sábado, noviembre 11, 2017

Regreso y performance.


 Tercera visita a Asturias desde el fin de mi estancia, segunda a Oviedo, si bien en realidad el verdadero motivo del viaje residía en el Centro Niemeyer de Avilés. Allí, desde primeros de octubre, había tenido lugar una exposición sobre la artista irlandesa Amanda Coogan, comisariada por mi directora de tesis, Luz Mar González Arias. No se por qué se habla de comisaria o comisario al referirse a la persona que organiza estos eventos pero, en fin, habrá que usar el término con propiedad. A Coogan ya la había visto en un congreso en Oviedo el año pasado, en el cual yo participé (a la espera de un próximo simposio con muy buena pinta, a cargo también de Luz Mar). Y, dentro de una muy previsible serie de hechos, trasladarme a León ha sido lo mejor que podía hacer, desde mi punto de vista, pero también me ha hurtado la posibilidad de asistir a varias actividades de gran interés por tierras asturianas. En el caso de esta exposición, se vio acompañada de performances, conferencias y proyecciones. No podía permitirme ir a todo, le dije a Luz Mar que asistiría a la clausura y allí estuve. Nueva visita a ese centro que, según la foto de arriba, a veces me recuerda a un huevo duro, a un corazón, a una vagina (con su maja desnuda)...



 Llegué el domingo pasado a las dos y media. Había reservado una sola noche en un hotel bastante económico y con buena relación calidad-precio, si bien, después de quedar in extremis con una amiga doctoranda allí, es bastante posible que la próxima vez ella me aloje generosamente en su casa. El caso es que, tras dejar mis cosas y tomar algo en la Tapina Sixtina, bar habitual de mis devaneos allí, fui hasta Avilés y adquirí la entrada para la Cúpula del centro.


No voy a colgar todas las fotos que tomé, no es este el espacio y ya lo hice en Instagram, por ejemplo. Coogan es una artista célebre por sus performances duracionales y, en concreto, la de ese día se había desarrollado por la mañana y, por la tarde, desde las cuatro hasta las siete. Qué duda cabe de que, aparte de un físico portentoso para llevar a cabo estas representaciones, debe seguir un entrenamiento acorde con la tarea. Había una significativa muestra de objetos, proyecciones y otros materiales relacionados con la carrera de Coogan, aparte, claro está, del evento central con su propia actuación, llamada Spit, spit, scrub, scrub



 Dentro de una escenografía que se ajustaba perfectamente a la estética de su performance, otorgándole una atmósfera todavía más hipnótica y sugerente, la artista permanecía en el centro, con ese vestido y fondo azul, realizando movimientos pausados mientras buena parte del público, incluyéndome a mí mismo, se apoltronaba en el suelo para asistir a tan magnética danza. Allí me encontré a Iván, un compañero doctorando que también es dirigido por Luz Mar y cuya tesis comparte ciertas temáticas con la mía. Él está fascinado con Coogan, no es para menos. En un acto de estas características, por otra parte, ya desde el principio te dan una pulsera para que puedas entrar y salir cuando te apetezca, cosa que yo hice para tomar un té y luego regresar para el final de su actuación, así como la clausura del evento. Ya había saludado y charlado un rato con Luz Mar por entonces.



 Tras sus discursos finales, además, Luz Mar y Amanda nos obsquiaron con un vino y piscolabis adjunto que me sirvió para no tener que tomar muchas tapas de cena en mi regreso a Oviedo. Dado que no pude quedar esta vez con mi amigo Juanjo, la merendola me resultó bastante conveniente. Y, tal y como me había indicado, Luz Mar me presentó a la artista antes de que me despidiera. ¡Tan simpática como atractiva, realmente se redoblaron mis ganas de visitar Irlanda tras esa jornada! Pero, de momento, me conformé con pillar el Dublinenses de James Joyce al día siguiente. En todo caso, hay un proyecto más cercano y relevante ahora mismo, que sería rescatar esa galería de arte virtual cuya idea surgió en Santander el pasado año, y de la cual ya teníamos hasta registrado el dominio web... Amanda Coogan se disculpó por haber secuestrado a mi directora pero, a la vista del resultado, lo doy por bueno. La conclusión de la tesis no solo depende de mí o de cuándo me corrija ella los capítulos, sino de otros factores sobre los que tengo poco control, como el tiempo de espera antes de la evaluación de mis artículos, la aparición de congresos en mi línea temática y que, lógicamente, me admitan... Ante la posibilidad de que el doctorado se alargue más, todavía, surgen proyectos paralelos, algunos más obvios y otros no tanto. Y, este de la galería, desde luego que bastante complementario a la tesis, siguiendo en cierto modo unas mismas pautas temáticas.



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