martes, noviembre 22, 2011

La vida sigue igual (por ahora).

El pasado fin de semana asistimos a dos éxitos sobrenaturales e incomprensibles para mí. Por un lado, el de la enésima entrega de esa saga mormona de vampiros, a años luz de la JRR Tolkien que felizmente volverá al cine pronto; por el otro, el de los espectros del 20-N (casualidad o no), que amenazan con desenterrar ideas ya olvidadas. 
¡Ninguna sorpresa en ambos casos! Como la de mayo, esta victoria electoral ha tenido mucho de inercia. Inercia de quienes votaron, inercia de quienes no lo hicieron bien por principios bien por dejadez. El cambio por el cambio lo ha ofuscado todo. Estoy seguro de que algunos votantes no tenían ni idea de a qué candidatos elegían, y en cambio sí sabían bien que no van a hacer nada por esta ciudad, y sin embargo les votaron. El resto, una ley electoral injusta (se puede decir hasta la saciedad) y una avalancha que solo se paró en las tierras norteñas de los galos, digo los vascos, cuyos votos son tan respetables como los de la tierra no reconquistada. 
Por lo que a mí respecta, digo que no me identifico en absoluto con mi barrio; eso sí, no todos somos iguales (yo no lo soy, tampoco personas que conozco). La primera vez que bajé a votar había cola, entre la que destacaba un colorido fantoche, todavía joven, con su traje, patillas y corbata patriótica, que iba con su pequeña familia a votar, supongo que por el bien de la misma. Ante lo cual, subí a casa y esperé a que se vaciara la sala. Por fin pude votar después, ante la aburrida mirada de una cacatúa, miembra de la mesa, que no quiso saludarme. Conste que no quería recurrir a términos injuriosos, pero en algunas circunstancias me es imposible. 
Mi voto no influyó el bipartidismo que se vive aquí, cada vez más escorado hacia la derecha. Sea como fuere, antes de opinar habrá que esperar a ver qué hacen los futuros gobernantes. Yo, respecto a mi modo de ser y creencias, no suelo pedir comprensión aunque sí respeto; del mismo modo, no comprenderé lo que ha sucedido pero estoy dispuesto a respetar, claro está, siempre que me respeten y respeten los derechos que me afectan tanto directa como indirectamente. 

2 comentarios:

Hopewell dijo...

Respetables sí, pero manda cojones que sus votos valgan más.

Luis dijo...

Ciertamente. Por eso ni se plantearán cambiar la ley electoral, desde luego...