domingo, noviembre 09, 2014

Con M de Mudanza.



Yo también voy a hacer mi Movember particular, no para dejarme bigote, como sea que no me gusta raspar ni ser raspado (aunque a veces sea inevitable), sino en el sentido de que voy a moverme (move)-trasladarme a otra ciudad, mañana. No es un traslado trágico, desde luego. Todo lo contrario. Mientras no adquiera obligaciones mayores, podré venir a León cuantas veces tenga en gana. Hace dos años (6 de noviembre), me mudaba a Suecia, destino que desde luego no permitía tanta movilidad en ese sentido. El extranjero (que, por cierto, forma parte del doctorado para la estancia investigadora) no se descarta en absoluto, pero ahora lo que toca es esta cercana y vecina ciudad, con mucho encanto, cuyo trayecto desde el campus hasta el barrio céntrico ya me conozco casi de memoria. Os digo yo que una ciudad que tiene una estatua dedicada a un culo no puede ser una mala ciudad para vivir. 
De hecho, el primer viaje que hice al volver de Suecia fue a Oviedo, y parece ser que no por una mera casualidad. Como viaje no resultó inútil, pese a que sí lo fuera el examen del TOEFL y un par de peluches que compré junto a la catedral y a la Regenta, una vaca y un huevo Kinder con la leyenda Te quiero un huevo, que a saber dónde estarán tanto ellos como su persona destinataria. En todo caso, eso no importa ahora. Que la corrupción rampante no solo afecta a la economía, sino a los más sencillos modales es algo que descubrí ya hace tiempo. Y en Oviedo seguirá habiendo gente que me lo recuerde, ya lo creo que sí. No me desilusiona. Mis expectativas son altas porque la ciudad me gusta, el doctorado y las clases me gustan (aunque de estas solo queda un puñado), el piso me gusta y confío en que me guste vivir en él. Lo único que está fuera de duda, ahora mismo, es que no voy a compartirlo con un casero que termine en un psiquiátrico. Ya solo eso merece brindar con un culín de sidra. Caerán muchos culines en la ciudad del Culis Monumentalibus. A vuestra salud. 

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