domingo, septiembre 15, 2019

Regreso playero.


Tal y como anunciaba hace una semana, regresé de manera fugaz, pero muy intensa, a Asturias, para cerrar el ciclo del lustro, del doctorado, cinco años después de mi primera matrícula allí. Quería ver el mar, cosa que no había hecho ni este año ni el anterior, al margen de que fuera a bañarme o no en él. Tuve la, a priori, mala suerte de que coincidiera con una gota fría, la cual solo se dejó notar en Oviedo. Y bien está que así sea, ¿no? Es parte también de la tradición, como la gran chupa que me cayó en otoño del 2014, y como la que sufrí del mismo modo el día de la defensa, cuando, de forma absurda, me olvidé una vez más de llevar paraguas. Pocos días más sociales he tenido en esa ciudad que el martes pasado, en el que apenas pisé el hotel. Después de cambiar mi tarifa del gimnasio, lo que me permitió aprovechar el último (o penúltimo) día de piscineo también esta semana, visité a Jara, que comenzaba las clases este curso en mi campus del Milán, y cuyo piso es casi vecino del mío de Palmira Villa, los hago míos porque tanto el campus como el piso los sigo teniendo muy presentes en mi memoria sentimental (y al campus seguiré yendo, por uno u otro motivo). Tras tomar una pizza (comprada, ya es casualidad, en el mismo Alimerka al que iba yo) y el té, me despedí por el momento de ella y me instalé brevemente en el hotel, para ir de librerías y quedar con Juanjo y unos amigos. Regresamos al Pumarín, verdadero vórtice de mis andanzas allí, para ir a una cafetería-librería mejicana, llena de buen rollo y jóvenes queer. Luego volví a encontrarme con Jara y Ale, los acompañé a la última cena (antes de las clases), en un kebap cercano al campus, y luego momento Gascona, no puede faltar en recién arribados a Oviedo, un par de botellas de sidra que son poca cosa, si bien, por algún motivo u otro, me desvelaron un rato esa noche. 


Si la visita, siendo estupenda, no podía ser perfecta, se comprobó al día siguiente, cuando mi directora (ya no lo es, pero para mí sigue ostentando el cargo de forma honorífica) tuvo que anular nuestra cita en la facultad. Seguiremos en contacto, eso seguro. Tampoco pudo venir Juanjo a Gijón, pero al menos tomamos algo antes de que pillara el bus. Estos contratiempos se vieron compensados por el hecho de que, pese a las previsiones de mal tiempo, la velada playera fue todo lo buena que había esperado, con calor soportable y poca gente. Paré un rato en La Revoltosa y luego me hice el paseo de hace un par de años, obviando la playa principal, en la cual había bandera roja. No llegué hasta la nudista, ja, ja, aunque estoy dispuesto a ir en otra ocasión, como sea que durante el doctorado he perdido pudor e inhibiciones. En cambio, me quedé en la pequeña cala junto al camping, que también ostenta su rincón nudista, y la cueva del duende que reflejo en la foto. Estaba casi solo allí, pues el mar se estaba comiendo la mayoría de las rocas, no en vano resbalé en unas y me di un trompazo, leve recuerdo de la excursión. De allí me fui a la playa de los perros, no se cómo se llama pero es fácil bautizarla así, dado que es la única con presencia de perretes todo el año. Y tiene muy buen rollo, la verdad. 




Así que, lejos de limitarme a contemplar la eternidad azul del mar, al final me metí dentro, con precauciones, claro. Que estaba picado y arrastraba, me comí algunas olas y al final me cubrió por entero, de forma breve, si bien simbólica para los objetivos que llevaba. Por la tarde, paseo de vuelta, caña de IPA asturiana en el Green Zone y autobús. El ciclo ha terminado y, de hecho, mañana tengo la primera entrevista de trabajo (presencial) de la nueva era. Vale que no está exactamente en la misma onda del doctorado (dije ya que había estado en el departamento de Filología Inglesa, ¿verdad?), pero ser profesor de Inglés se acerca más a mis estudios que empleos anteriores, como servir sándwiches... O lavar ropa, desde luego. No tengo ni idea de cómo irá la cosa, tampoco me preocupa excesivamente porque es un trabajo de pocas horas, pero me permitiría ganar, además de dinero, experiencia, por lo cual me lo voy a tomar lo más en serio que pueda. Y es de agradecer que ya al primer intento de búsqueda haya respuestas. Eso motiva y ofrece una buena pista desde la que despegar en esta nueva etapa.

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