domingo, septiembre 29, 2019

Changing.

Ayer fue un día histórico, aunque, a priori, un día nada fuera de lo normal. He heredado el ático de Claudia y Nuria y, por ende, esta residencia se convierte en la primera de la capital leonesa en la que viviré solo, que no solitario. De hecho, lo primero que hice anoche, según lo planeado, fue hacer el tour de bienvenida a Ana, Jara y Ale, amistades que ya me habían invitado a sus respectivos pisos; de forma breve, dado que era un día con variados compromisos, compartimos el pack de birras y mandanga, tan habitual, después de un merodeo por la casa y asentamiento en el salón. Por supuesto que todavía hay que llevar un montón de cosas allí, hay que personalizarlo incluso aunque, dentro de la dinámica laboral, yo mismo desconozca cuánto tiempo durará mi estancia allí. Sea como fuere, el cambio es bienvenido, y se enmarca dentro de un nuevo período del que, quizá, también formará parte el puesto de trabajo en el que puede que empiece la semana próxima, todavía me falta información en ese terreno. No se puede negar, en conclusión, que este año ha visto cómo los más importantes objetivos se iban cumpliendo. Con esfuerzo, claro está, por ello no voy a poder alargar más esta entrada de momento histórico, ya habrá tiempo para hacer reflexiones más profundas, ahora llama el trabajo en esta jornada festiva. 

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