domingo, enero 08, 2012

Cuestión de gustos.

Al contemplar esta fecha, esta víspera, me pregunto si seré capaz de mantener un ritmo aceptable para el blog en este mes. Bueno, se intentará y, si no... Todavía no me pagan por esto, ¿verdad? Escribiré, sí, escribiré, pero aquí no tanto. Por suerte, los temas siempre abundan, basta rascar un poco para encontrar noticias no capitales, pero muy interesantes para mí. Hace poco se supo que JRR Tolkien estuvo nominado (por usar términos comunes) al premio Nobel hace cincuenta años, a propuesta de su amigo y también creador de mundos CS Lewis. Los académicos suecos se hicieron los ídem y le denostaron diciendo que su prosa era de segunda categoría. Y no penséis que fue solo él. Otros autores, de menos ventas y mayor consideración general por parte de la crítica, también fueron rechazados; el premio al final recayó en un yugoslavo que por el momento no ha pasado a la Historia, si acaso a la de su país. 
Bueno, a mí nada de esto me extraña. Lo de los premios... Y el Nobel no es una excepción. Ya no hablaré del Nobel de la Paz, pero en Literatura ha habido decisiones irritantes. No lo merecía Tolkien pero lo mereció Echegaray que, a juzgar por lo que aprendí de él en el curso pasado, tampoco es que fuera un dramaturgo de primerísima categoría. No lo tiene Carlos Fuentes, cuya novela La muerte de Artemio Cruz ha sido mi pesadilla recurrente en estas fiestas, aunque reconozco su calidad. Sí se lo dieron, al final, a Vargas Llosa pero, personalmente, prefiero El señor de los anillos a Lituma en los Andes o La ciudad y los perros. Al margen de que su prosa no es descuidada, la enorme inventiva de un imaginario personal y la asimilación de diversas mitologías para elaborar una epopeya moderna merecen reconocimiento. De segunda, si acaso, serán algunos productos surgidos por la degeneración de su modelo, como ese Eragon que en cine tuvo una adaptación verdaderamente lamentable. 
Allá cada cual con sus gustos. En este país, si pensaba que el pasado 20 de noviembre el mal gusto ya se había agotado, todavía he tenido que aguantar varias veces esa canción que traducida sería  como Ay si te cojo. Pues vaya letra, pardiez, le digo eso a alguien e igual se piensa que planeo una violación. Y lo curioso es que la canta un brasileño que parece sueco aunque, eso sí, a juzgar por la profundidad de sus letras, no parece que vaya a llegar a académico. En fin. Veremos qué depara este fugaz regreso a las aulas. 

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