viernes, marzo 23, 2012

Regreso.

Tengo una duda no existencial. Querría saber si mi profesor de Literatura tiene esa actitud poco complaciente por naturaleza o solo es una pose para distanciarse de los alumnos. La semana pasada me quedé solo con él en clase y me dio la impresión de que ganaba en distancias cortas, claro que, pese a estar yo solo, se dirigía a mí en segunda persona del plural como si lo hiciera ante un auditorio. 
En todo caso, creo que es mejor como ensayista, de ahí que esos apuntes que nos está dando sean, cómo lo diría, poco prácticos al menos respecto a ciertos autores. Decía que la gente no preparaba el examen y luego cogía los conceptos con alfileres, pero con alfileres tuve que recogerme yo los párpados para poder aguantar ayer el repaso de todos esos conceptos difusos y abstractos. Y luego resumir varios folios en media hora... Ja, ja. De todos modos, el examen está para aprobar, aunque sea con cinco. De lo contrario, estaría dispuesto a llevarme la asignatura de Erasmus, de paseo o a donde sea necesario. Si tengo que ir con todo el tocho a junio, solo me quedará exclamar, como Max Estrella: ¡Estoy mascando ortigas! ¡Me muero de rabia! 
Por cierto, para próximos parciales o totales de importancia, debería convenir en apagar internet o al menos las redes sociales. Pueden ser un fuerte vehículo ya no de distracción, sino un caballo de Troya para que las preocupaciones personales entren donde solo debiera haber sitio para las intelectuales. 
En fin, dejaré este tema hasta que vea la nota. Esta tarde me relajaré yendo a comprar (si es que ha llegado a provincias) la novela de mi gran amigo Víctor Blázquez, El cuarto jinete. Os invito a que hagáis lo mismo. 

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