domingo, abril 23, 2017

Libros liberados.



El fatum, esos idus de marzo ya aludidos, se materializaron en abril (el mes más cruel), sin lugar para la sorpresa. Ha habido consecuencias y las habrá, es algo que he podido comprobar este fin de semana que concluye hoy con el Día del Libro. Con eso de caer en domingo, algunos eventos se retrasan hasta mañana, como uno que tendrá lugar en mi facultad y en el que quizá libere algunos ejemplares de mi poemario. Total, para eso están los libros, para ser liberados y recorrer mundo. En esta efeméride de nuevo la balanza se descompensa y me paso un poco en cuanto a la adquisición pero, en fin, cuando encuentras tres buenas compras por tres euros es normal caer en la tentación. No se cuántos de los libros que tengo en este cuarto sobrevivirán a la mudanza. Bastantes, ya lo creo, sobre todo aquellos relacionados con el doctorado. Se puede hacer hueco para libros aunque sea debajo del colchón, como hacía Jeanette Winterson en un intento vano de salvaros de la pira incendiaria a la que iba a destinarlos su madre. 
Una lectura en francés para seguir aprendiendo y practicando, ese Paris Insolite que seguro que me retrotraerá a esa ciudad que espero volver a pisar en el futuro, por parte de un autor bohemio y vagabundo a un tiempo. Lo completé con buena variedad, las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma y las Vidas Paralelas de Plutarco. Desde luego que merecen más la pena esos clásicos intemporales que otras obras contemporáneas que de obra igual solo tienen el título. En un puesto para la defensa de los animales encontré un ejemplar, en cierto sentido, bastante bestia, que no engañaba al contener en su título algo así como Del bar a la cama. Era un manual de seducción de hombres hacia mujeres, ya se sabe que estas cosas van por modas literarias pero esta clase de supuesta literatura no debió tener mucho éxito porque cada poco me encuentro con libros así tirados de precio y escritos (obviamente) por hombres que presumen de haber dado placer a cientos o miles de mujeres, etc. A mí me pareció más bien un catálogo de lugares comunes pero, en fin, quien encuentre consuelo en esta pseudociencia de barra de bar pues tampoco perderá mucho tiempo en repasar sus textos breves y sus dibujos de posturas sexuales, perritos cachondos y demás. Yo prefiero unos verdaderos manuales de sexualidad femenina como los de Serrano Vicéns o el Más allá de los labios de Leonelli, bastante más útiles de leer que esas filosofías de gañanes. 
¿Cómo era eso de que no hay libro tan malo que no contenga algo bueno? En el caso anterior, seguro que me hubiera echado las risas con él pero ya había comprado demasiado. Mañana se presenta un día interesante pero no echemos campanas al vuelo. Lo mismo pensé del jueves y al final me metí una hostia literal, cayendo al suelo y con el brazo lesionado para todo el fin de semana, suerte que pueda estar escribiendo esta entrada. ¡Feliz Día del Libro! 

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