martes, agosto 29, 2017

Último post de Oviedo sin Oviedo.


Visita muy fugaz esta semana para cerrar, metafóricamente, el piso y concluir mi estancia, que no para despedirme de la ciudad como bien señalé. De hecho, es posible que el sábado regrese a Gijón para participar en un proyecto artístico que no es propio pero que, en todo caso, me puede ayudar también para avanzar en aquellos que sí lo son. Hubiera debido escribir esta entrada postrera allí pero, en fin, el portátil pequeño y azulón que utilizo para escribir voy a dejarlo aquí y solo me resta traerme el otro, el que tiene las teclas (y las neuronas pudiera decirse) descolocadas. 
Hace un año desde la primera y simbólica ascensión al Naranco. Concluye pues el que ha sido, sin duda, el mejor curso en Oviedo. No el mejor posible, pero sí el mejor de los tres, de eso no me cabe duda. Si el doctorado ha sido construido sobre una serie de mentiras ya de entrada, al menos no mentí cuando dije que iba a quedarme tres cursos en el piso, los tres cursos que establece el programa para la tesis. Si la prórroga existe es por mi propia responsabilidad, y mi estancia allí ya no se sostiene. León, mi talismán para concluir la carrera y el máster, quizá también lo sea para poner un fin a esta historia. Como la mayoría de cosas que merecen la pena, eso no será fácil y debo ponerme a ello ya desde la próxima semana. Solo me falta desnudar las paredes, agarrar al Pikachu, la careta de payaso siniestro y las orejas de gato heredadas (curiosos símbolos de madurez para un doctorando) y seguir haciendo hueco en esta habitación para que me sirva una vez más de santuario y celda de trabajo. La motivación existe y, si no, se seguirá creando incluso a través del absurdo. No me canso de repasar el cómic Maldita tesis, adquirido en maldita la ocasión, una historia que tiene la virtud de desmoralizar a la vez que hacer llorar a carcajadas. Pero no, yo no entregaré 700 páginas a mi directora con una necesidad de aprobación rayana en el suicidio. Por suerte, mi estructura y mi confianza en mí mismo resultan más sólidas. Haré el mejor de los trabajos posibles, a sabiendas de que esto no es lo mío. Lo mío es la escritura libre, tan libre como la que ejerzo aquí, y eso no va a cambiar en ningún caso.

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