miércoles, agosto 15, 2018

Ecuador!

Por ecuador no me refiero a las noches ecuatorianas que sufrimos, aunque no tanto como en otros lares, hace poco. Eso ya pasó, felizmente, me gustaría pensar que ya para lo que resta de verano. A donde hemos arribado es al ecuador del mes. Y, en cierto modo, al final anticipado de la estación. Desde una perspectiva psicológica, al menos para mí. 
La semana pasada, si bien avancé en la corrección del artículo y considero que ya no sería tan vituperable por las mentes anónimas, ha sido una semana de golferío. Golferío según los estándares de nuestro grupo, claro, no según otros criterios de manada. Agosto, en especial la primera quincena, siempre trae visitas de gente de Legio que reside a lo largo y ancho del país. Mi agenda de cuentas japonesa se convirtió, literalmente, en la caña, al registrar gastos por cañas todos los días (desde el lunes seis hasta ayer mismo), y volvieron los futbolines, el Carta Blanca, el concierto electrónico del Musac, las cenas de pizza en casas ajenas y demás. Puestos a sacrificar algo, no me apunté a la nueva excursión, con canoas por el Porma, por muy buena pinta que tuviera. Ya se sabe, a veces o se juntan mil planes o no aparece ninguno. 
Algunas visitas ya hicieron los bártulos y otras están cercanas a hacerlo. Si me referí al final anticipado del verano fue porque así es como lo siento. La piscina exterior del gimnasio la abandoné ya, al terminar mi libro-piscina. A la playa supongo que iré, pero me gustaría aprovechar la circunstancia para avanzar en temas más sustanciales por allí, aunque tenga que ir ya casi en otoño. Lo que me sugiere nuevo ciclo es el hecho de que en esta segunda mitad ya voy a comenzar los cambios que necesito, los cuales voy a compatibilizar, de un modo u otro, con esa tesis que debería estar en capilla y de la capilla apenas tenemos los cimientos. Hace un año, inmerso en la mudanza desde Oviedo, no quise meterme en esa clase de cambios, pero resulta obvio que sería contraproducente alargar más un estado que yo veía tan solo de transición, nunca definitivo. Pues eso, que el ecuador ha llegado. Apuremos las últimas mechas del golferío antes de tomar impulso.

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