jueves, diciembre 30, 2010

Dos mil uans.


Llega ese momento tan enojoso, el de plantearse deseos para el nuevo año. Un deseo obvio es el seguir con estos blogs (con mayor o menor número de entradas, eso dependerá). Si hablamos de deseos como quien habla de pilares básicos, por así decirlo, tengo dos claros. El primero, y recurrente, es el de la carrera, y el segundo tiene que ver con ella pues, a medida que la termino, quiero iniciar un proceso de cierta independencia, puedo aprovechar que en León eso es más asumible que en Madrid. Son deseos realistas, lo cual no quiere decir que sean fáciles. Faltaría un tercer deseo, no tan claro, que no expondré porque necesitaría muchas líneas para que no resultara ridículo. Me lo guardo en la recámara...
¡Queda justo un día para el nuevo año! Deseo, valga la redundancia, que vuestros deseos se cumplan (si vais a dejar de fumar, os van a ayudar un poquito). Yo no tengo mucho más que decir por ahora, no voy a caer en el absurdo de querer condensar ahora todo el transcurso del año. Dejemos la retaguardia y miremos hacia adelante. Y, como para casi todo en esta vida, se puede recurrir a Hitchcock en este caso cantando: Qué será, será...

FELIZ AÑO DOS MIL UANS. QUE EL GOBERNADOR DE LIBIA NOS AMPARE.
Y, SOBRE TODO (COMO PUEDE DEDUCIRSE DE LA FOTO DE ARRIBA), CHAMPAGNE FOR EVERYONE.

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