domingo, abril 30, 2017

Bookcrossing.


Ya señalé que el domingo, al ser día no lectivo, provocó que los actos del Día del Libro se trasladaran hasta el lunes en mi facultad. Actos humildes pero con buena intención y significado. Primero hubo un bookcrossing organizado por el Ayuntamiento, liberaron varios ejemplares por todo el campus del Milán y yo me quedé con un best-seller fantástico, sobre hombres lobo, al que no auguro excesiva calidad literaria pero que me servirá para seguir practicando inglés hasta que lo lea y lo libere de nuevo. En la puerta del aulario, una asociación de alumnas y alumnos (yo solo vi alumnas atendiendo) montó una mesa con libros para intercambiar por otros o por un donativo, además de ofrecer tapas veganas y bebidas. Yo les ofrecí un par de ejemplares de mi poemario a cambio de una obra de un monje zen al que hasta entonces no había leído pero tenía ganas. Aceptaron de buen grado, desconozco si alguien se interesaría a posteriori por mi humilde obrita. Más tarde hubo una timba poética pero a eso ya no me quedé. Una cosa es que siga teniendo inspiración para escribir poesía, y de hecho ya he indicado en el otro blog cómo he comenzado otro poemario, pero eso no significa que me vea con el ánimo de recitar en público. Al menos por ahora.



Después de dejar el puesto (donde luego me llevé un poco de tortilla vegana a cambio de un donativo), liberé, tal y como tenía previsto, yo mismo tres ejemplares en diversos puntos del campus. El más simbólico, ya lo creo, fue esa especie de jardín zen que hay en el mismo. Alguien se lo llevó, confío no fuera quien se encargara de la limpieza. Abandoné otro en el aulario y uno más en el pasillo del departamento de Filología Inglesa y Germana, por eso de que ha sido uno de los enclaves de más peso a lo largo de mi estancia. De allí, como sea que no es un lugar tan transitado, no se lo llevó nadie. Ahí quedó, de todas maneras. Por la tarde, se lo regalé dedicado a una de las personas a las que he conocido durante este curso, al igual que ya había hecho con mi compañera del tándem. En consonancia con la filosofía del libro que obtuve del maestro zen, puedo decir que, aunque no todo haya salido como yo esperaba, he sido afortunado al conocer a gente de bastante interés este año. No descartemos seguir haciéndolo, incluso cuando ya no viva allí. A mí mismo me dije que el curso tercero tendría que ser el mejor de todos. Así ha sido, hasta la fecha, y el curso está a punto de concluir. Eso no quiere decir que yo haya visto aún lo mejor de Oviedo. Todavía es pronto para saberlo...

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