martes, febrero 11, 2014

Winterfell.



El estoico gigante, que no en vano ya resucitó una vez, recibe la primera gran nevada del invierno en León. ¿La última? Quién sabe. Nada sorprendente, también nevó en febrero el año pasado. Yo pude contemplarlo desde un gran ventanal, y, por cierto, no llevaba más ropa que la que lleva el monstruo de piedra. El intermitente temporal, por lo visto, se llevó por delante el letrero del lugar que me acogía durante esa nevada mañanera, las letras que forman el nombre de ese poeta casi homónimo. Ese destrozo me resultó muy simbólico, y más que sucediera en este mismo mes. Daría para una serie de reflexiones de carácter más literario que las que suelo hacer aquí. 
El caso es que, un mes después, regreso a Madrid. Allí compré el primer volumen de Canción de hielo y fuego, que estoy a punto de concluir. Y vaya si el invierno ha aparecido, pero, claro, no de forma tan cruda como tendrían que soportarlo los Stark y compañía. Habrá quién piense que por qué regreso a ese piso, a pasar frío, pero nada que no solucionen un par de mantas, un forro polar que me sirva como bata, etc. Ojalá vea nevar en Madrid. Es un show, pero también un caos. No tengo clase hasta el día 27, así que me puedo permitir romper un poco la rutina. La semana que viene continuaré con los ya pocos trabajos del máster, en concreto uno de los más densos. No podré asistir a la obra de teatro que primero nos sugirió y luego casi nos obligó a ver nuestra siguiente profesora. Desconocedora, supongo, de los detalles, nos mandó asistir a una de las más caras del auditorio, en la que no cabía ningún tipo de descuento por carnet universitario. Tras dos mil quinientos del ala por la matrícula completa, pretender forzar a alumnos, algunos sin ningún ingreso, a vaciarse más la cartera resulta absurdo. 
Es posible que me vaya con una intriga en curso. Saber si paso, o no, la primera criba de las becas FPU. La fecha estimada es la segunda mitad de febrero, pero algunas personas ya han sido informadas, mientras que yo (tal vez por enviar la solicitud casi en el plazo límite) no. Puede que en el Matadero, o en algún lugar capitalino con wifi, me pueda llevar la sorpresa, positiva o negativa. Lástima de haberme titulado en esta época de vacas flacas, donde hasta las Erasmus se han rebautizado como Plus, al estilo de los asientos de autobús del Alsa... 

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