jueves, junio 21, 2012

San Luis.

Hoy es San Luis Gonzaga y, aunque yo no he llegado a la canonización, hoy sí he alcanzado cierta beatitud, pese a dejar una, pura estrategia, para septiembre. En el primer año de carrera leí una serie de tratados de filosofía zen que me hicieron inmune a los embates que haya podido tener a posteriori, los cuales tampoco han sido tantos. También aprendí que los juicios previos hay que tomarlos con mucha cautela. Esta mañana fui a ver al profesor No pone más de siete y, más allá que superar esa marca, lo que más me alegró fue que me sonriera, me deseara feliz verano y, ¡al fin!, se despidiera de mí, tras tantos días sin hacerlo. Me daban ganas de ir gritando por el pasillo: ¡Es humano! Si alguien tan poco dado a la efusión sentimental y que me ha perdonado inventarme palabras, como tantas que me invento en este blog, me desea feliz verano, cabe pensar que el verano vaya a tener al menos una cierta dosis de felicidad. 
Pues sí, ¿por qué no? Es más, hoy comenzó el verano, y hoy ya he sido feliz. Tras saber esa nota, me encontré con una persona que, aunque me provoca sentimientos encontrados, tiene una imagen, un aura, cuya visión casi siempre me provoca felicidad. Quizá ella forme parte de esta estación, tenida generalmente por frívola, por proclive a amores pasajeros, si bien llegar a la categoría de amores ya es aventurar bastante. 
Yo comienzo hoy las vacaciones. Respecto al examen de mañana, lo traslado porque, al ser el colofón de la carrera, me gustaría que estuviese al nivel de la misma, no como mero trámite que hacer con desgana. Además, no es desagradable pasarse una parte del verano viendo fotografías de todos los tiempos y leyendo algún cómic, todo lo contrario. Ahora vamos a terminar con junio, parece que todavía le quedan cosas por decir... 

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