jueves, septiembre 26, 2013

Marranadas.


He convertido el Matadero de Madrid en una especie de cuartel general, dado que, hasta el momento, me resulta el sitio más cool de Legazpi (¿tal vez el único?), y además me permite usar el wifi de forma gratuita. Allí hay un cine y dos teatros, además de sus respectivas cafeterías o cantinas, y en una de las salas tenían en cartel una obra llamada Marranadas, basada en una novela que no he leído. Por lo visto, la protagoniza una figura porcina, supongo que hembra por la melena platino que se le alborota en la foto de arriba de grotesco modo; en el póster aparece un actor con una máscara de gocho, lo que hacía que los niños la confundieran con Peppa Pig. Confieso que me desagradó la similitud con el argumento de la novela que colgué en este mismo blog. ¡Todo está inventado, colegas! Mi novela, de hecho, estaba ambientada en el barrio, aunque el nombre de este no apareciera, y la conexión es lógica entre Los cerdos y el Matadero, no solo en la mía sino, supongo, en el hecho de quienes han escogido esa obra teatral para representarla en ese recinto. 
Para marrano, el estado de mi calle en este verano. Me quedé estupefacto al leer que desde el Ayuntamiento pretendían bajar la tasa de basuras. ¿No sería preferible mejorar la limpieza? No solo es culpa de quienes gobiernan, claro, que también hay gente bastante guarra; muy bien si quieren beber en la calle, pero al menos que se hagan cargo de los desperdicios... A tal grado llegó el asunto, que vino una vecina del bloque para que firmara a favor de mantener la calle más limpia, alegando que habían aparecido hasta ratas. ¡Bueno, yo ratas no he visto, bastante tuve en su día con las cucarachas! 
Por lo demás, el viaje muy bien, he visto a quien no pude ver en verano, y también a quien ya había visto. He descubierto un bufé asiático como los que había en Suecia, pero en plan vago. Es un bufé giratorio: los platos, en pequeñas raciones, van apareciendo junto a tu mesa. Al constituir una suerte de pequeñas tapas, permite variar entre sabores sin quedar excesivamente repleto.Lo prefiero antes que las grasientas tapas del Tigre, esa abarrotada sidrería. Por cierto, ahora que mi intención es recibir clases de Inglés, no pude dejar de notar un cartel que indicaba Hay un nuevo Tigre abierto en la calle tal y tal, con su traducción al inglés (porque los jóvenes y gallardos extranjeros van hacia ese lugar como mosquitos a la luz), que era esta: There is a new Tiger open... En su afán de traducción, tradujeron hasta el nombre del bar, que es como si al Burger King le llamáramos El Rey de la Hamburguesa, por no hablar de cómo sonaría Pollo Frito de Kentucky
En fin. Podría relatar muchas más anécdotas del viaje, pero me encuentro en la víspera de que me entreguen el premio de fin de carrera, entrega simbólica pues se tratará de un diploma, pero la solemnidad del acto, con todos esos catedráticos y el rector vestidos de colorida manera, me provoca cierto nerviosismo de chaval en la noche de Reyes Magos. En todo caso, es un magnífico pistoletazo, si no cañonazo, de salida para el medio curso que viene, el último en León a menos que quiera echar raíces aquí, algo que no sucederá si yo puedo evitarlo. 

No hay comentarios: