lunes, septiembre 24, 2012

El no-comienzo

Ayer tuve la suerte de trasnochar sin problema; podría haber tenido más fortuna, eso sí, si alguna persona se hubiese comportado de manera más edificante pero, en fin, quizá en el extranjero encuentre mentalidades dispuestas a actuar de modo más consecuente. Cuarto Milenio, programa habitualmente vetado durante el curso, comenzó a una hora inusualmente temprana, medianoche, así que pude disfrutar como un enano viendo el debate sobre apariciones marianas a cargo de Sánchez Dragó, Santiago Vázquez, Enrique de Vicente y un cuarto tipo que, al no ser tan freak, tenía poca voz y voto en el asunto. 
Hoy comenzó el curso, y no tuve que madrugar para ver a la buena de Janick. Un curso que se prevé movido, con huelgas que no me afectarán, como tampoco lo harán las subidas de tasas (bastante me han clavado ya por pedir el título) y, en fin, albergo un sentimiento que combina cierta nostalgia con el alivio de la liberación. Me gustaría volver a la vida universitaria, ya lo creo, pero desde otro ámbito y, en principio, en otra universidad. Apuntar a obtener un empleo en una entidad así es comenzar desde un peldaño bastante alto, no obstante eso pretendo para cuando vaya a Suecia, desde luego que en la vía del profesor ayudante o asistente conversacional, como mucho. Si no, ya lo dijo el amigo Gonzalo, siempre se puede hacer coronas de abeto para Navidad. En Madrid no me arredré por enfrentarme a cosas peores. 
Comienza una aventura, no necesariamente placentera, la de buscar trabajo, que en este país ya ha pasado de aventura a odisea. Confío, como otros tantos exiliados, en que fuera será más sencillo. Yo no me engaño. Yo no caeré en el error de aquellos que, atraídos por algún idílico programa de televisión, se fueron a la vecina Noruega no muy preparados y acabaron durmiendo en un banco durante el invierno. Para eso he estado ahorrando durante estos cursos, para eso llevo un buen expediente y para eso he escogido un lugar en el que reside una parte de familia que no permitirá que me muera de hambre o de frío. Mejor frío que calor, eso sí. 
Así pues, mi ruta en internet se compondrá de un batiburrillo desesperante de webs en inglés, sueco y, con suerte, spanska. Poco tiempo me quedará para el blog, aunque ya me gustaría en el futuro poder colgar alguna foto desde un hostel de Estocolmo, Lund o alguna otra ciudad universitaria o al menos donde sea capaz de ganarme los garbanzos, tal vez cabría decir los arenques tratándose de ese país. En todo caso, por obvio que suene decirlo, siempre hay vuelta atrás. Y no, no estoy tan hasta las pelotas de vivir aquí como para que no vaya a echar de menos ciertos aspectos de León, como esa facultad que fue una segunda casa y que hoy se habrá llenado de agitación, la agitación que pervive incluso en los estudios más minoritarios. 

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