domingo, febrero 18, 2018

¿Año de bienes?



 El segundo mes del año está transcurriendo tal vez sin esos hitos de perfección que alumbraron algunos días de enero, pero, en todo caso, de forma bastante positiva e incluyendo alguna jornada nevada con la que he querido seguir aumentando el reportaje fotográfico del León blanco. Además, si el año de nieves puede ser un año de bienes, ¿qué mejor bien que el haberme enterado esta semana de que estoy esperando un nuevo sobrino o sobrina? Relativa sorpresa, claro. La primera vez que te dan una noticia así resulta un acontecimiento, pero luego te acostumbras a todo, supongo. El verdadero shock sería que yo fuese protagonista de un hecho así; sobre todo, sin haberlo previsto. Creo que todavía es pronto para ello, si bien no faltaron oportunidades pasadas.




 Estoy leyendo ahora Elogio de la lentitud, obra muy necesaria en los tiempos que corren. A mí no me gusta la prisa, pero reconozco que, cuando estás sujeto a proyectos con fechas más o menos definidas de cierre, el desasosiego se hace más evidente, sobre todo cuando el hecho de acelerarlo más o menos no depende solo de ti. No es una idea nueva, ya la he expresado en más ocasiones respecto al doctorado. Pero, claro, pesa más cuando este ya va acercándose al final. La tutoría de comienzos de febrero ha ido retrasándose durante todo el mes, quizá a finales de la semana que viene ya vaya a Oviedo un día o dos, para intentar avanzar en esos frentes, ver a gente a la que no veo tanto como me gustaría y comprobar los efectos del invierno por las montañas tantas veces observadas, también por el Naranco. Casi tres años estuve esperando a que nevara por allí, y justo lo hace cuando ya no vivo en la ciudad. Me temo que, en materia de timing, Oviedo y yo no nos hemos coordinado demasiado bien, no es de extrañar que tuviese que abandonarla. Pero siempre vuelvo allí con gusto.




 Y sí, hablando de lentitud, digo que la tesis avanza lenta pero inexorablemente hacia las 300 páginas previstas. Trescientas tontas, es cierto, al final será un puñadito más. Pero, por un quítame allá uno o dos artículos, no se todavía si podré defender ese pequeño tocho. Suerte que siempre está el año de gracia. En el lenguaje doctorando, tres equivale a cinco. Sea como fuere, esperemos que en verdad sea un año de bienes. Y, si no, pues viva la anarquía, como pone aquí abajo.



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