domingo, diciembre 22, 2019

El año de la suerte.

Pues no me ha tocado nada en la lotería, ni siquiera el reintegro (tampoco he perdido dinero, porque el décimo fue una cortesía de la administración familiar), pero lo sorprendente es que haya jugado, cuando nunca lo hago. ¿Será que quería subirme a la ola de buena suerte que ha traído este año? De hecho, mi número era 23719, el de la fecha de defensa de la tesis, pero ni por esas. Por desgracia, tampoco les he dado buena suerte a los colegas a quienes les elegí el décimo (salvo un reintegro); me halaga que me confiaran esa misión, si bien supongo que las dosis de fortuna ya andaban escasas para estos momentos del año. 
Y es que no hay que fiarlo todo al azar. Por ejemplo, yo este mes lo concluyo ganando, en cuanto a profesor particular, un cincuenta por ciento más de dinero que el anterior. No es demasiado, todavía, pero en poco tiempo he tenido seis alumnos de diferentes edades, con alguna previsible rajada para el año que viene, que no me afectará demasiado. Funciona, pero no puedo estar del todo satisfecho, en ningún caso. Esta década que termina ha sido la década de mis logros académicos, y no me esforcé en sacar estos para dedicarme a algo que pudiera haber hecho (y, en verdad, hice) como un mero estudiante de la carrera. Aquí estoy, contento con el mi ático, con la familia y amigues (que el término no le guste a la RAE no quiere decir que no pueda usarlo), pero para este viaje no hacían falta esas alforjas. Por ello, mi primer objetivo del año próximo será buscar un empleo acorde a mi formación, al margen de que tenga que desplazarme, y a sabiendas de que quizá no lo consiga en el mismo año veinte veinte. No es pecar de ambición, sino justificar todo lo que me ha traído hasta aquí. 
¡Esa sí que sería una buena lotería, encontrar un buen postdoc, o aunque sea un humilde puesto de profesor asociado (que tendría que compatibilizar con más clases o puestos menos cualificados)! Ya hasta la persona más insospechada me dice que qué hago dando clases a niños con un doctorado. ¡Manda huevos! No me iré a la aventura, de eso ya tuve en Furulund con el bueno del casero sueco, que espero haya sobrevivido a todos sus excesos. Si me voy, me voy con curro; de lo contrario, se está mejor aquí, con un nivel de vida barato y tapas que todavía se empeñan en señalar como gratis, para la gente de fuera. Pues nada, ese es mi deseo para Papá Noel. ¡Felices fiestas! 

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