domingo, enero 30, 2011

Acabóse la cuesta.

El otro día os recomendaba un libro, hoy me dispongo a no recomendaros uno. No es que sea malo, pero es engañoso. Se llama El golem, de Gustav Meyrink (o algo así), yo pensaba que sería una novela con monstruo y resulta que el monstruo solo está en el título, al final todo es como una gran intoxicación opiácea que hubiera tenido su autor. Y yo que esperaba encontrar un golem como el de mi añorado juego Heroes of Might and Magic, repartiendo hostias a diestro y siniestro... ¡Cómo echo de menos ese juego! Con ganas mandaría al carajo todo el estudio con tal de liderar un batallón de golems hacia el asedio.
La última (o penúltima) estupidez de mi profesora ha sido que, además de enviar el trabajo por correo, como ya he hecho, tenemos que llevárselo a la facultad, un trabajo de ocho páginas... Como si la facultad la tuviera al lado... Y no es que me pese el culo, pero tampoco me gusta que me hagan perder el tiempo. En fin. ¡No miremos todo desde el lado negativo! Se termina el mes, un mes que comencé enfermo y que confío en que no acabe igual. La meta de la cuesta de enero se acerca, y yo he pasado por encima de todo: jornadas maratonianas, empleos exprés, incompetencias e informalidades... Hasta me he moderado en las rebajas.
Incluso he conseguido dar un poco de vidilla a este blog, una decena de entradas, algunas mejores que otras pero que en cierto modo también me relajan, puedo dar rienda suelta a mi vena creativa sin que el estudio se vea perjudicado por ello. No se si lo he dicho ya, pero todo cambiará en el segundo cuatrimestre. O al menos ahí reside mi esperanza.

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