viernes, junio 08, 2012

El imperio de los sinsexo.





Abandono mi retiro para colgar (si es que soy capaz de hacerlo) un enlace a un documental que me ha dejado, por una parte, estupefacto y, por otra, divertido. Ojalá muchas comedias actuales pudieran tener tanto humor, aunque no deja de ser un humor que guarda bastante amargura detrás. Gracias a mi amiga Clara por la recomendación. 
El imperio de los sinsexo habla de cómo en Japón no es que no haya sexo, sino que se ha reconvertido por vías que, desde luego, poco tienen que ver con la vida en pareja. El género masculino no queda muy bien parado en esta experiencia, merced a tres hombres, a cual más tronado, cada uno en su terreno eso sí. Sorprende la sinceridad con la que hablan a cámara, algo que también sucede con las mujeres. 
El peculiar antihéroe de esta historia es un tal Fumiyo, si no recuerdo mal, que, pese a tener novia (algo a lo que aspira infructuosamente otro protagonista), se mueve impulsado por la vagancia y el egoísmo para saciar sus apetitos. Es decir, eyacular sin esfuerzo y no preocuparse lo más mínimo por si su pareja tiene o no tiene placer. Por lo visto, en Japón las cabinas de los sex-shop no son cabinas, sino recintos con un sillón donde uno podría dormir y una enorme pantalla con la que deleitarse y usar el producto estrella: una vagina artificial cuyo spot constituye uno de los hitos más esperpénticos del documental. Vaya, ni que estuviera anunciado detergente el señor. 
El guapo del grupo, que llega al final, también opta por la soledad, y va asimismo a habitáculos privados a dedicarse a su vicio solitario, que en su caso es... cantar en el karaoke. Cuando llega el otro japonés, que intentó curarse su complejo con un Lamborgini que no le sirvió para ligar, y que va a cafeterías en las que hay gatos sueltos para personas con falta de cariño, entonces compruebas que lo de Lost in translation se quedaba corto. Feministas absténgase de ver a un entusiasta comercial de muñecas de placer que aconseja abandonar las mujeres de verdad, porque las sucedáneas no se quejan, no hablan y permiten ser dobladas en posturas muy poco zen. No obstante, también habla alguna feminista, regente de una tienda erótica solo para mujeres insatisfechas, que de esas hay varias en el documental, y también allí hay sustitutos para el cunnilingus. Dice esta chica que los hombres de hoy son cómodos, que no se esfuerzan en seducir a las mujeres. Bueno, por lo que a mí respecta, en este curso, ya extinguido salvo los exámenes, he dedicado tiempo, esfuerzo y dinero a ese fin. De momento, sin grandes resultados, y si en los cuatro años anteriores no me he esforzado en demasía es porque ha sido esta carrera la que en verdad ha tenido que ser cortejada con todas mis fuerzas. Ya veremos qué depara el verano. 
Pues algún antiguo alumno de Filología Hispánica ha estado en Japón trabajando, yo ahora mismo me lo pensaría... Ja, ja. De todos modos, el documental no es completo. Vale que en cincuenta minutos no da para mucho pero, ¿no se podría haber reflejado algún comportamiento por parte de personas LGTB? ¿O el tabú era muy grande? 
En fin. Yo de momento voy a ver si me dan beca para hacer el máster del curso que viene. Que aquí en España puede que no tengamos crisis sexual, pero la económica va camino de lanzarnos a todos fuera del país... 



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