sábado, noviembre 19, 2011

Poca reflexión, mucha pereza.


El viernes pasado logré el objetivo de presentar a mi escritor (confesando que, si solo había leído un prólogo de él, procuraría reparar esa falta en el futuro). De propina, por esos cinco minutos fui obsequiado a cenar en el palacio Jabalquinto, la cena más lujosa de Filología hasta la fecha. La jornada se alargó, aunque podría haberse alargado bastante más, algo muy distinto de lo que me ocurrió ayer, que me estuve durmiendo casi toda la tarde; no se qué le pasa a mi cuerpo, cuando llega el fin de semana parece tener un chip para desconectar y apenas reaccionar ya hasta el sábado. 
Así pues, hoy habrá que trabajar aunque estoy en un proceso de depresión preventiva por el resultado (al menos el predecible) de las elecciones de mañana. Iré a votar, aunque por el camino tenga que encontrarme con montones de personas que voten en sentido contrario al mío. Qué le vamos a hacer, habrá que ser respetuoso, aunque cueste. Lamentablemente mi falta de tiempo me impide comentar las mentiras acerca de eso que se ha llamado matrimonio homosesuá, o algo así, o hacer un breve análisis de cómo ha sido mi existencia bajo la era ZP, que comenzó allá cuando estaba terminando mis estudios cinematográficos en Ponferrada, y continuó cuando ya había comenzado aquí Filología, tan solo matriculado de cuatro asignaturas. Yo ya tengo claro el sentido de mi voto, y no favorecerá el bipartidismo, y tampoco será eso llamado voto útil. Entre pequeños partidos de izquierda, algunos ya consolidados y otros nuevos, optaré supongo por lo mismo que en las de mayo. Yo no os animaré a que votéis por ningún partido concreto, pero sí a que votéis, por lo que sea y, si no, al menos a que votéis nulo (no en blanco). De lo contrario, podrá pasar el absurdo de que alguien como el alcalde de aquí diga que ha triunfado cuando se ha llevado el treinta y cinco por ciento de los votos. ¡Pues oiga, yo si en un examen saco 3,5 suspendo! 
Pues feliz reflexión, felices elecciones y, en el peor de los casos, con carreras como la mía siempre cabe exiliarse, je, je. 

1 comentario:

Hopewell dijo...

A mi no me importa que los homosexuales se laven los dientes, pero que no le llamen "lavarse los dientes".


:)
Es el mismo sentido, ¿no?
En fin...