, esta semana volveré a Oviedo, posiblemente por última vez este año, para las I Jornadas de Humanidades Médicas, aquellas para las que he ido asistiendo a reuniones a lo largo de todo el curso. Mi comunicación es el viernes por la mañana, no tan temprano como la anterior, y, con la experiencia tan reciente, la verdad es que el nerviosismo se ha reducido bastante. Voy a quedarme un par de noches, la segunda con el fin de disfrutar también un poco la estancia, la ciudad, y de brindar por el nuevo año, algo anticipadamente; un brindis similar al del pasado diciembre en el café Ópera. Supongo que dio algo de suerte, porque ha sido un año bastante positivo. No acabé el doctorado, cierto; por ello, todos los brindis que haga para el 2019 deberán llevar la coletilla de ahora o nunca. Es decir, ahora o nunca al menos en Oviedo. Un plan B o C siempre sería factible, si bien indeseado. No asumo, a día de hoy, la idea de no defender el año próximo. Además de las dos ponencias, este mes he enviado un par de reseñas que cuentan con opciones, también me han mandado, en calidad de revisor, un artículo sobre pornografía mainstream (buena fama me estoy creando) y he terminado el que, hasta la fecha, es el artículo más completo y mejorado de todos los míos. Lástima que, por ahora, no haya sido capaz de subirlo a la plataforma digital de la revista. Es la primera vez que tengo problemas en ese ámbito, empiezo a pensar que ese tipo de páginas son inventos demoníacos. No me echaré atrás ahora por un rollo burocrático más, presencial o no. ¡Y lo que me queda! Ojalá estas jornadas, que han sido preparadas con mimo (en especial por parte de mi directora) sean tan buenas como me las imagino. Y, en todo caso, será el cierre del año en Oviedo, salvo sorpresas de última hora. 

domingo, noviembre 11, 2018

Rutas.


 El regreso al monte siempre es algo positivo, más todavía si es por partida doble en la misma semana, con familia y amigos. No descubrí nuevas rutas, sino que revisité antiguas, con un carácter simbólico. Es el caso de Viadangos de Arbás. Fuimos allí el fin de semana más tórrido de agosto, nos bañamos en su fría poza y luego pasamos a las aguas más cálidas del pantano. No hubo baño posible en esta edición invernal, que no otoñal. Si me había quedado con las ganas de pisar nieve, al final apuré la copa hasta el fondo, ni tan fondo. El fondo al que llegué metiendo la pierna hasta la rodilla en algunos recodos del camino. Las variables en la evolución del año quedaron bien visibles al repetir la foto sobre el puentecillo, como puede comprobarse. Y esta vez sí que llegamos hasta el pequeño bosque que se atisba al fondo. Un lugar mágico, en conjunto; una excursión breve, mañanera, pero muy bien aprovechada. ¿Falta la versión primaveral, supongo?



 El paso más grande, sin embargo, lo di esta semana, regresando a la dinámica de congresos para el doctorado. En realidad, creo que no me hacían falta más comunicaciones por completar, pero, siendo el evento en León, en mi propia facultad, no iba a perder esta ocasión, que, a la postre, quizá solucione al fin los problemas que debo superar antes de defender la tesis. Siempre me pongo nervioso con esta clase de actos, al margen de cuánto público haya. Yo sabía que habría poco y acerté, siendo el panel el jueves a las nueve de la mañana. No me importaba, yo lo que quería era prepararlo bien; menos nervios me hubiese provocado si me limitara a leerlo, clavando los ojos en el papel y sin mirar a la gente, como hizo algún compi. Pero no, siguiendo (hasta cierto punto) las enseñanzas de ese curso de Comunicación Oral en Oviedo, me lo aprendí sin llegar a los quince minutos de límite, y procuré mirar al escaso, pero merecedor de respeto, público.




 Y, además del doble certificado, de comunicación y asistencia (pese a que solo fui a mi propio panel), nos dieron un bolso con un montón de chuminadas de esas que me encantan: cuaderno, chapita, etc. ¡Por no hablar del catering! Vamos, que me cundió el regreso a la facultad, a esa facultad con goteras pero cuya aula magna, desaprovechada en su grandeza respecto al número de presentes, ahora ha ganado lustre con las estatuas primas hermanas del Hulk de Santo Domingo. Lo único malo es que no pudiera venir mi antigua directora Natalia por enfermedad, pero, cuando finalmente coincidamos, eso provocará un gran avance en el tema de los artículos. De todos modos, quizá ni siquiera sea necesario que me acepten un artículo, porque la ponencia de este congreso podrá convertirse en un acta publicada en libro (a menos que la escriba de forma pésima). Con ello, a priori, ya estaría el cupo completado y entraríamos en la recta final. Por unas rutas u otras, estoy convencido de llegar hasta allí.