miércoles, julio 25, 2012

Madrid, culto y cálido.


Conocía bien los dos riesgos a los que me exponía durante este viaje: la temperatura y, debido a esta o a la estación en sí, la ausencia de amigos con los que quedar. Sufrí ambos riesgos, pero no me arrepiento de haberlo realizado. El objetivo principal era distraer un poco la rutina, y eso se ha logrado con creces. Entre aquellos amigos a los que es poco probable ver en León y con los que pude coincidir se encuentra el gran seguidor de este blog desde sus inicios, Oli-Hall, con quien realicé una extenuante ruta museística desde el Caixa Forum, con las pinturas de William Blake, hasta el Thyseen integral, con la colección permanente y la exposición temporal de Hopper. Mucha suela de zapatilla, mucho sol después en toda la cabeza, y ya quedé impedido para salir esa noche, primando la cultura sobre la juerga. 




Otras buenas elecciones fueron la exposición dedicada a Góngora en la Biblioteca Nacional, la muestra fotográfica de Warhol y La Factory, y otra selección de fotografía en el Instituto Cervantes, lugar que visitaba por primera vez y donde me interesé por los cursos para profesores de español o, mejor dicho, para profesores en ciernes. 


























Volví a León y resulta que seguía haciendo el mismo calor, ja, ja, ahora se ha nublado, en uno de esos casos de inestabilidad temporal que suelen provocarme una bajada de tensión, o eso o que me dura la resaca del viaje de ayer. En todo caso, para el próximo ya tomaré medidas de cara a poder disfrutarlo más en buena compañía. Ahora veremos cómo le ha ido a la célula leonesa, si es que consigo localizarla... 

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