viernes, noviembre 04, 2011

Del ABC al arroz.

Voy a dejar un rato el libro de Alejo Carpentier... Leerlo, condición obligatoria, es como ver crecer la hierba, y eso que es una novela de aventuras, a su modo. Eso sí, ahora dispongo de más tiempo de lectura en horas libres y huecos después de comer. Ello se debe a que han quitado la prensa gratuita de la facultad. Parece ser así, y no creo que regrese. Cierto es que la oferta era limitada: en ocasiones El Mundo, y siempre el ABC. Resultaban útiles para esos momentos en los que no había demasiado ambiente de conversación en clase, para las dilatadas esperas en alguna asignatura, por algunas noticias jugosas sobre cine y cultura, y también porque algunas exageraciones apocalípticas resultaban bastante divertidas. ¡Ahora ya no podremos seguir por esta vía la campaña electoral! El apocalipsis llegará después de la misma, pero no pasa nada, yo ya medito planes de trabajo en el extranjero.
Una pena. La crisis también les habrá hecho mella, imagino. Y yo que pensaba que ya no se regalaba nada y esta mañana, poco transitada ya la facultad, empiezo a ver a alumnos con bolsitas de papel de la marca Brillante. Calmadamente, sin el ímpetu de esos paisanos que son capaces de apretujarse por un kilo de pepinos, me acerqué a un improvisado stand a la entrada, con un par de, digamos, azafatas que me obsequiaron con otro par de boles de arroz para microondas. No es que me descubrieran América, porque llevo ya un par de cursos utilizando esos envases, bastante cómodos, sin renunciar al arroz de cazuela como el que acabo de tomar. Pero, en fin, me dieron en el gusto, no siempre te regalan algo que eres capaz de aprovechar. Lo que me sorprendió fue esta promoción alimentaria en pleno hall de Filosofía y Letras. Algo insólito. ¿Trasladarán algún día las fiestas de Erasmus, con sus sombreros mejicanos y sus pelucas de colores? En una facultad tan polivalente como la nuestra, todo puede suceder. 

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